La comunidad del barrio El Silencio aún lamenta la caída del árbol tipo bonga que, por muchos años, tuvo el papel de resguardar a decenas de familias del inclemente sol y calor de Barranquilla. Por décadas fue fuente de oxígeno y desde que se derrumbó el miércoles 3 de diciembre los residentes aún “lloran” su partida.
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“Estamos todavía llorando ese árbol. Era la fuente de oxígeno, de ventilación. Aquí lo que tenemos es un arboricidio. Las autoridades no están velando por el ecosistema ecológico urbano”, espetó el ciudadano Martín Alfonso.
Eran las 11:40 de la noche y la gran mayoría de los residentes se encontraban en “brazos de morfeo”, cuando Amilcar Real, el vigilante del parqueadero en el que se ubicaba el árbol, sintió un fuerte crujido. Su instinto lo obligó a correr, pero al observar cómo la sombra de la bonga lo atrapaba por completo decidió acostarse en el piso para poder salir gateando debajo de los carros.
“El árbol crujió y se cayó en menos de 4 segundos en 12 vehículos del parqueadero. (...) Ese día hacía mucha brisa. Y, simultáneamente, hubo una explosión porque se trajo los dos postes de luz y sus cables”, relató el hombre de 58 años, quien resultó con un golpe en la costilla.
De acuerdo con Amilcar, el árbol no estaba deteriorado, pero sí necesitaba mantenimiento, ya que estaba “muy pesado en sus ramas y requería que lo podaran para poderlo equilibrar”.
Para Sofía Pérez, la joven de 19 años que vive frente al parqueadero, la bonga se convirtió en paisaje para muchos residentes. Sus inmensas ramas les otorgaban sombra, mientras que ahora solo queda el sol y son pocos los vecinos los que se sientan en sus terrazas a tomar fresco.
“Sentí en parte nervios con lo que sucedió, porque nos pudo caer de este lado; pudo haber dañado la tienda, el restaurante, y nos pudo afectar un poco más a nosotros. Pero, gracias a Dios, los daños que hubo fueron materiales y no una persona perjudicada por esto”, expresó Pérez.
Es de resaltar que otras teorías rodean la caída del árbol, la principal es que la comunidad también cree que el desplome se debió a una fuga de agua en una tubería principal que permaneció varios días sin ser reparada, lo que habría deteriorado sus raíces.
Una problemática latente
En distintos puntos de la ciudad han acontecido este tipo de incidentes, principalmente por el descuido que tienen estos árboles, los cuales suelen adquirir enfermedades que los deterioran y propician su caída, generando daños a las comunidades.
De acuerdo con el botánico Hermes Cuadros, un árbol difícilmente se enferma y muere, ya que son organismos resilientes y longevos. Indicó que a estas especies se les quebranta su equilibrio por la escasez o la falta total de agua.
“Los árboles cultivados o en ambientes urbanos no cuentan con la protección de un ambiente natural modelado por millones de años de evolución, y dependen del manejo y los cuidados que les puedan brindar”, explicó el también docente de la Universidad del Atlántico.
Puso de presente que, en las ciudades, la iluminación artificial altera el ciclo fotosintético de las plantas, ya que estos organismos reciben luz las 24 horas del día. Sumado a esto, está la falta de sustrato adecuado para extender sus raíces, y obtener los nutrientes necesarios para su sobrevivencia, así como la ausencia total de riego, jardineras pequeñas, el vertimiento de aguas contaminadas con detergentes, petroquímicos, escombros, entre otros factores que propician su deterioro.
En palabras del profesional Mauricio Martínez, ingeniero forestal, la salud del árbol depende de tres recursos fundamentales: nutrientes del suelo, energía solar y agua. En caso de que estas condiciones desfavorables se prolonguen, el árbol se debilita y queda más expuesto a otros factores de riesgo.
