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El reciente informe mundial sobre las crisis alimentarias encontró que Colombia ha ingresado a la lista de países con inseguridad alimentaria aguda, debido a factores como la migración, los cambios climáticos extremos, los choques económicos, el conflicto y la inseguridad. Sin embargo, los reportes nacionales muestran resultados favorables para el país.

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Las profesoras del programa de Nutrición y Dietética de la Universidad Simón Bolívar, Marcela Prieto Tapias y Jesika Royero Meza, destacan que el reporte del Plan Mundial de Alimentos (PMA) 2024 refleja una mejora: en Colombia, la inseguridad se redujo del 30 % en 2022 al 25 % el año pasado.

“Se destacan las dimensiones de consumo aceptable, siendo que 52 % de los hogares utilizan estrategias de afrontamiento como la reducción de las porciones y la disminución del consumo de alimentos preferidos, entre otras”, explica Prieto, nutricionista dietista con un magíster en Actividad Física y Salud.

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Según las expertas, es necesario dar una mirada integral a la seguridad alimentaria y nutricional porque “gran porcentaje del gasto en los hogares se destina a la compra de alimentos (30 %) y 7 de cada 10 han tenido que emplear estrategias de medios de vida de manera intensiva como gastar ahorros, comprar alimentos a crédito y reducir gastos de educación o salud”, agrega Royero, especialista en Nutrición Clínica.

Reportes de informes

El informe de la Red Global de Crisis Alimentaria concluyó que el fenómeno de El Niño 2023/2024 es un riesgo para alrededor de 9,3 millones de personas en la mitad de los municipios del país, y que 2,9 millones “tienen altas probabilidades” de verse afectadas por la sequía y las pérdidas de cultivos y ganado.

De acuerdo con el análisis, la inseguridad alimentaria y nutricional se agravó en zonas rurales por los bajos ingresos y la vulnerabilidad a los fenómenos climáticos, “particularmente en los departamentos de La Guajira, Sucre, Caquetá, Córdoba, Arauca y Putumayo”, donde la mayoría de afectados están en las zonas urbanas, “lo que refleja la densidad de población”.

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Si bien esos indicadores exhiben una problemática, las entidades gubernamentales y privadas en Colombia vienen realizando alianzas estratégicas para consolidar el derecho humano a la alimentación. Además, el Plan Nacional de Desarrollo 2022-2026 promociona la lactancia materna, la alimentación complementaria y escolar y prioriza el reconocimiento de la gastronomía local.

“El país lleva varios años trabajando para lograr su soberanía alimentaria, para ello elaboró la política para el conocimiento, la salvaguardia y el fomento de la alimentación y las cocinas tradicionales”, refiere Royero. “Se han hecho encuentros nacionales y regionales, y procesos de investigación propia que han dado como resultado numerosos recetarios y documentos para comprender nuestra tradición culinaria”, complementa Prieto.

Sumado a la producción local de alimentos y las huertas caseras, los programas públicos deben conectarse con la transformación del sector agropecuario, la modernización de los procesos para desarrollar prácticas agrícolas sostenibles y la educación en alimentación sustentable a las familias.

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También debe considerarse la protección medioambiental mediante el ahorro de agua, energía y buena disposición de residuos sólidos y líquidos, puesto que los orgánicos pueden usarse como compostaje (residuos de café, té, cáscaras de huevo, restos de frutas, vegetales, raíces, tubérculos entre otros) y algunos inorgánicos son reciclables y reutilizables.

“De igual manera es importante impulsar la realización de educación alimentaria y la práctica de actividad física como estrategia para la prevención de enfermedades crónicas no transmisibles, promover el comercio de los pequeños agricultores en las principales plazas del país para beneficiar la economía local y fortalecer la vigilancia en inocuidad alimentaria para disminuir las enfermedades transmitidas por alimentos”, sugieren las profesoras.

ICBF