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Luis Rodríguez

Si hace una semana, después de la aparatosa derrota ante La Equidad, comenzaron a escucharse las primeras voces que pedían la cabeza del técnico del Junior, Óscar Héctor Quintabani, éstas se han acrecentado luego del deslucido empate del sábado ante América, que originó que la hinchada rojiblanca, por primera vez, le gritara cosas al timonel colombo argentino.

En las diferentes redes sociales, los seguidores rojiblancos se pronunciaron ayer al respecto y hasta sugirieron nombres de posibles sucesores de Quintabani.

Siempre pasa lo mismo cuando aparecen los malos resultados. Los hinchas sacan a relucir todos los defectos posibles del técnico de turno.

A Quintabani no solo le cuestionan su forma de parar el equipo, sus alineaciones y sustituciones, sino hasta su estilo frío para dirigir y entregar indicaciones a sus jugadores.

Pero, ¿qué tan conveniente sería salir de Quintabani a mitad del torneo local y con el equipo a las puertas de encarar la fase de octavos de final de la Copa Santander Libertadores?

Los cambios de técnico en el equipo barranquillero en pleno torneo no siempre han tenido un final feliz. La historia dice que solo tres, en la última década, han entregado resultados positivos.

El primero fue Norberto Peluffo, quien en el 2000 asumió la dirección técnica en reemplazo de Juan José Peláez. El santandereano clasificó al equipo al cuadrangular final y lo sacó subcampeón.

Peluffo regresó en el segundo semestre de 2005 para ocupar el cargo dejado por Carlos Ischia, quien al momento de su despedida tenía al Junior entre los ocho primeros. Peluffo clasificó a los cuadrangulares semifinales, pero no pudo acceder a la disputa del título.

Jorge Luis Pinto, en el segundo semestre de 2003, agarró al Junior luego de la salida de Dussan Draskovic y lo metió en los cuadrangulares, en uno de los mayores repuntes que se recuerden de la escuadra tiburona.

El Junior de Pinto perdió la posibilidad de llegar a la final al caer 1-0 con un eliminado y diezmado Independiente Medellín.

Julio Avelino Comesaña llegó en marzo de 2008 a apagar el incendio que había propiciado Santiago Escobar, a quien le fue muy mal y apenas duró siete partidos.

Con el fantasma del descenso respirándole en la nuca, el colombo uruguayo por poco lo clasifica a los cuadrangulares en ese primer semestre.

En el siguiente torneo, lo salvó definitivamente de ir a la B y lo clasificó a los cuadrangulares. En 2009 disputó la final del primer torneo con el Once Caldas y en diciembre consiguió el cupo a la fase previa de la Copa Libertadores.

Han sido más los técnicos que han llegado sobre la marcha y no lograron enderezar el rumbo. En algunos casos resultó peor el remedio que la enfermedad.

Ejemplo de esto es Miguel Ángel Zurdo López, quien en dos ocasiones llegó como salvador y no pudo sacar al equipo del foso. La primera fue en 1998 cuando sustituyó a Javier Castell y la segunda en 2006 cuando relevó a Dragan Miranovic.

El propio Julio Comesaña, en al Apertura 2002, reemplazó a Dulio Miranda y aunque sumó algunos puntos, no cumplió con el cometido, que era meterlo entre los ocho.

En el Apertura 2006, Jorge Alcázar dirigió los últimos siete partidos de ese torneo en reemplazo de Peluffo y dejó al Junior en el puesto 16.

NO HAY MUCHAS OPCIONES

Si Junior decidiera salir de Quintabani, no tendría muchas alternativas para reemplazarlo. Edgardo Bauza y Jorge Luis Pinto, dos de los técnicos que se barajaron tras la salida de Umaña, tienen contratos vigentes con sus respectivos equipos, Liga de Quito y Táchira.

Peluffo también tiene trabajo y su último paso por Junior no fue bueno. Hay varios que están libres, como Julio Comesaña (a quien la mayoría de la hinchada pide), pero al no existir empatía con el presidente actual, es poco probable que regrese. ‘El Zurdo‘ López no tiene ‘feeling’ con la hinchada e Ischia tampoco se fue bien de Barranquilla.

Por Manuel Ortega Ponce