Algunos de los síntomas físicos que se pueden observar en los árboles enfermos son las plagas, que generalmente corresponden a insectos u hongos patógenos.
Por otro lado, también se puede identificar un árbol deteriorado por varios signos, como la presencia de cuerpos fructíferos, musgos anómalos o pudriciones internas; hojas amarillas, necrosadas o caída prematura del follaje; grietas, cavidades, oquedades o zonas de descomposición en el tronco; plagas activas como comején, pajarita o barrenadores; debilitamiento del sistema radicular, exposición de raíces o pérdida de soporte; inclinaciones anómalas, fracturas o ramas secas, y una disminución general del vigor, evidenciada en el crecimiento reducido o la pérdida de densidad en la copa.
A su turno, Hernando Sánchez, biólogo y profesor de la Universidad Simón Bolívar, fue enfático en que las autoridades ambientales y municipales deben implementar protocolos de manejo arborícola urbano basados en estándares internacionales.
Asimismo, señaló que deben contar con un inventario actualizado del arbolado, realizar diagnósticos técnicos obligatorios cuando se reporten árboles enfermos, y garantizar podas correctas y seguras evitando prácticas inadecuadas.
“Proteger a los árboles es fundamental porque regulan el clima al reducir la temperatura, aumentar la humedad y mitigar las islas de calor. Recordemos que también mejoran la calidad del aire al capturar dióxido de carbono y otros contaminantes. Además, logran conservar los suelos y previenen la erosión e incrementa el bienestar humano al aportar sombra, paisaje y beneficios para la salud mental”, argumentó el científico.

Avances del Distrito
Actualmente, la ciudad no cuenta con un inventario forestal actualizado, lo que históricamente ha limitado la precisión en la identificación geográfica de árboles con afectaciones.
Sin embargo, EPA Barranquilla Verde se encuentra ejecutando el proyecto Censo Arbóreo del Distrito Fase 1, cuyo propósito es realizar el diagnóstico técnico y fitosanitario del arbolado urbano, mediante procedimientos de ingeniería forestal, silvicultura urbana, georreferenciación, tomografías, análisis de estructuras radiculares, evaluaciones de estabilidad mecánica y determinación de riesgos.
La dependencia le contó a EL HERALDO que los resultados del proyecto permitirán contar con un mapa oficial y actualizado que mostrará la distribución de los árboles enfermos en cada localidad intervenida conforme a cada etapa o fase en ejecución.
Es de destacar que, además de esta estrategia, Barranquilla Verde también realiza acciones tanto preventivas como correctivas, las cuales son la divulgación pedagógica sobre el cuidado y mantenimiento del arbolado urbano, atiende PQR relacionadas con árboles enfermos, en conflicto o en riesgo, y expide permisos de poda y tala según la necesidad técnica.
Además, desarrolla operativos y recorridos programados junto con la Oficina de Gestión del Riesgo y la ADI para realizar inspecciones preventivas durante temporadas climáticas de riesgo. Y evalúa la estabilidad mecánica de los árboles para prevenir volcamiento, caída de ramas y afectaciones a la infraestructura.
¿Cómo proceder en caso de tener un árbol con afectaciones?
De acuerdo con la autoridad ambiental distrital, lo primero que debe hacer el ciudadano es solicitar el permiso correspondiente para cualquier intervención, como poda técnica, control fitosanitario, equilibrio de copa, aclareo, entre otros.
Asimismo, sugieren no realizar cortes o podas sin autorización, ya que esto puede agravar el deterioro del árbol y generar riesgos, y, finalmente, notificar a través de la Línea de Reacción Inmediata cuando observen las inclinaciones severas o súbitas, apertura del suelo en la base, y los otros síntomas ya mencionados.
Por otro lado, advierten que deben mantener libres de acumulaciones de basura y escombros las áreas alrededor del árbol y evitar obras o excavaciones cercanas al sistema radicular sin autorización ambiental.




















