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Aunque Barranquilla cuenta con una amplia oferta institucional en materia educativa, la permanencia y la finalización de los procesos académicos siguen siendo los principales “cuellos de botella”. El reto no está únicamente en garantizar el acceso a la escuela, sino en que niños, niñas y jóvenes logren culminar sus estudios.

Detrás de cada caso de deserción escolar suelen estar factores económicos, familiares y sociales que van más allá de las aulas: desde la necesidad de trabajar para apoyar el hogar, hasta la falta de motivación y las dificultades en los entornos comunitarios.

Autoridades educativas y docentes coinciden en que se requieren estrategias integrales que no solo abran cupos, sino que acompañen a los estudiantes en todo su proceso. Programas de alimentación, refuerzos pedagógicos, atención psicosocial y espacios seguros son algunas de las herramientas clave para evitar que los alumnos abandonen sus trayectorias escolares.

El desafío está en convertir la amplia cobertura en verdaderas oportunidades de vida. Porque el éxito educativo de la ciudad no se mide solo en el número de matrículas, sino en la capacidad de lograr que cada estudiante permanezca, se gradúe y encuentre en la educación un camino para transformar su futuro.

La barranquillera Natalia Suárez*, de 16 años, fue beneficiaria en 2023 de una beca otorgada por el Gobierno nacional que le permitió ingresar a una institución privada para estudiar Ingeniería Electrónica. Para ella, proveniente del barrio Simón Bolívar, alcanzar este logro era un sueño que veía casi imposible.

“Siempre quise estudiar una carrera tan bonita, pero pensé que nunca tendría la oportunidad de entrar a la educación superior porque mi familia no cuenta con los recursos suficientes”, relató.

Aunque reconoce que la beca le abrió las puertas, el camino no ha sido fácil. “En alguna ocasión pensé en desertar, no solo por el costo del semestre, sino también por los pasajes de transporte, los materiales, los trabajos y hasta la comida. A veces se hace muy difícil”, confesó.

Sin embargo, con el apoyo constante de sus padres, Natalia ha logrado superar los obstáculos y mantiene firme su propósito: “Espero graduarme pronto y conseguir un trabajo que me permita retribuir el esfuerzo de mi familia y el mío propio”.

Algunos datos

El Informe 2025 “Conexiones que transforman”, presentado por las iniciativas Goyn Barranquilla y Nuestra Barranquilla, ofrece un panorama revelador sobre la situación actual de la juventud en Barranquilla. Sus hallazgos muestran una paradoja: mientras los jóvenes protagonizan procesos de innovación social y comunitaria, siguen enfrentando profundas brechas en educación, empleo y salud socioemocional.

En el ámbito educativo, el informe advierte que solo la mitad de los bachilleres logra ingresar de inmediato a la educación superior y, de ellos, casi el 50 % abandona antes de finalizar. Este dato refleja una fragilidad en la permanencia y en la capacidad del sistema para acompañar a los estudiantes más allá del acceso inicial. En lugar de ser un trampolín hacia la movilidad social, la educación continúa siendo un espacio de exclusión para muchos.

Aunque programas de gratuidad han ampliado las oportunidades en los últimos años, la directora de GOYN Barranquilla, Lilian Urueta, advirtió que “todavía queda mucho camino por recorrer para garantizar la permanencia educativa”.

Señaló que el estudio realizado también puso en evidencia la problemática de la extraedad escolar, que afecta directamente las probabilidades de continuidad. Mientras un joven que se gradúa a los 17 años tiene un 85 % de posibilidades de seguir estudiando, entre quienes lo hacen a los 20 o 21 años esa cifra se reduce drásticamente al 13 %.

“Cuando un joven interrumpe sus estudios y regresa en cursos que no corresponden a su edad, enfrenta mayores dificultades para mantenerse en el sistema”, explicó Urueta.

A pesar de los retos, el informe señala un avance: la proporción de jóvenes desconectados de la educación o el empleo —a quienes denominan “jóvenes con potencial”— bajó de 39,6 % en 2024 a 38 % en 2025.

La directora insistió en la necesidad de cambiar la narrativa social sobre la juventud: “Los jóvenes sí quieren estudiar, sí quieren trabajar, sí quieren emprender. El 80 % de los encuestados en la Universidad del Norte manifestó que desea continuar estudiando. Lo que enfrentan son barreras estructurales, no falta de interés”.

El informe, desarrollado con el apoyo de Fundación Corona, Nuestra Barranquilla, United Way Colombia y la Universidad del Norte, busca servir como insumo para diseñar políticas públicas y programas que fortalezcan la inclusión educativa y laboral en la ciudad.

Diana Senior, directora de Nuestra Barranquilla, sostuvo la baja participación juvenil también preocupa: más del 50 % de los jóvenes no se involucra en los procesos de construcción ciudadana. “Es indispensable abrir espacios reales de escucha, diseñar programas y políticas desde el diálogo directo con ellos, no desde un escritorio. Hay que valorar su voz”, agregó la vocera.

