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No es un simple capricho. Sobran motivos para que Carlos Bacca deje al Sevilla y se incorpore al AC Milan: la oportunidad de jugar en otra de las grandes ligas de Europa, el caché de vestir la camiseta de un equipo de la jerarquía e historia del ‘rossonero’ y la caja registradora, cada vez que respire, haciendo clin, clin, clin, clin. Comprensible aspiración de un profesional del fútbol en medio de la oferta y la demanda de un mercado multimillonario.

El porteño tiene razones de peso, de muchos pesos, para cambiar de escuadra. El goleador que surgió en el Junior fue fichado en 30 millones de euros (valor de la cláusula de rescisión que impuso el club español), firmó un contrato de cinco temporadas y se ganará aproximadamente 3 millones de euros por cada una (según informaciones de la prensa del país del Calcio), es decir 8.700 millones de pesos colombianos anuales, redondeando el precio ($2.900) con el que ha oscilado el euro en los últimos días (ayer cerró en 2.903).

Así las cosas, su sueldo mensual será de unos 725 millones de pesos, 181 millones 250 mil pesos semanales, a diario facturará $24.166.666 y por hora se embolsillará $1.006.944, es decir que cada 39 minutos, más o menos, Bacca se ganará un salario mínimo colombiano ($644.350).

Sacando más cuentas, Bacca devengará 16.782 pesos por minuto y 279 pesos por segundo. ¡Clin! ¡Clin! ¡Clin!... Cada vez que respire.