El Heraldo
Cientos de aficionados salieron en caravana a las calles de Barranquilla para brincar, gritar y celebrar el triunfo de Junior. Luis Rodríguez
Barranquilla

El regalo de ser campeón

Cientos de hinchas salieron anoche a las calles, en caravana y llenos de júbilo, para festejar el nuevo título de Junior. Los aficionados llegaron hasta el Metropolitano.  

Que Junior se hiciera campeón, verlo campeón, ver que por fin entregase esa  estrella prometida a una multitud de furibundos, a veces pesimistas que, partido a partido, cruzaron los dedos, doblaron las rodillas, se rasgaron las vestiduras, recobraron la fe y sumaron y restaron para llegar hasta ocho. La octava, siete años anhelando la octava. “Mamá yo quiero ohh ohh (bis)... mamá yo quiero ganar. Que el Junior gane ohh ohh”, dice la canción que ahora se repite en toda la intersección de la calle Murillo con carrera 8, sur de Barranquilla. 

Tomarse la ciudad, disparar el legendario “Junior, tu papá”. Ese grito colectivo que se escuchó en medio del tráfico, que cientos de hinchas del Tiburón hicieron retumbar tras el pitazo final de un partido sufrido, como lo suelen ser las buenas finales de fútbol. Unos descamisados, sacudiendo banderas, otros besando la casaca rojiblanca, levantando las manos lo más alto, como si sostuvieran ellos la nueva estrella. Hasta cinco personas en una sola moto, hasta 20 aficionados en la parte trasera de una camioneta, gritando a todo pulmón, cantándole a Junior. 

La caravana que celebró el título arrebatado a Medellín en su propia casa partió de tantos barrios (Carrizal, Chiquinquirá, Rebolo, La Chinita, La Ceiba, Montes, Cordialidad, La Sierra, por mencionar apenas algunos) pero con la mayoría de sus habitantes conducidos a un mismo destino: el estadio Metropolitano Roberto Meléndez. Otros directo al Aeropuerto Ernesto Cortissoz para esperar al equipo campeón.

“Cómo se escucha esto de lindo. Mi Junior es campeón. Yo tenía este grito atorado en la garganta desde el miércoles, que lastimosamente no lo pudimos lograr, pero hoy sí y no hay palabras para explicar lo que se siente”, comenta Yamit Camargo en medio de los cánticos y de las motos que se cruzan y que se alzan en una llanta durante la caravana. 

“Esto me cambió el diciembre. Es el mejor regalo de Niño Dios, nosotros venimos pidiendo esto desde hace muchos años”, dijo Jhonatan Echeverría, que salió con sus amigos a celebrar en moto desde el barrio Santa María. 

Algunos habrán esperado más del juego, del toque, del dominio, del fútbol aéreo. Lo que sea. En medio de los cientos de carros, bicicletas, motos, camionetas, que desfilan improvisadamente por la Murillo, eso ya no importa. 

“Esta vez ya no es mentira. No es ninguna estrella falsa, es de verdad verdad”, dice Marlon Otero, que sacude una bandera rojiblanca. Lo dice porque hace cuatro años cientos de aficionados  celebraban un título que nunca ganaron.

Pero ahora, con toda seguridad, agradecen por el regalo de ser campeones: “Miren miren qué locura, miren miren qué pasión. Este es el glorioso Junior que viajó a Medallo y salió campeón”.

Teófilo Gutiérrez celebra a su llegada a Barranquilla, acompañado del alcalde y de su hijo, Alejandro Jr.
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