En su segundo día de funcionamiento, el nuevo puente Pumarejo sigue recibiendo a decenas de personas que llegan con la intención de conocer esta megaestructura, que ha sido catalogado por propios y visitantes como una majestuosa obra arquitectónica.
Jóvenes, niños y adultos, con cámara en mano, cabellos despeinados y brazos abiertos posan en las barandas que divide la zona peatonal de los carriles del puente y dejan plasmada una sonrisa de oreja a oreja en una fotografía de recuerdo.
Las ventoleras decembrinas, que se sienten aún más fuertes en el puente, refrescan a los vendedores veteranos que transitan con dificultad en bicicleta y a los viajeros que se van arrimando a los costados de la vía en sus motos y carros para apreciar los detalles del puente.
Desde las 5 de la mañana, Antonio Daza, quien se presenta como el primer vendedor ambulante ubicado en el puente, se instaló en la zona peatonal para ofrecer a los turistas jugo de naranja, agua, Gatorade, cervezas y gaseosas.
'Mi puesto oficial era la rotonda de la 17, pero como vi que hicieron el puente nuevo, me vine para acá para incrementar las ventas. Sobre todo hoy, fin de semana, porque se vienen las familias', cuenta rodeado de varios clientes que disfrutan de unas cervezas.
'Me siento feliz, contento y orgulloso', dice Jesús Barroso, un niño que camina al lado de su padre, un barranquillero que trabajó en la construcción del Puente durante dos años y tres meses.
'Me gozó de estar acá con mi familia. De haber aportado un grano de arena para que este puente sea una realidad', afirma Ricardo Barroso, de 43 años, que eligió como plan de sábado la visita del Pumarejo.
Barranquilleros, cartageneros y samarios manejan a menos de 80 kilómetros/hora por esta estructura —que es lo permitido—, algunos se detienen, parquean sus carros, se bajan de sus automotores, miran de lado a lado y aprovechan para sacar su foto y su video en plena vía. Otros, aún más intrépidos, sacan sus celulares, y al ruedo, consiguen su postal.
Pero aún hay más, tres niños montados en una bicicleta, a toda velocidad, manejan por los separadores del puente y se detienen tan solo al ver varios policías que también patrullaban el lugar. 'Para, para, ahí viene la policía', grita uno de ellos mientras los otros sueltan la carcajada.
'Papi, mira, allá hay un hueco', indica un pequeño que transita por la zona peatonal con su padre y sus tres hermanos, señalando un desagüe que no está cubierto.
En la zona que conduce de Barranquilla a Ciénaga por la zona peatonal, la mayoría de estos tienen una tabla encima que los cubre, pero no se encuentra fijada al piso. Los desagües que cuentan con rejillas son aquellos que están ubicados en la zona peatonal de Ciénaga a Barranquilla.
Algunos carros de mulas, motoparrillas y bicitaxis parece que no les interesa subir al puente nuevo, pues toman la decisión de utilizar el antiguo, pese a que se encuentra cerrado por barreras viales.
Sin duda, el Pumarejo es hoy el nuevo atractivo de Barranquilla, pues en la mañana de este sábado ha sido el lugar ideal para el disfrute de las familias barranquilleras y el encanto para los viajeros.




















