La música de la cantante y presentadora brasileña Xuxa se escucha de fondo, mientras inquietos y con sonrisas en sus infantiles rostros un grupo de pequeños de alrededor de cuatro años salta frenético al ritmo que les va marcando el ‘ilarié’, mientras son envueltos por una nube de pompas de jabón, unas burbujas que ellos mismos levantan mientras soplan.
Son la representación de la felicidad misma, una alegría amarilla. No hace falta que les pregunten mucho para que puedan identificar ese y otros siete sentimientos, cada uno con un color distintivo.
Ese fue el sentido de una estrategia ejecutada por parte del Programa de Atención Integral a la Primera Infancia del Distrito en colaboración con la organización United Way, en un programa que se desarrolló en los últimos tres meses en diez centros de desarrollo infantil del Distrito (CDI).
El objetivo fundamental era poder lograr que desde su infancia temprana pudieran identificar diferentes sentimientos y entrenarlos en inteligencia emocional y dominio, en el marco del llamado ‘Rincón de la Calma’, un espacio donde los pequeños pueden irse a refugiar y retomar la tranquilidad.
Educar las emociones
Patricia Vargas, directora del Programa de Atención Integral a la Primera Infancia del Distrito, explicó a EL HERALDO la relevancia que tuvo la primera implementación de esta estrategia en los CDI de la ciudad.
“Para nosotros como distrito, para el alcalde Alejandro Char, esto es clave, muy importante. Trabajamos la salud mental con el talento humano y con nuestros niños. A los niños de primera infancia, al ser muy pequeños, a veces no les es fácil expresar sus emociones. Y lo estamos enseñando a través del canto, del juego, cómo deben expresar sus emociones, porque todo no es alegría”, enfatizó.
La primera idea de la actividad es mostrarles que hay un variopinto grupo de sentimientos, y que no está mal sentirse algunos días en un color u otro: “Hay días que los niños amanecen tristes; los hay en que los niños amanecen con ansiedad. Entonces para nosotros es clave que ellos identifiquen esas emociones y las sepan interpretar. No solamente es la alegría y el llanto, sino las diferentes posturas que ellos toman a ciertas cosas, y por eso nosotros los estamos enseñando con unas herramientas claves para que ellos sepan identificar”.
La iniciativa logró cifras significativas y desde ahora se perfila para continuar el próximo año: “Estamos en 10 de los 144 CDI de Barranquilla, estamos llevando a más de 1.500 beneficiarios y 150 talentos humanos. Fue por tres meses, se acaba en este momento, pero ahora que retomemos convenio, esperamos continuar y seguir con esto”.
Kiwi, el ave multicolor
La barranquillera María Carolina Sara Rubio, coordinadora de impacto para la regional Caribe de la organización United Way, fue la encargada de tocar la puerta al Distrito y ofrecer el programa.
Ella fue quien entregó a la Alcaldía el concepto que se fundamenta sobre el personaje ‘Kiwi’, un ave que transforma su plumaje según el estado de ánimo de los más pequeños.
“United Way es una ONG que trabaja con diferentes actores del sector público y del sector privado. Hemos logrado articularnos con la Alcaldía de Barranquilla y podido llevar este programa de ‘Kiwi’ a los centros de desarrollo infantil, respondiendo a un reto actual, que es la salud mental y bienestar, tanto en los agentes educativos como en los niños y en las niñas”, detalló.
Los colores de ‘Kiwi’ se explican así: “Nosotros le llamamos solución educativa. Consiste en una estrategia que comprende ocho emociones que están asociadas a unos colores: la alegría amarilla, el enfado rojo, sorpresa azul, miedo verde, anticipación anaranjada, tristeza gris, la confianza fucsia, el desagrado morado y, por último, un color dorado, que representa la calma y el control”.
La tranquilidad dorada
Como se nota, todo el objetivo es lograr que los más pequeños, al reconocer todo su espectro emocional con un color sepan manejar desde las más extremas alegrías hasta las más profundas tristezas.
Para ello, se valen de juegos. Así, por ejemplo, con el fucsia de la confianza, los niños se vendan los ojos y son guiados a través de una pista de obstáculos por otro; con el naranja de la anticipación, deben meter una mano en una caja y prepararse para el objeto misterioso dentro, y con el amarillo alegría, se hace un ejercicio de música para llevarlos al mejor estado de ánimo.
Pero cuando un niño o niña se deja abrumar por cualquiera de estas emociones, aparece el ‘Rincón de la Calma’, donde uno de sus tutores lo acompaña, se sientan, hablan de sus emociones y, a través de diferentes ejercicios de relajación y meditación, pueden aprender a autogestionar la situación. El pájaro ‘Kiwi’ refleja ese estado con el color dorado, el superior a todos.
La agente educativa Gina Maldonado ha podido apreciar cómo sus pequeños, del CDI del barrio La Playa, han venido transformando su comportamiento para bien: “Desde un inicio comenzamos con esta experiencia invitando a los niños a conocer cada uno de los colores de ‘Kiwi’. Y que tenía diferentes emociones, entonces ahí los fuimos relacionando poco a poco, y ellos se fueron enamorando de ir canalizando cada una de las emociones. Todos han acogido de buena manera, les ha gustado, se han enamorado del personaje. Se han apropiado de él, lo cuidan”.
Tanto es así, que saben que no solo es el control sobre sus propios sentimientos, pues han desarrollado la empatía: “Se nota mucho el cambio, bastante; comportamientos como proteger al compañero; si está llorando, le preguntan qué tiene, por qué llora, buscan cómo calmarlo, cómo ayudarlo”.
Sentimientos que van a casa
Las madres que colaboran dentro de los procesos de los CDI también han notado un cambio interesante en la forma en la que pueden comunicarse con sus hijos. La idea es que este tipo de ejercicios se puedan llevar afuera de las aulas, a las mismas casas de los infantes.
Joselyn De la Cruz es una de esas madres, y da testimonio del cambio en la relación con su hija Noah Martínez, de cuatro años: “Mi hija ha aprendido a poder manejar todas sus emociones, a poder identificarlas. Ella me manifiesta cuando se siente triste, cuando se siente enojada, cuando está muy feliz; ha sido totalmente maravilloso para ella y para su crecimiento emocional, mental y social”.
La comunicación entre las dos también se volvió mucho más fluida: “Ya ella me puede expresar cualquier tipo de emociones, y la conversación es totalmente fluida. Algo que realmente se ha venido trabajando durante todo este programa, y los resultados son sorprendentes para la edad que tiene”.
Así, con el arco iris emocional que tienen dentro, estos pequeños empiezan a mostrar lo mejor de ellos mismos, para iluminar a los demás.


















