El arte contemporáneo se centra en las composiciones sociales. Si bien es cierto que las manifestaciones artísticas obedecen a la relación de los creativos con el entorno, en la última década grandes movimientos artísticos se han guiado a explorar la cotidianidad como elemento universal de conexión.
‘Esporas’, es muestra de ello, la nueva exposición de la pintora y escultora colombiana Manuela Echeverri, quien lleva esta muestra a ser exhibida en el Museo Bolivariano de Arte Contemporáneo de Santa Marta, uno de los íconos en la región.
La muestra está conformada por 20 obras en diferentes formatos y trabajados en técnicas bidimensionales en carboncillo, las cuales conllevan en su narrativa conceptual rostros y elementos de comunidades históricamente minorizadas en Colombia como la población infantil e indígena.
De los aspectos más destacables de la muestra está el uso de la caracterización nativa, en los cuales no se busca crear esquemas inventados, sino que todo se basa en la forma en la que los niños perciben y se desarrollan con el entorno.
Es por ellos que a estas obras se le suman otros participantes como frutas que llegan a dar los acervos de abundancia, pero también de color. Asimismo, relacionados con fauna, aquí águilas y monos son algunos de los que están presentes con mayor frecuencia, interpretando la conexión con la tierra y el cielo.
A pesar de que las pinturas son las protagonistas en la exhibición, la muestra de Echeverri también incluye otros formatos para la exhibición de la narrativa cotidiana incluyendo instalaciones y una serie de Podcast que ofrecen una mirada amplía sobre la diversidad.
Sin duda alguna un trabajo pensado desde el quehacer cotidiano. Cada uno de estos dibujos presentados en ‘Esporas’ recrean imágenes del trabajo de campo realizado por la artista en lugares como Cartagena, Necoclí, Tumaco y varios sitios en la selva y el río Amazonas. En ellos predomina la figura infantil, presentada como una alusión a la semilla y a la renovación.
Por lo que se encuentran acompañados por tres propuestas tridimensionales que obedecen a la premisa del individuo como partícula perteneciente a un todo vivo. Dos de estas obra, ubicadas en los jardines de museo invitan al espectador a participar de su creación, mientras que la escultura que acompaña los carboncillos fusiona en su apariencia al motor vital humano y a la nervadura de las hojas secas que en su ciclo terminan por alimentar las raíces que darán lugar a nuevos brotes.
La muestra estará disponible desde mediados del mes de marzo en la sala Alejandro Obregón del Museo de Arte contemporáneo de la ciudad de Santa Marta.




















