Érase una vez, en un reino muy lejano, una joven y dulce princesa que esperaba ser rescatada por un apuesto príncipe.
Seguramente ha escuchado muchas veces esta historia, pero, ¿Alguna vez soñó con ser salvada de su realidad por un valiente heredero al trono?... Un fornido caballero caucásico que peleara con brujas y dragones para vivir felices y comer perdices en su castillo. Posiblemente sí.
Los cuentos de hadas de la literatura infantil, que se hicieron célebres por Disney, fueron parte de la vida de varias generaciones. Muchas personas crecieron con las aventuras de hermosas princesas, guerreros valientes, maravillosos reinos y malvadas madrastras. Es por eso que ciertas historias son recuerdos, para algunos, 'intocables' de la niñez.
Hace una semana se desató un debate sobre la elección de la actriz Halle Bailey para protagonizar la película La sirenita en imagen real. El reclamo de miles de fanáticos por redes sociales se debió al color de piel de la actriz, que según ellos, por ser negra, atentaba contra la 'verdadera' Ariel.
En la historia, La sirenita, cambia su voz por un par de piernas.
'Sacrificó su naturaleza para conquistar a un príncipe', dice la filósofa Dayana de la Rosa Carbonell, coordinadora del programa de Filosofía de la Universidad del Atlántico. Este tipo de historias retrataban a 'las mujeres de antes', afirma. 'Que Disney ponga una sirenita negra es romper un poco ese imaginario obediente y sumiso', agrega.
Princesas de la nueva generación
Deconstruir la imagen de mujeres sumisas y dominadas por un poder hegemónico parece ser la nueva misión de Disney, que desde hace varias décadas le apuesta a la imagen de empoderamiento y transgresión de sus princesas.
La discusión alrededor del ideal de muchas mujeres que ahora retrata tan insistentemente el motor ideológico de Disney, rompe con el estereotipo de la princesa que sale de su desdicha gracias al matrimonio .
Para Lizeth Orozco, magíster en Psicología Clínica y coordinadora de sostenibilidad e institucionalización del Programa Pisotón de Uninorte, existe una división generacional de las princesas de Disney.
'La antigua generación de princesas estaba marcada por una relación de abandono o pérdida. La madre murió o los padres murieron, con esa ausencia materna a ellas se les dificultaba construir un concepto de mujer. Desde el abandono les tocó hacer parte de un prototipo con base en lo que estaba marcado en la época. Blanca Nieves, por ejemplo, subsiste ayudando y cocinando en casa de los enanitos. Las princesas de la antigua generación, desde lo psicológico, se constituyen a partir de la sumisión. Muchas de estas películas en su primera versión es de los años 50 o antes. En ese momento, la mujer estaba en muchos procesos de inmersión social', explica.
Por otro lado, Orozco destaca a las princesas de la nueva generación, como Mérida (de Valiente) Mulán, o Elsa (de Frozen).
'Son fuertes, no son las típicas princesas, son más cercanas al prototipo de la mujer actual. En algunas está la presencia de la madre y aprenden de ella su autonomía y el poder de decidir'.
Para ella, es un error pensar que las relaciones de las antiguas princesas dañaron a las mujeres adultas de hoy.
De la Rosa concuerda en la 'evolución' que han tenido las princesas de Disney.
'Hay un nuevo modelo que empezó a mostrar un tipo de mujer diferente. Empezó hace dos décadas con Mulán, ella toma el lugar de su padre y del hermano varón que no tuvo. Tomar el lugar del hombre tiene una connotación, una fuerza, esto fue lo que la compañía entendió del feminismo de la primera ola. Ahora llegan nuevas princesas como Fiona, de Shrek quien rompe con el imaginario de belleza típico, reestructura ese estereotipo de perfección porque es gorda, fuerte y es ella la que rescata al príncipe. Mérida de Valiente lucha por su propia libertad, estas son consignas que ha ido ganando el feminismo. Ellas cuentan una nueva historia, una en la que no es adquirir la libertad para un matrimonio, sino la idea de defender la libertad para ser dueña de su propio destino'.
Según la socióloga y docente de la Universidad Simón Bolívar, Matilde Eljach, las princesas de los cuentos de hadas, las heroínas blancas, rubias, de ojos claros, han jugado un papel muy importante en la construcción de identidad de los niños adolescentes y de adultos.
'Esto, desde la sociología obedece a la pirámide social, a la estructura clasista, a la territorialización que nos han impuesto'.
Para Eljach, enhorabuena a Ariel la proponen negra poniéndose a tono con las líneas de inclusión social.
'Estos conflictos tienen un trasfondo racial y muy clasista. No se trata de la belleza de la actriz, se trata de su lugar en el mundo(...) En el fondo existe un problema muy viejo. Uno en el que hay una ruptura con los elementos fundantes de nuestras nacionalidades. Es no reconocer la diferencia, es continuar con el modelo de invicibilización impuesto por los metarrelatos eurocéntricos que responden a imposiciones de orden cultural, en nuestro caso españolas. Me parece importante que se abra el debate, que podamos cuestionar y reconocer qué tanto de este pensamiento de la colonia todavía pervive en nosotros', señala.
Eljach asegura que en la actualidad 'hay voces que se alzan para combatir estos estereotipos' y son la antítesis de La Sirenita que sacrifica la suya por conquistar al príncipe.
¿Qué dicen los niños?
Un estudio de la Universidad de Brigham Young, publicado en la revista especializada Child Development, determinó que las princesas sí influyen en el comportamiento de niños y niñas.
Los investigadores analizaron por un año la interacción con las princesas de Disney en 198 niños y niñas de 5 y 6 años y determinaron que, en ambos, se desarrollaron comportamientos estereotípicos de género femenino como jugar en silencio, evitar riesgos, no ensuciarse o jugar a cocinar y limpiar.
Alejandro Burgos, de 10 años, opina que las princesas son 'más de niñas'. Aunque los niños pueden también ver las películas porque 'no está prohibido'.
Luciana Avellaneda, de siete, dice que su princesa favorita es Tiana, de La princesa y el sapo. A esta pequeña la identifica, no solo el parecido físico que tiene con esta princesa morena, sino que ella, como la protagonista, también 'quiere abrir su propio restaurante' cuando sea grande.
Juan David Carrillo, de ocho, opina que 'aunque las dos tienen vestido azul', hay diferencias entre La Cenicienta y Elsa, de Frozen. 'La cenicienta no tiene sus propios poderes y Elsa sí'.
Para la psicóloga Lizeth Orozco, los niños de ahora tienen 'una connotación diferente de valores y de integridades'.
Orozco añade que la canción que muchos 'niños recuerdan es Libre soy, de Frozen', 'porque hay una connotación de libertad impresa en la imagen mental de los pequeños de hoy en día. Quienes protestaron por Ariel negra fueron los adultos, muy probablemente estos niños y niñas de la nueva generación tienen identificaciones mucho más positivas'.
Nataly Barceló, de siete años, quiere ser como Mérida porque su sueño es ser una 'guerrera'.
'¡No quiero ningún príncipe azul, quiero ser dueña del reino, tener muchos amigos y aprender a manejar bicicleta sin rueditas!', exclamó.





















