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El Carnaval de Barranquilla, la fiesta más importante de la ciudad, convierte la Plaza de la Paz y la vía 40 en el Cumbiódromo, donde la tradición y el gozo se mezclan durante cuatro o cinco días de continua celebración. Sin embargo, en 1992, la alegría de la fiesta se vio interrumpida por un trágico suceso que ensombreció el evento.

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El Carnaval de ese año pasó a un segundo plano cuando, en pleno domingo, fue descubierto el asesinato de once personas en situación de calle en la morgue de la Universidad Libre de Barranquilla.

Estos crímenes, perpetrados por celadores de la Universidad Libre, fueron revelados tras la denuncia de Óscar Hernández, un reciclador que logró escapar del anfiteatro de la universidad, donde habían intentado asesinarlo con el golpe de una tranca, y posteriormente, con un disparo de arma de fuego.

{"titulo":"“Unilibre fue usada, fue un medio para cometer un crimen”","enlace":"https://www.elheraldo.co/judicial/unilibre-fue-usada-fue-un-medio-para-cometer-un-crimen-60280"}

La policía descubrió que los celadores atraían a indigentes con la promesa de darles materiales reciclables, solo para asesinarlos y utilizar sus cuerpos en las clases de anatomía de la facultad de medicina.

Los cuerpos eran golpeados con trancas y, en algunos casos, recibían disparos. Óscar Hernández, apodado Duro de Matar 3, fue fundamental para destapar el caso, ya que sobrevivió a los intentos de asesinato y logró denunciar los hechos.

Cabe mencionar que la Universidad Libre fue declarada víctima en este proceso, pues los asesinatos se cometieron a espaldas de las directivas del alma máter y por trabajadores que se aprovecharon de sus instalaciones para perpetrar los hechos.

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