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Mucho antes de que Didier Moreno anotara el gol de la victoria frente al Medellín. Antes de que Omar Bertel pretendiera sin suerte evitar el tanto en contra de Jean Pestaña. Antes de que Guillermo Paiva disparara un misil que arrasó con las telarañas del ángulo superior derecho del arco de David Ospina.

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Antes de que Canchimbo y Tití Rodríguez le voltearan la arepa a los paisas. Antes de que Jermein Peña agarrara la lanza y encabezara la remontada ante América. Antes de que el Medellín le anotara dos goles a Silveira y pusiera a todo el juniorismo a mirar el partido entre escarlatas y verdes.

Antes de que José Enamorado se inspirara y contribuyera con dos golazos de museo a destrozar 3-0 al Deportes Tolima en el primer partido de la final. Antes de que arribara al hotel Sonesta de Ibagué y saludara con gratitud y cordialidad a los hinchas y periodistas reunidos a las afueras. Mucho antes de que la capital tolimense lo recibiera a él y a los jugadores con una brisa fría en un clima agradable…

LA PALABRA TIENE PODER

Muchísimo antes de todas esas emociones que se han vivido con Junior en esta recta final de la temporada, Alfredo Arias se había atrevido a decir: “Vengo a ganarles a todos y a ser campeón”.

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Afanado y exhausto, abriéndose paso entre un numeroso grupo de periodistas, que lo esperaron en el aeropuerto Ernesto Cortissoz el domingo 22 de junio de 2025 hasta altas horas de la noche, cuando apenas se iba a vincular formalmente a Junior, Arias expresó lo que podría convertirse en una profecía si sus dirigidos derrotan, empatan o pierden por una diferencia de solo dos goles frente al Deportes Tolima, este martes, a partir de las 7:30 p. m., en el estadio Manuel Murillo Toro, en el segundo choque de la finalísima de la Liga II.

Aquella frase que lanzó Arias, vista por la hinchada como valiente y alentadora al principio de la campaña, en medio del muy buen arranque del equipo, y después, cuando aparecieron los altibajos, mirada como verso y populismo tribunero, se encuentra a punto de convertirse en realidad. Solo 90 minutos faltarían para ratificar que la palabra tiene poder.

LA VERDAD ESTÁ EN LA CANCHA

Pero más allá de las palabras, que se las lleva el viento, están el fútbol y la cancha. Toda la verdad está ahí. En el rectángulo verde de un Murillo Toro, que se pintará de vinotinto y oro en procura de la épica, Arias y sus pupilos tienen la responsabilidad de redondear la tarea, de no dormirse, de no confiarse, de mantenerse en pie de lucha y de sostener o ampliar la buena ventaja que se consiguió en Barranquilla.

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No es soplar y hacer botella. ‘El Tiburón’ tendrá que seguir jugando con el cuchillo entre los dientes, como en el cuadrangular semifinal y en el primer duelo de la serie por el título. Los ‘Pijaos’ han prometido darle vuelta a la situación en su estadio y ante su público, que se ha movido entre el pesimismo y la esperanza de remontada.

“En Ibagué será a otro precio”, declaró Marlon Torres, el defensa central barranquillero que lidera la zaga tolimense y que de seguro estará empujando por una hazaña.

“Los de Junior se creen campeones, pero todavía nos queda un cartucho y esperamos remontarlo en casa. Sé que allá las cosas van a ser a otro precio”, dijo Ánderson Angulo, el compañero de Torres en la defensa.

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Ambos tienen el derecho a creer que van a remontar. Todo es posible, más en el fútbol colombiano donde cualquiera le gana a cualquiera y cuando todavía faltan 90 minutos de una final que no deja de ser pareja, a pesar del 3-0 inicial. En lo que erra totalmente Angulo es que Junior ya se siente campeón.

ANTECEDENTES PARA NO CONFIARSE

Si hay un equipo que debe tener demasiado claro que tres goles de diferencia puede no ser suficiente ventaja en una final es Junior, para bien y para mal.

En la final del segundo semestre de 2004, los rojiblancos se impusieron 3-0 a Nacional en ‘Curramba’ y la suerte parecía echada. Los verdes entrenaron hasta los recogebolas en función de la remontada y estuvieron a punto de lograrla si no aparece Wálter Darío Ribonetto con el gol que le devuelve la vida al ‘Tiburón’, que ganó en definición por cobros desde el punto penal.

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Nacional vencía 5-1 en el estadio Atanasio Girardot hasta que el argentino surgió vestido de héroe para poner el 5-2 y fijar la serie 5-5.

Sucedió algo similar en el mismo escenario, en el segundo semestre de 2018, cuando Medellín dos veces quedó a un gol de igualar el score global de una serie que había empezado perdiendo 4-1 en Barranquilla.

Yony González fue el Ribonetto de aquel juego de vuelta que estuvo 2-0, 2-1 (gracias a él) y finalmente 3-1.

Junior también debe ser consciente que necesita salir con todo y que el 3-0 no asegura nada porque en la semifinal de la Liga II 2011, antes de coronarse campeón derrotando al Once Caldas, pudo sobreponerse a un 3-0 sufrido en Bogotá y eliminó a Millonarios. Equiparó la serie y se impuso desde los doce pasos. Fue aquel título del “sí se puede”.

Entonces es sabido que no está dicha la última palabra más allá de la frase profética de Arias. Pero hoy es el día final.

Eduardo SanínPosibles alineaciones Tolima vs. Junior