Han disputado una aguerrida batalla contra un desconocido contendiente. Han contado con armas limitadas, que han aprovechado para sacar ventaja, aún en los momentos más críticos.
Su escudo han sido las ganas de seguir adelante. Amilanarse no ha sido una opción para ellos, menos cuando la incertidumbre, el miedo y el dolor hacían mella en decenas de hogares por la pérdida de un ser querido por el abrupto fin de su negocio, aquel que lograron materializar tras años de esfuerzos y privaciones.
Son considerados héroes, aunque no tienen capa y su lucha ha sido anónima. Sin embargo, no son los únicos que se encuentran en medio de esta contienda. Como ellos, decenas de personas en todo el mundo han disputado una dura lucha, aunque algunos no pudieron salir avantes.
La resiliencia es una cualidad que adoptaron con el transcurrir de los días. En ningún momento han abandonado la actitud pujante que les ha permitido beneficiar a cientos de personas, así sea de forma indirecta.
En el marco de la conmemoración de los 211 años del Grito de Independencia de Colombia, EL HERALDO presenta la historia de cuatro personas que a pesar de las adversidades planteadas por la pandemia han logrado salir adelante.
Sin duda, un verdadero ejemplo de la pujanza del ser Caribe, que –así como en 1810– se han propuesto ser pieza clave en las filas de aquel ejército que dinamiza esta nueva realidad.
El incansable trabajo realizado por los voluntarios
Audis Munive y Marinela Fontalvo son dos nombres desconocidos para los ciudadanos del común, a pesar del arduo trabajo que han realizado desde el inicio de la pandemia en beneficio de los más necesitados.
El confinamiento no fue impedimento alguno para seguir con su labor, por la cual no reciben remuneración alguna. La satisfacción del deber cumplido se convierte en su mejor recompensa.
Ellos son dos de los 1.500 voluntarios que la Defensa Civil tiene en el Atlántico y que durante el último año han 'puesto el pecho' en medio de una complicada situación a causa de la pandemia.
'Ha sido una responsabilidad asumida por cada uno. El hecho de interactuar con personas nos convertía en un vector de contagio para nuestras familias. Hubo voluntarios que decidieron no salir por la situación, mientras que otros pudimos ayudar desde el inicio de la pandemia', asegura Marinela, una mujer de 43 años, de los cuales, 26 ha dedicado a esta labor altruista.
Con su característico traje naranja, los integrantes de la Defensa Civil se convirtieron en el apoyo de las autoridades para extender un mensaje de prevención y autocuidado en medio del momento más duro de esta coyuntura, –quizá– la más compleja que se ha vivido en el último siglo.
'Nos dedicamos a ayudar a que la población entienda la información, porque en redes sociales circularon muchas noticias falsas que crearon más pánico. Eso fue vital. También nos dimos cuenta que existe una realidad económica fuerte', sostiene Marinela, quien es contadora de profesión.
Sin duda, su aporte ha sido valioso. El esfuerzo desplegado por los barrios de la ciudad fue clave e impidió el colapso de la sociedad en medio del acelerado avance de este desconocido virus.
'Ha sido una tarea ardua. En los primeros meses era muy impactante llegar a algunos sectores con las ayudas de alimentos y ver la angustia de estas personas. Fue un reto que pudimos sobrellevar de buena manera', dice Aduis, integrante de la Defensa Civil desde hace 15 años.
Los voluntarios no han sido ajenos al flagelo de esta enfermedad. Por ejemplo, Audis sufrió los embates del virus y aún desconoce el sitio en que pudo haberse contagiado.
'Me contagié, a pesar de cumplir con todos los protocolos. No es claro si fue cuando estaba en mis labores, incluso, mis hijos se contagiaron. Es la hora y no sé si yo les llevé el virus a ellos, o por el contrario, ellos me contagiaron a mí', agrega.
Incluso, un compañero suyo no pudo superar los embates del virus, un golpe muy duro que ha servido como reflexión para los integrantes de esta organización, que ha brindado apoyo a la ciudadanía colombiana desde 1948.
Pero su labor no se detiene. En esta nueva etapa de la pandemia se han enfocado en el desarrollo de una estrategia ambiental para evitar que los tapabocas sean desechados de forma incorrecta en las calles, sin dejar de lado la asistencia pública a aquella población que sea víctima de calamidades.
