El Heraldo
El párroco Diógenes Marrero abraza a dos de los feligreses de la parroquia. Luis Rodríguez Lezama
Barranquilla

“Nos amarraremos para impedir que tumben la iglesia”

La comunidad de la parroquia San Francisco Javier de Villa Campestre se opone a la demolición de su templo en la Circunvalar.

Como todas las mañanas, inicia una nueva eucaristía en la parroquia San Francisco Javier de Villa Campestre. El reloj marca las siete y aproximadamente sesenta feligreses ya están sentados en las bancas de madera frente al altar. Los acabados de las paredes y el casi nulo crujir del mobiliario revelan a simple vista lo reciente que es la construcción del templo. 

Entre oraciones, cantos y versículos bíblicos transcurren los minutos de la primera eucaristía del día. 

Seis años atrás, cuando los feligreses pusieron la primera piedra de su centro religioso, Villa Campestre era apenas una colectividad de conjuntos residenciales y algunas pocas torres de apartamentos. Ayer, en medio de la homilía, el párroco pidió a su comunidad que orara para evitar que tumben la iglesia para la construcción de una vía. 

“Les pido oración para todo este proceso. Que Dios acompañe a los justos”, predicó frente a su gente el padre Diógenes, quien desde hace dos años llegó a Barranquilla. Al finalizar la eucaristía los feligreses lo abrazaron y le agradecieron. En algunos había preocupación y hasta lágrimas. Su iglesia está en peligro de ser derrumbada, y ellos están dispuestos a “amarrarse a las sillas” para evitarlo.

En agosto del año pasado, los católicos de la Parroquia San Francisco Javier recibieron la noticia de que la vía Circunvalar de la Prosperidad cruzará por el predio en el que se levanta su iglesia. El tramo en cuestión, que tiene una longitud de 17 kilómetros, inicia en Galapa, atravesará Villa Campestre y llegará hasta Las Flores.

La Agencia Nacional de Infraestructura (ANI) dice que el templo debe ser demolido, pero la comunidad se opone. Para ellos, “nadie puede pasar por encima de la obra de Dios”. 

“No quiero decir que estamos temerosos porque somos hombres de fe, pero sí estamos bastante desconcertados con qué tanto el hombre quiere tumbar lo que el mismo Dios quiso cimentar”, dijo el párroco Diógenes Marrero.

Sobre la medida, el gobernador Eduardo Verano manifestó que “han escuchado muy atentamente todas las inquietudes de la comunidad para tratar de buscar una solución”. 
“Lo más importante es entender la importancia de esta vía, que ya está hecha”, explicó.

Según denuncia la comunidad, las obras de la Circunvalar de la Prosperidad originalmente iban a atravesar un predio de la constructora Grama, pero luego fueron desviadas para no irrumpir en la construcción de un conjunto de edificios que “aún no tiene ni la primera piedra”. 

“La iglesia es apenas la punta del iceberg; la punta de la lanza. Se han descubierto una cantidad de problemas e inconsistencias en todo este tiempo que hemos estado pendientes del proceso. A la parroquia pueda que la cambien, pero Villa Campestre queda con el grave problema que va a causar la construcción de esta vía aquí”, manifestó José Charris, miembro del comité de veeduría de Villa Campestre.

Para él y varios de los vecinos, el ingreso de camiones y vehículos pesados afectará “gravemente” a las construcciones del barrio. “El peso de esos camiones cargados de carbón va a debilitar las bases de los edificios, quién sabe qué terminará pasando aquí. Esto es una crónica de muerte anunciada”, dijo.

La ANI, en respuesta, propuso a los feligreses re acomodar la construcción a 40 metros de su ubicación actual, a lo que ellos se negaron pues “no piensan apoyar ni ser cómplices de la ilegalidad del proyecto”, aseguraron. A pesar de la situación, en la parroquia se sigue celebrando la eucaristía y, según manifestaron, así lo seguirán haciendo hasta el último día. 

La comunidad, entristecida pero con firmeza, pide a las autoridades pertinentes encontrar una solución “justa” al problema, pues, según cuentan, han invertido mucho en la construcción de la parroquia y ahora es un bien inmaterial y espiritual.

“Cómo es posible que le van a quitar la casa al señor. Esto nos lo dio Dios y el hombre no lo puede quitar. Si los ingenieros ven que hay otra solución no tienen por qué quitarnos nuestra parroquia”, contó, entre lágrimas, Óscar Arias, uno de los feligreses.

 

La iglesia tiene seis años de haber sido construida.
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