El Heraldo
Saira Garay durante su jornada de trabajo.
Barranquilla

La Costa, con menos jóvenes profesionales ocupados

Un estudio del Dane revela que el 67,3% de los jóvenes con estudios superiores en la Región estaba laborando durante 2016. El 36,3% de ellos corresponde a mujeres.

Dar el salto al mundo laboral se ha convertido en toda una “odisea” para los jóvenes en la Región Caribe, quienes han encontrado en la falta de experiencia, una de las barreras más grandes al momento de calificar en un empleo. 

Es por esto que mucho de estos muchachos, que acaban de terminar sus estudios de educación superior, encuentran en el empleo informal o en los trabajos diferentes a las carreras que estudiaron, una salida económica mientras logran ejercer su profesión.

Según el último informe del Sistema Nacional de Información de Demanda Laboral (Sinidel), la Región Caribe, durante 2016, tuvo la tasa más baja de ocupación de jóvenes de 14 a 28 años que terminaron sus estudios en educación superior. 

El informe precisa que el 67,3% de los jóvenes que egresaron de carreras técnicas, tecnólogas, profesionales y con estudios de posgrado se encontraba económicamente activa, es decir, estaba laborando.

El reporte del estudio del Dane indica, además, que el 47,8% de estos jóvenes, que estudiaron carreras profesionales, se encontraban ocupados en 2016. (Ver infografía)

Estas cifras, en comparación con las otras regiones del país, demuestran que los jóvenes preparados en la Región Caribe son los que más dificultades tienen al momento de acceder a un empleo. 

Bogotá, con el 80% y el centro oriente del país, que incluye los departamentos de Cundinamarca, Norte de Santander, Boyacá y Santander, con el 76,8%, son los territorios que tienen una mayor tasa de empleabilidad de los jóvenes técnicos, tecnólogos y profesionales. 

El informe de la entidad también señala que en 2016, del total de jóvenes ocupados en el país, el 40,7% correspondía a mujeres, mientras que el 59,3% eran hombres. 

En cuanto a la Región Caribe, del total de jóvenes ocupados en 2016, el 63,7% correspondía a hombres, mientras que el 36,3% eran mujeres. Bogotá fue la ciudad con más mujeres jóvenes ocupadas, con el 47,2%.

Los salarios

Para muchos jóvenes el salario en su primer empleo no va acorde con la inversión realizada durante su época de estudio. Así lo manifiesta Juan Daniel Guzmán, un ingeniero civil que señaló que ha visto ofertas para su carrera, pero el sueldo que ofrecen por el puesto de trabajo es un salario mínimo. 

“Hay quienes por desespero aplican a ofertas que no van más allá de un salario mínimo, pero sin discriminar otras profesiones, creo que no es un salario digno para una persona que ha invertido un dinero importante para su formación profesional”,  sostuvo. 

Según el Sistema Nacional de Información de Demanda Laboral, en 2016 el salario promedio mensual para un universitario fue de $2,2 millones, mientras que para el técnico profesional y el tecnólogo el sueldo promedio $1,089 milones. (Ver infografía)

Desajuste en el mercado

Para Sandra Rodríguez, directora del Departamento de Economía de la Universidad del Norte, uno de los fenómenos que explican la dificultad de consecución de empleo por parte de los recién graduados se denomina desajuste en el mercado de trabajo. 

Esto se refiere —explicó la experta— a la situación en la cual los trabajadores ofrecen una mano de obra que no es requerida por el mercado laboral. “Esto puede suceder porque las profesiones en las que se están formando los jóvenes no son las que requieren los empleadores, o porque el nivel de formación, y por tanto la expectativa de salario, es superior a la que requiere el perfil de los cargos que ofrecen”, puntualizó. 

De igual forma, Rodríguez sostuvo que hay casos en los que los jóvenes estudian carreras más por “tradición o por moda” que por una información real sobre lo que está buscando el mercado laboral. 

