En la mañana de este martes, la Fundación Tejiendo Hilos de Fe by Esperanza, con el apoyo de la Arquidiócesis de Barranquilla y el Fondo ORIRI para la Transformación Social, inauguró la primera planta de confección con sentido social ‘Esperanza siembra Esperanza’ a través del cual 20 mujeres pospenadas obtendrán una nueva oportunidad económica.
Hay que señalar que este proyecto fortalece el proceso de resocialización a mujeres pospenadas del Centro de Rehabilitación El Buen Pastor de Barranquilla al ofrecerles oportunidades laborales con todos los beneficios de ley.
Claudia Quintero, directora de la Hilos de Fe by Esperanza, contó que aunque la meta es llegar a transformar la vida de 100 mujeres pospenadas, en esta primera fase ya cuentan con la participación de 20 de ellas, las cuales están vinculadas laboralmente en el maco de la ley.
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“El proyecto inicia dentro del Centro de Rehabilitación Buen Pastor Barranquilla. Hace siete años tocamos las puertas. Ese día sentí el ruido del candado y no volvió a salir de mi mente. Me encontré con una población estigmatizada socialmente, con carencia de amor propio, pero encontré también una población con conocimientos empíricos dispuestas a una transformación. Ahí llegamos con un proyecto de formación inclusiva, transformación social con enfoque productivo y una resocialización efectiva”, dijo Quintero.

Explicó que se trata de dos programas: Tejiendo Hilos de Fe, que se da dentro del Centro de Rehabilitación Buen Pastor, y otro programa, Siembra Esperanza, en alianza con la Arquidiócesis de Barranquilla, que precisamente se trata de la primera planta de confesión con sentido social.
“Queríamos trascender y una de las formas de trascender y que pudiéramos avanzar y abrazar a más población sería la primera planta de confesión con sentido social, teniendo el conocimiento que ellas tienen una formación permanente impartida por la Fundación Esperanza desde el Centro de Rehabilitación Buen Pastor y al salir del centro continúan con nosotros”, agregó.
Mencionó, además, que para poder llegar a este proyecto, la Fundación Tejiendo Hilos de Fe y Esperanza recibió el apoyo de ORIRI, el Fondo para la Transformación Social, al ser una de las 17 organizaciones seleccionadas a nivel nacional entre más de 796 postulaciones. Gracias a los recursos y mentorías brindados, la fundación pudo fortalecer su estructura y poner en marcha esta primera planta de confección con sentido social, logrando equipar el 30% de su capacidad instalada con máquinas y herramientas de trabajo.
Monseñor Pablo Salas, Arzobispo de Barranquilla, se unió a esta gran labor de trabajar por las pospenadas desde 2022 cuando entregó unas donaciones representadas en herramientas de trabajo para garantizar su productividad en emprendimientos y desde ahí el trabajo con la fundación Tejiendo Hilos de Fe ha sido determinante para este nuevo logro. “Para nosotros es importante acogerlas, recibirlas y trabajar desde los componentes, no solo de productividad, también con el proceso psicosocial, nutricional, espiritual y legal”.
Paula Fonseca, directora de ORIRI, resaltó que tienen como objetivo apoyar soluciones de valor extraordinario con propósito social por medio de un modelo de financiación innovador y un acompañamiento hecho a su medida.
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“Nos llena de emoción y de orgullo ver cómo el trabajo de la Fundación Tejiendo Hilos de Fe brinda respuestas a un gran desafío social como lo es la reinserción y a su vez está brindado nuevas oportunidades de vida a mujeres pospenadas en Barranquilla. Estos logros nos dan alegría y optimismo a todos los colombianos. Hoy reafirmamos que tomamos una excelente decisión al haber escogido a esta organización entre más de 700 iniciativas a nivel nacional', manifestó Fonseca.
El renacer de nuevas historias
Heidy Padilla ingresó a la penitenciaria el 28 de noviembre 2017, una fecha que su mente jamás podrá olvidar ya que es el día en que cumple su amado hijo.
“Para mí todo estaba perdido. Me preocupé, comencé a aprovechar la fundación, empezaba a echar las cursos, capacitaciones, comencé a trabajar con ellos, a ganar dinero. Igual ellos nos brindaban algo esencial que necesitábamos todas, que era el amor. Eso necesitábamos nosotras”, aseveró Padilla.
La mujer de 41 años afirmó que su verdadero infierno empezó con los años. “Salí el 6 de febrero de 2021, una semana, un mes después, empezó la pandemia. Y empecé otra vez yo, a volverme a encerrar, esta vez con mi familia. Empecé a tocar puertas y volví a tocar la puerta de esperanza. No me daban empleo con todas las leyes porque mi experiencia de postenada no los dejaba ellos que me contrataran legalmente. Y también les daban para explotarme. Pero yo con tal de coger experiencia me quedaba y eso me sirvió para tener las capacidades para participar de este nuevo proyecto”.
Liliana Reales contó que el 18 de abril 2018 ingresó al Buen Pastor para pagar los errores que había cometido en la vida. Fue condenada a diez años de cárcel pero gracias a Dios y con el apoyo de la Fundación Esperanza, que la certificó todo lo aprendido, pudo obtener redención de pena por trabajar y estudiar y solo pagó 4 años y 3 meses.
“En ese momento sentí que el mundo se acababa para mí, pero en medio de toda esa tormenta tenía la fe que todo tenía una explicación y un por qué. Fue así como conocí a la Fundación Esperanza en cabeza de la señora Claudia Quintero, que fue una luz en medio de la oscuridad, y de esa manera inicié un proceso de transformación que nunca imaginé. Con el proyecto capacitaciones, talleres y enseñanzas permanentes aprendí a descubrir que guardaba grandes habilidades en mis manos”, expresó Reales.
La mujer señaló que salió del Buen Pastor con prisión domiciliaria, con grandes ilusiones y un poco de temor, porque tenía que empezar una nueva vida.
“Me consiguieron un contrato laboral, en una empresa de confesión, donde inicié junto con otras compañeras, con grandes sueños por construir para mí y mi familia. Pero me enfrenté a una dura y cruel realidad, y me convencí que la verdadera cárcel no es el buen pastor, sino ahora donde las personas te rechazan y poco creen en tu dessocialización. Explotan tu condición despresidiaria y no nos aceptan en la sociedad. Fue un corto tiempo ahí, nuevamente derrotada, pero con la fe intacta” mencionó.
Asimismo, indicó que luego de toda esa experiencia vivida agradece el camino que la trajo hasta este nuevo proyecto en el que encontró un trabajo con “dignidad humana”.





