Los bordados de esperanza que tejen dos mujeres atlanticenses
Ambas trabajan desde sus casas. La sala, terraza y algunas habitaciones hacen de taller de confecciones. De hecho, hasta sus viviendas se redujeron a tal punto que, en ocasiones, el espacio no es suficiente para albergar materia prima, maquinaria y el resultado de sus producciones.
La diseñadora de prendas textiles Shyrlis Díaz y la artesana Blesina Machacón son las protagonistas de esta historia. Aunque no se conocen, tienen varias cosas en común: la pasión por el arte y la moda, la generación de empleo a más familias y la actitud pujante que han tenido durante la pandemia para sacar a flote sus emprendimientos, pese a la crisis sanitaria y económica que ha vivido nuestro país.
Estas mujeres atlanticenses, prácticamente no han dejado de confeccionar. Sus máquinas, en el caso de Shyrlis, y las manos tejedoras de Blesina, se mantuvieron activas desde mayo de 2020. Durante toda la pandemia, solo un mes fue el que se suspendieron los bordados y la ejecución de prendas de vestir femeninas.
'En los primeros días del confinamiento, nos rebuscamos por otro lado, ya que el esposo de mi hija es auxiliar de albañilería y mototaxi, y mi esposo arregla calzado, entonces por ahí sustentamos el hogar', dijo Blesina a EL HERALDO.
La oriunda de Suan, Atlántico, lleva 30 años haciendo tejedurías en fique. Actualmente produce elementos de la línea hogar en este material, tales como: tapetes, individuales, canastos, servilleteros, centros de mesa, entre otros. Bolsos para mujer también hacen parte de su catálogo, que es ofrecido por Artesanías del Atlántico.
Shyrlis, por su parte, el primer mes de confinamiento dejó de producir para sus clientes habituales, pero confeccionó tapabocas quirúrgicos que enviaba por domicilio, desde su casa en el barrio La Victoria, en Barranquilla.
Cabe resaltar que Barranquilla, hasta el primer semestre de 2021, con un 4,2 % ocupa el cuarto lugar de participación en el mercado de confección en Colombia, según cifras de la Cámara Colombiana de Confección.
Generación de empleo
Uno de los aspectos positivos en los que la artesana y la diseñadora coinciden es que en medio de la covid-19 han aumentado el número de sus empleados, debido a la demanda que han tenido.
'Nosotros estábamos haciendo 8.000 prendas mensuales, pero ahora estamos en un proyecto de aumentar a 19.000, así que voy a necesitar más personas para poder lograr más o menos 4.500 prendas semanales', confirmó la barranquillera que, actualmente tiene 15 personas trabajando en su taller y 35 mujeres modistas que laboran desde sus hogares.
Blesina inició solo con su núcleo familiar (seis personas) y hoy día tiene involucradas a seis vecinas más. Afirma, además, que le hicieron un 'pedido grande' y está necesitando más mujeres.
Motivaciones
La diseñadora aprendió el arte textil empíricamente, pero hace dos años fue certificada por el Sena en Diseño de Prendas de Vestir. Hoy, es distribuidora de ropa femenina y la mayoría de sus clientes están en Cartagena. Shyrlis recuerda que todo se inició y se mantiene en su casa, donde empezó confeccionando prendas para sus hijos y ella.
'Me motiva vivir de esto, que más personas luzcan lo que diseño y que tenga trabajando conmigo más mujeres desde sus casas. Recuerdo que empecé con 12 unidades y hoy hacemos miles de ellas. Esto ha sido una bendición para mí y mis colaboradores', resalta.
Blesina le agradece a la abuela de sus hijos, Tomasa Rodríguez, por haberle enseñado a tejer a sus 16 años. 'Nos sentimos muy contentos porque es algo que nos gusta, que nos ha ayudado a salir adelante, es mucha la pasión que siento y es muy gratificante', reiteró.
Con sus testimonios, Shyrlis y Blesina desean que más mujeres logren salir adelante con sus talentos. Su mensaje es que 'nada ni nadie', incluso la pandemia, las puede detener.




