Por otro lado —precisó la experta— el estudio de posgrados hace que los jóvenes aspiren a salarios más altos, pero que en el mercado de trabajo, dadas las funciones que se desarrollan en las vacantes que ofrecen, no requieren de altos niveles de especialización y por tanto, ofrecen salarios más bajos.

Cátedra empresarial: Propuesta del concejal Fuentes

El concejal de Barranquilla, Juan Camilo Fuentes, propuso un proyecto de Acuerdo por medio del cual se dicten lineamientos para impulsar el desarrollo empresarial y la innovación, a través de la creación de la Cátedra Empresarial, para los estudiantes de décimo y undécimo grado en los colegios públicos y privados del Distrito. Fuentes explicó que con la creación de esta cátedra, se busca que desde las aulas de clase se promueva la creación de empresas y proyectos innovadores. “A los jóvenes se les debe enseñar desde el colegio cómo crear una empresa, cuáles son las etapas y cuáles son los sectores productivos a los que le tienen que apuntar”, detalló.

“Duré dos años varada y trabajando de manera informal mientras encontraba un empleo”

Luego de pasar dos años trabajando en otras áreas diferentes a la que estudió, Saira Garay, una cartagenera de 25 años, pudo encontrar, “por fin”, un empleo como ingeniera ambiental,  carrera de la que egresó en 2013, cuando tenía 21 años. Garay cuenta que fue todo un “viacrucis” por laborar luego de que terminara la carrera, debido a que el tiempo de prácticas, seis meses, “no es suficiente” para que adquirir la suficiente experiencia y así poder ser contratada por una empresa. “Luego de que terminé las prácticas fue muy difícil conseguir un empleo formal, entregué como cien hojas de vida, en algunas me llamaban para entrevista, pero al no contar con experiencia de mínimo un año, nunca me contrataban”, sostuvo. 

Saira Garay detalló que estuvo dos años trabajando en áreas diferentes a la ingeniería ambiental, debido a que necesitaba una fuente de ingresos y su carrera no le estaba dando los resultados esperados. 

Luego de un par de años  de inactividad laboral, Garay fue contratada como inspectora ambiental en el proyecto de construcción de la Circunvalar de la Prosperidad. Allí se encarga de supervisar que la obra no afecte la flora y la fauna que se encuentra en el entorno. “En los trabajos piden muchos años de experiencia, pero ¿cómo vas a tener esa experiencia si no te dan la oportunidad para el primer empleo?, afortunadamente hay compañías que combinan la experiencia que tienes con la actitud que muestres”, señaló la joven ingeniería ambiental. 

Mederith acomoda unos juguetes en el negocio familiar que funciona en el barrio San Luis.

“El título de universitario no te asegura un trabajo en ninguna empresa”

El título en Administración Financiera no ha sido suficiente para que Mederith Maestre, una barranquillera de 23 años, comience su vida laboral ejerciendo su profesión. Ya pasaron dos años desde que egresó y las puertas laborales a esta joven aún no se le han abierto,  debido a que “no cuenta con la suficiente experiencia para ejercer en una compañía”, o por lo menos eso es lo que ella asegura que le manifiestan en cada entrevista a la que va. 

“Luego de que hice las prácticas, que solo fueron seis meses, he ido a un montón de entrevistas, pero en cada una de ellas piden mínimo uno o dos años de experiencia, la cual no tengo por que mi periodo de prácticas fue de seis meses”, manifestó Maestre. 

Indicó que en muchas ocasiones se ha visto en la necesidad de aplicar a ofertas en el que el sueldo es el salario mínimo, aunque esto no “justifica la inversión que la familia hizo durante cinco años”. “Trabajo es trabajo, me parece que se deben fomentar políticas públicas en las que los jóvenes puedan acceder a primeros empleos, justos y con salarios que vayan acorde a la inversión realizada”, aseveró Mederith Maestre. 

El 2017 está a dos semanas de terminar y esta joven ya resignó sus esperanzas de conseguir un empleo este año, mientras tanto, atiende el negocio familiar, una miscelánea en el barrio San Luis, en el suroccidente de Barranquilla, en la que venden regalos para la temporada de Navidad. 

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