Agregó que ante el potencial local que existe en los jóvenes, se debe saber aprovechar la oportunidad para respaldarlos.

“Estos problemas son complejos y no se resuelven con la acción de una sola secretaría o política pública. Como sociedad tenemos que ser corresponsables y asumir un compromiso desde nuestras capacidades”, añadió.

En otras líneas

El estudio señaló que, en el plano laboral, seis de cada diez jóvenes acceden a un empleo gracias a redes familiares o de amistad. Si bien esto confirma la fuerza del capital social, también evidencia la ausencia de un mercado laboral equitativo y meritocrático. A ello se suma que casi la mitad de quienes trabajan lo hacen en la informalidad, y que el 84 % de los emprendimientos juveniles dependen de ahorros propios, con apenas un 12 % formalizado. Esta realidad limita las posibilidades de desarrollo económico sostenible.

El diagnóstico en salud socioemocional es aún más preocupante. Aunque el 95 % de los jóvenes está afiliado al sistema de salud, solo uno de cada diez accede a consultas preventivas de psicología. En contraste, el 60 % de los intentos de suicidio registrados en la ciudad corresponde a población joven. Esta contradicción muestra la desconexión entre cobertura y acceso real a servicios efectivos de cuidado emocional.

Sin embargo, el informe también resalta el potencial transformador de la juventud. Más de 200 colectivos juveniles están activos en la ciudad, multiplicando prácticas de innovación social, liderazgo comunitario y participación ciudadana. Aunque persiste la baja participación electoral, la juventud encuentra otras formas de incidir en la vida pública y transformar sus territorios.

En síntesis, el Informe 2025 confirma que el futuro de Barranquilla no depende únicamente de ampliar la oferta educativa o de salud, sino de fortalecer las redes de confianza que permiten a los jóvenes sostener trayectorias educativas, laborales y de bienestar. La clave está en reconocer que los jóvenes no son beneficiarios pasivos, sino agentes de cambio, y que su capital social, cuando es acompañado por políticas públicas efectivas, puede convertirse en la base de una ciudad más equitativa e inclusiva.

CortesíaFeria de Empleo Juvenil.

Avances desde el Distrito

Entre tanto, la Alcaldía de Barranquilla informó en el mes de agosto que la ciudad se consolidó como la ciudad con mayor crecimiento en acceso a la educación superior entre las principales capitales del país. Según el más reciente estudio del Ministerio de Educación, publicado por el SNIES, la ciudad pasó de un 49,6 % en 2023 a un 56,7 % en 2024, lo que representa un aumento histórico de 7,1 puntos porcentuales en tan solo un año.

Este resultado posiciona a Barranquilla como referente nacional en equidad educativa y ampliación de oportunidades para los jóvenes. Según el Distrito, el avance ha sido posible gracias al fortalecimiento de programas como IUB al Barrio, la puesta en marcha de nuevas sedes del Sena, el trabajo conjunto con la Universidad de Barranquilla y la Universidad del Atlántico, además de un robusto programa de becas que premia la excelencia académica.

El alcalde Alejandro Char destacó el impacto de la estrategia implementada en Barranquilla. “En enero de este año, la Universidad de Barranquilla recibió a 2.451 nuevos estudiantes, alcanzando una matrícula total de más de 14.000 jóvenes; cerraremos 2025 con 16.000 estudiantes activos, triplicando el número de jóvenes atendidos en solo tres años”.

El mandatario recalcó que en Barranquilla la educación superior dejó de ser un privilegio lejano para convertirse en un derecho real y transformador.

Sobre la salud socioemocional de los jóvenes

El profesor Mauricio Andrés Terrón Gloria, investigador del Departamento de Educación de la Universidad del Norte, señaló que los jóvenes de la ciudad atraviesan una “crisis de conexión” que afecta su salud socioemocional y su desarrollo social.

Aseguró que, de acuerdo con estudios de Uninorte, los principales retos son tres: el rechazo y la estigmatización social, la exposición creciente a sustancias psicoactivas y la falta de formación para la vida. Estos factores, sumados a la desconexión familiar y a las altas expectativas sobre la juventud, incrementan la ansiedad, la vulnerabilidad y el riesgo de consumo de drogas.

Terrón subrayó que el consumo no debe verse solo como un problema aislado, sino como la consecuencia de vacíos emocionales no resueltos. “Lo opuesto a la adicción no es la abstinencia, sino la conexión: con la familia, la escuela, la comunidad y proyectos de vida significativos”, afirmó.

Entre las recomendaciones, planteó crear espacios comunitarios de apoyo emocional, reformular los programas institucionales con la voz de los jóvenes, articular a los actores que trabajan con esta población e invertir en la formación de padres y docentes.