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El croata-argentino Juan Pablo Ficovich camina tranquilo por las canchas del Parque de Raquetas, como si el calor y la humedad caribeña no le pesaran. Sonríe. Sabe que está haciendo un buen torneo y, como sembrado número uno del KIA Open Challenger de Barranquilla, hay una expectativa que lo rodea, aunque él la lleva con ligereza. “Contento, siempre me gusta Colombia”, dice, con la familiaridad de quien ha tenido buenos recuerdos en este lado del continente.

Ya ganó torneos en Cali y Bogotá, y aunque Barranquilla le es nueva como destino competitivo, el clima no ha logrado desestabilizarlo. “Hace mucho calor y hay mucha humedad, pero por ahora contento… ojalá que siga de esta forma hasta el sábado”, expresó el tenista luego de imponerse este jueves, en cuartos de final, al estadounidense Alfredo Pérez, por parciales 6/3, 6/1.

Su apellido, Ficovich, lo delata con una sonoridad poco común en tierras sudamericanas. “Es de Croacia, de la ex Yugoslavia”, cuenta. Fue su bisabuelo quien cruzó el océano en barco, según cree, huyendo posiblemente de la Primera Guerra Mundial. No quiere aventurarse a afirmar mucho, pero sabe que fue en el puerto de La Boca, en Buenos Aires, donde su historia familiar comenzó a escribirse en Argentina. “Ahí empezó todo, ahí se armaron los Ficovich en Argentina”, resume con sencillez.

De chico jugaba al fútbol. No con aspiraciones profesionales, aclara, sino como hobby, compartiendo tardes con amigos. “Jugaba de volante por izquierda o de delantero, soy zurdo”, dice con una sonrisa. Aunque el fútbol quedó en el pasado por el riesgo de lesiones, no descarta volver a pisar una cancha una vez termine su etapa como tenista. “El día que no juegue más al tenis, voy a jugar al fútbol con mis amigos”, afirma.

Su historia familiar lo hace una suerte de mezcla cultural: padre argentino, madre brasileña, raíces croatas. Por eso, los mundiales son todo un tema en casa. “Hay lío, más que nada entre mi papá y mi mamá”, cuenta entre risas. Él alienta a Croacia “salvo cuando juega contra Argentina”, aunque reconoce que el fútbol brasileño siempre ha tenido más motivos para festejar. Y aunque admira a figuras como Modric, no se declara fanático de la selección croata. El corazón lo tiene dividido, pero hay algo claro: la camiseta de Boca Juniors es la que lleva con más pasión.

“No sé por qué salí de Boca, mi papá es de Independiente, mi hermano también… pero yo salí de Boca”, dice como quien aún se sorprende por la elección. Fue su abuelo, confiesa, quien le transmitió ese amor por los colores azul y oro. “Boca ganaba todo cuando yo era chico, Libertadores, el Mundial de Clubes contra el Real Madrid… todo”. Y aunque apenas tenía cuatro o cinco años, le quedó grabado ese equipo azul y oro donde colombianos como ‘Chicho’ Serna, Jorge Bermúdez y Óscar Córdoba brillaban. “Me acuerdo poco, era muy chico, nací en el 97, pero sé que fueron parte grande de la historia de Boca”, manifiesta.

Ahora, en este presente competitivo, Ficovich se enfoca en lo inmediato: “Mañana es otra batalla”, afirma previo a disputar el tiquete a la final ante el británico Arthur Fery.

Juan Pablo habla de sus partidos con la humildad de quien sabe que en el tenis nada está garantizado. “Son todos difíciles. Primero jugar la semifinal, tratar de competir y si se puede ganar, mejor. Si no, el otro fue mejor”. Así de simple. Así de claro. Como alguien que sabe disfrutar del viaje tanto como del resultado.