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Sin bajar bandera, esa es la expresión que últimamente se escucha decir entre los vendedores informales del Centro de Barranquilla, cuando no han hecho ni una sola venta durante el día.

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Para ellos la jornada se hace eterna esperando que lleguen los clientes a sus puestos. Desde que empezó este año, las ventas han bajado en más del 60 %, es lo que aseguran los pequeños comerciantes del Centro de la ciudad.

Maryling Rada, lleva más de 13 años vendiendo artículos de ferretería en la acera de la calle 31 con carrera 40. Tanto para ella como para sus compañeros la situación cada día es más difícil, “se nos ha presentado una ola de escasez de venta total”, asegura.

Compara su situación con el año anterior, y las cifras no son nada alentadoras, antes - explica- en una buena temporada podían vender hasta $300 mil pesos y hoy “si acaso 100 mil o 50 mil pesos, y otras veces no bajamos bandera”.

Fotos archivo EL HERALDO

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Dice que el tiempo de pandemia “fue cruel” y que creía que todo volvería a la normalidad, “pero nada, yo creo que este año ha sido fatal”.

La misma situación la vive Yeselin Ruíz, vende ropa deportiva en la Carrera 43 con calle 35. Con el transcurrir de los meses ha ido perdiendo las esperanzas que la economía mejore. “Pensábamos que de pronto esto mejoraba, y pasaba un mes y nada, pasaba el otro y tampoco, cada día la situación se va poniendo más crítica”.

Al igual que otros vendedores informales, sus ventas el año anterior podían superar los $300 mil un día bueno, sobre todo cuando jugaba Junior, -dice-, pero ahora “viene a las nueve de la mañana y se va a las seis de la tarde y no vende uno nada”.

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Lo que más le preocupa a esta vendedora informal y a los cientos que trabajan en el Centro, es que diario se gastan más de $20 mil en promedio, entre transporte, almuerzos, y el pago del celador que les cuida el puesto. Muchos se ven obligados a recurrir a los ‘pagadiarios’. “La situación lo hace uno llegar a esos préstamos. Yo tengo tres pagadiarios', dice con preocupación.

A Juan Arroyo, los ‘pagadiarios’ también lo tienen agobiado, dice que se ve obligado a tomarlo por la situación económica que está viviendo. Lleva 25 años vendiendo bolsos, y después de la pandemia, este ha sido el momento económico más difícil que ha vivido él y sus compañeros de puesto.

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Para Isabel Insignares, con 17 años vendiendo ropa, dice que por la situación política que vive el país es la que ha desmejorado el comercio, “mire cómo están los pasillos, esto está solo”.

Joaquín Cervantes, presidente de Asovendedores, asegura que la desaceleración económica del país ha traído como resultado la reducción de los ingresos de las personas. 'Esta situación afecta gravemente a los vendedores informales, cuyas pequeñas economías son más susceptibles y dependen de la capacidad de consumo de los barranquilleros, el dinero no está circulando'.

La mayoría de los comerciantes informales ya se han inscrito en el programa ‘Credichévere’ que anunció el alcalde Alejandro Char, para no tener que recurrir a los ‘pagadiarios’.

Esperan con ansias la aprobación de sus créditos. Piden que el proceso sea más rápido.