Compartir:

Por años, la formación médica ha estado marcada por exigencias académicas y emocionales extremas. Jornadas intensas, contacto constante con el sufrimiento humano y una alta responsabilidad en la toma de decisiones críticas han afectado el bienestar emocional de miles de estudiantes de medicina en el mundo. Ante este panorama, la Universidad Libre Seccional Barranquilla viene implementando una estrategia integral que responde a esta realidad desde la prevención, el acompañamiento y la formación humanista.

“La salud mental en la formación médica es un tema crucial que rara vez recibe la atención que merece”, afirma la doctora Astrid Arrieta Molinares, directora del Programa de Medicina, quien ha liderado desde la academia un enfoque que reconoce el impacto del estrés crónico, la ansiedad o la depresión en los futuros profesionales de la salud. A través de investigaciones, experiencias institucionales y datos como los publicados en JAMA 2025, que identifican al suicidio como la principal causa de muerte entre médicos residentes en Estados Unidos, la Universidad ha consolidado acciones concretas para atender esta problemática.

Ruta de acompañamiento estructurada

Uno de los ejes más importantes es el Programa de Seguimiento y Monitoreo de Salud Mental para estudiantes de pregrado y posgrado, que articula distintas áreas de la institución. Este se estructura desde una ruta que inicia con la sensibilización y reducción del estigma, hasta el seguimiento individual de cada caso. Cada semestre cuenta con docentes capacitados como tutores de acompañamiento, encargados de identificar señales de alerta en estudiantes con dificultades emocionales, sociales o académicas, y remitirlos a una coordinadora general psicóloga, quien a su vez articula con Bienestar Universitario.

Además, existe una figura clave de tutores académicos, responsables de reforzar el aprendizaje en estudiantes con bajo rendimiento. Paralelamente, estudiantes entrenados en prevención de suicidio, bajo la campaña #PrevenirEsPreguntar de la Asociación Colombiana de Psiquiatría, fungen como enlaces entre pares.

“Lo más valioso de esta propuesta es su capacidad de articulación”, destaca Arrieta. La iniciativa involucra también a administrativos y docentes, quienes reciben herramientas básicas de identificación y manejo del riesgo psicosocial, así como estrategias pedagógicas orientadas a la población joven.

Desde el Bienestar Universitario, los estudiantes son perfilados mediante una encuesta de ingreso, lo que permite diseñar talleres personalizados por semestre. Esta visión integral permite abordar el bienestar estudiantil desde todos los frentes.

Nodo de salud mental y prevención de violencia

El compromiso institucional también se extiende a la proyección social. A través del proyecto Familibre, la Facultad de Ciencias de la Salud, Exactas y Naturales lidera el Nodo de Salud Mental desde su Programa de Medicina, el cual trabaja tres ejes: prevención del riesgo suicida, violencia de género y violencia educativa. Mediante la aplicación de la escala PHQ-9, se detectan casos de depresión y se realiza seguimiento a los estudiantes.

Recientemente, se capacitó a un grupo de jóvenes de distintas facultades como “Jóvenes Púrpura”, líderes en prevención de violencia de género. Esta iniciativa se articulará con el Consultorio Jurídico, a través de la creación del Consultorio Púrpura.

Inteligencia emocional y formación ética

La formación del médico que egresa de la Universidad Libre no se limita al conocimiento técnico. “El perfil del médico que formamos se sustenta también en lo social y lo humanístico”, subraya Arrieta. Por eso, desde el programa y desde Bienestar se promueven talleres sobre regulación emocional, autoconocimiento, trabajo en equipo y habilidades para la vida, que fortalecen la inteligencia emocional como parte fundamental del ejercicio profesional.

La formación ética también ocupa un lugar prioritario. Más allá de las asignaturas de ética y bioética, se trata de un enfoque transversal. “Un profesional que no sea ético no podría ejercer, no solo en medicina, sino en cualquier disciplina”, señala Arrieta, destacando que se forma al estudiante desde el ser.

El reto de transformar la cultura institucional

Pese a los avances, la doctora Arrieta reconoce que uno de los principales desafíos sigue siendo el cambio cultural dentro de las instituciones. “Se requiere una transformación profunda en el concepto que tienen docentes y administrativos sobre la educación emocional. Solo así se reflejará realmente en los estudiantes”, afirma.

De cara al futuro, el reto es consolidar un modelo que articule currículo, bienestar y proyección social, para formar médicos más humanos, empáticos y conscientes de su salud emocional.