
Mi gordita está mejor: Polilla sobre Fabiola
Polilla, el esposo de la Gorda Fabiola, aseguró en Bogotá que la comediante está recuperándose.
Dicen quienes se dedican al noble oficio de hacer que los demás se descuajaringuen de la risa, “que el humor es una cosa muy seria”, y preciso fue muy serio para Nelson Polanía ‘Polilla’, convencer a su esposa Fabiola, la gordita Fabiola, que debía quedarse internada en la clínica porque su corazón no andaba bien. Había sufrido varios infartos en el curso de los últimos días.
Parafraseando una jocosa canción de Romualdo Brito, no fueron uno ni dos, sino tres los infartos. El cuarto le sobrevino en el centro hospitalario, cuando los médicos habían programado intervenirla mañana jueves, cirugía que, con todo y sus riesgos, tuvo que adelantarse, pues el último episodio, lunes 3:30 de la madrugada, así lo obligaba.
Fabiola y Nelson habían salido el sábado anterior para que ella se sometiera a unos exámenes de rigor, pues según cuenta Rosario, hermana de la humorista, desde hacía más de quince días ella mostró síntomas de ahogo, punzadas en el pecho y taquicardia. Fue la misma Rosario quien le pidió la cita médica urgente, pero como son estas cosas de las EPS (dignas de esos fenómenos para anormales que Polilla y su mujer recrean en cada Sábados Felices), la cita la asignaron casi un mes después.
La gordita Fabiola no asimilaba que los análisis efectuados indicaban que debía ser trasladada a una central de urgencias, y de allí, pasar a una Unidad de Cuidados Intensivos. “Eso qué UCI ni qué nada”, increpó la comediante, reclamando su almuerzo: “Yo lo que tengo es hambre”, y Polilla le insistía: “Es en serio Fabiola, los exámenes no están nada bien”. “Bueno, pero al menos allá habrá televisor”, continuaba Fabiola con su habitual humor.
Ya aterrizada en la realidad, la pareja exclamó ¡Se nos armó la gorda!, como el nombre de la película que estrenarán el próximo 8 de enero. Y comenzaron las elucubraciones, luego de que la emergencia más delicada se presentara justo en la clínica, cuando ya Fabiola estaba en manos de los especialistas. “Esto no fue un infarto, sino una corazonada”, le dijo entonces la gordita a su consorte.
Fabiola Posada Pinedo, nacida en Santa Marta, fue sometida a una compleja revascularización, intervención quirúrgica que, en palabras de Rosario, fue como hacerle cuatro puentes con sus propios tejidos, para permitir que al corazón de Fabiola, no se le interrumpiera la irrigación. Fueron cuatro largas y angustiantes horas en la que hermana, hijos y nietos se sembraron en la sala de espera. Mientras Polilla, pensando en su gordita, salía, caminaba, pensaba y contestaba algunos de la avalancha de mensajes de aliento que empezó a recibir.
Al fin, el médico Maldonado, uno de los intervinientes, salió de las salas de cirugía con el parte favorable. Una operación exitosa, que daba cuenta de la fortaleza de la carismática humorista; y es que ella –dice Rosario Posada– soporta unos umbrales de dolor muy altos. Entonces, la única hermana de la gordita, mientras aguarda la hora de la visita en UCI, recuerda que la misma operación se la hicieron a su padre, Alejandro Posada, el hombre que propició la vida feliz de una familia con vena para las artes de la música, el humor y la mamadera de gallo, pues la broma en ellos ya es como asunto de misticismo.
Polilla es consciente de que la situación no fue para chistes, y que la corazonada de la que le habló su compañera, los lleva a replantearse algunas cosas de su vida. Relata el actor cómico que este impase es el más duro en sus dieciocho años de amores, que no pasaron ni aún durante el embarazo de alto riesgo del benjamín de Fabiola, ni cuando ella se sometió a una necesaria cirugía bariátrica con la que redujo su peso en más de cuarenta kilos.
Según cuentan los familiares de la gordita Fabiola, su permanecía en UCI será de un par de días más, en la habitación de al menos un semana, y en casa, tendrá un mes de recuperación. “Yo quiero llevármela ya”, advierte Nelson con tono ansioso, como ansiosa debe estar la querida samaria en la camilla de Cuidados Intensivos; añorando estar con su familia, a sus perritos y a su queso costeño, lo dicen Rosario y Alejandra, la mayor de los hijos de la gordita, fruto de sus primeras nupcias.
Y es que tan grande como las tallas de su línea de ropa, son la capacidad de recuperación de la gordita Fabiola y las ganas por reír y hacer reír. Alegría que viene de su arraigo costeño y que hoy se manifiesta en las expresiones de cariño de miles de televidentes. Lo reveló Alexandra Restrepo, compañera en el set de Sábados Felices, el corazón de Fabiola, en franca mejoría, ahora está asimilando lo mucho que le quiere la gente.