Compartir:

Contemplar el río Magdalena no es solo sumergirse en la riqueza de la arteria fluvial más importante del país, también es recordar que sus corrientes evocan historias del pasado, presente y futuro de Barranquilla. Allí, en el sector turístico más apetecido de la ciudad, estaba a punto de acontecer un espectáculo que abraza las raíces del Caribe.

Relacionado: Parque y nueva vía, el regalo a la Ciudadela en el cumpleaños de Barranquilla

Relacionado: Comienza la ‘Ruta por la Convivencia Escolar’ en colegios de Baranoa

Son las 7:00 p. m., el sol ya se había escondido, en el Gran Malecón las olas del río se escuchaban en su máximo esplendor y algunas embarcaciones transitaban con sus luces encendidas, mientras un grupo de jóvenes barranquilleros se alistaba para cantar bullerengue.

Las mujeres, pilares de esta tradición, se vestían con faldas coloridas preparando sus tocados y despojándose de sus zapatos. Una camisa negra que decía ‘Raza y folclor’ anunciaba que ese ritmo que palpita con el corazón del Caribe colombiano, donde cada nota es un tributo a la tierra y cada paso de baile una historia viva, iba a conquistar a cada visitante del sector.

De interés: Transmetro presenta el nuevo diseño de su tarjeta ‘Barranquilla es Chévere’

Mientras los hombres preparaban los tambores y sus sombreros, Cherlin Valdeblánquez empezaba a rememorar cómo nació una agrupación que desde hace 20 años se toma los espacios de La Arenosa al compás de un ritmo que busca salvaguardar las tradiciones de la región.

El 11 de abril de 2022, el mismo mes del cumpleaños de Barranquilla, la urbe en la que todos sus integrantes se formaron y en la que encontraron la inspiración para seguir demostrando que el arte es capaz de transformar sociedad, surgió esta agrupación folclórica.

Lea además: Asamblea del Atlántico aprueba cupo de endeudamiento por $500 mil millones

'Nació como un espacio para aprender sobre nuestras músicas del Caribe colombiano, pero nos enfocamos en bullerengue, porque iniciamos con la idea de tocar varios aires musicales, pero con el bullerengue pasa que te entregas completamente a él, no puede ser plato de segunda mesa; entonces, tomamos la decisión para poder aprenderlo bien, quedarnos solamente ejecutando y aprendiendo este fenómeno sonoro del Caribe'.

Un canto ancestral

El primer golpe en el tambor rompió el silencio como un trueno lejano, seguido por la respuesta inmediata de las caderas y los pies de las bailarinas. El canto poderoso y melódico de Cherlin se sintió en todas las inmediaciones del Caimán del Río.

Lea además: Gobernación reitera que en julio estará listo primer tramo de la Gran Vía

Desde el principio, la música fue su llamado, una fuerza ineludible que la atraía hacia las raíces profundas de la afrocolombianidad. Pero este llamado venía acompañado de una incertidumbre: ¿puede una mujer, cuya piel no refleja las tonalidades esperadas, ser portavoz de una tradición tan arraigada en la experiencia afro?

'Cuando yo empecé a cantar todo se sentía extraño, porque sentía que era muy blanca para cantar música de regiones afrocolombianas, sentía que por primera vez no pertenecía a un lugar, pero yo siempre he sido defensora de todo lo que tiene que ver con la diáspora africana y la afrocolombianidad, pues me identifico como una mujer afrocolombiana, aunque tengo una tez clara'.

Por si le interesa: ‘El Pollito’ Herrera oficializó su inscripción en el Festival Vallenato

La confusión inicial dio paso a la claridad cuando el bullerengue se convirtió en su idioma espiritual, una forma de expresión que trascendía los límites de la piel para hablar directamente al alma. Este ritmo, con su poder envolvente y su profunda conexión con la tierra y sus ancestros, no pedía permiso ni hacía distinciones, solo exigía entrega total.

'El bullerengue me envuelve mucho y ya no se convierte solamente en una música que tú haces y ya, como de pronto otros géneros, es una música que te tienes que entregar a ella completamente en tu cotidianidad'.

Tocadas desde el alma

Con tambor en mano, listo para entablar un diálogo sin palabras con el fluir del agua, el director musical y tamborero de ‘Raza y Folclor’, Camilo Niño, se sumerge en la paz y tranquilidad que solo su instrumento y la arteria fluvial le pueden brindar.

Lea también: 'Viajé a Europa para estudiar cosmetología, pero terminé enamorada de cocina'

Su tambor no busca imponerse, sino más bien acompañar, dialogar y fusionarse con las sonoridades que el río ofrece. Cada golpe en el cuero tensado profesaba el amor que le tiene a su oficio. 'Lo único que pienso es acompañar los sonidos que este me brinda. Yo siendo músico veo el río como un conjunto de sonidos interpretados por la naturaleza, el canto de las aves que habitan en sus aguas, el sonido de la corriente'.

La agrupación folclórica ‘Raza y Folclor’ fue fundada por William Niño y Zunilda Pérez hace aproximadamente 20 años, buscando preservar las tradiciones musicales autóctonas del territorio.

Lea además: El Eclipse solar total que los amantes a la ciencia disfrutarán este lunes

Actualmente, el legado lo porta su hijo Camilo Niño Pérez, estableciendo una nueva visión musical a través de la interpretación de bailes cantados.

'Al momento de tocar mi tambor libero todo lo que me pasa en el día, cada momento de estrés, cada incomodidad es liberada. Es el momento donde yo deshago todo lo que me pasa. Y al mismo tiempo libero muchas cosas. Es hermoso hacer parte de esto', dijo Camilo Niño.

Bailando y conectando

Para quienes lo bailan y lo viven, el bullerengue es más que un simple ritmo, es una invitación a un diálogo íntimo y apasionado con la música, un espacio donde la expresión personal y la conexión comunal se unen en una danza de alegría y resistencia.

Así lo es para Yizlaine Zambrano, una de las bailadoras que hace parte de los 15 integrantes que componen esta agrupación. Ella se sumerge en una conversación rítmica, en la que el tambor no solo marca el paso, sino que invita, seduce y reta.

Además: ‘Beber’, tema que refresca la carrera de Karen Lizarazo

'Es hermoso sentir los golpes y pues de las cosas que más me gusta es la dinámica que tiene el bullerengue, que es estar pendiente cuando te está llamando el tambor, estar pendiente del coqueteo del bailador; entonces, hay un dinamismo en el que tú te sumerges ahí y entras en un juego y nadie te puede sacar de ese momento'.

Un río de manifestaciones

Los 15 integrantes de la agrupación son conscientes de que Barranquilla ha construido su identidad sobre la base de una hospitalidad sin límites y una capacidad única para abrazar y celebrar la riqueza cultural de su gente.

Además: Totó necesita respaldo para volver a Colombia

Desde los ritmos envolventes del bullerengue hasta las historias tejidas en las caderas que danzan al son del mapalé, Barranquilla ha demostrado ser más que un mero escenario, es una promotora activa de la cultura.

'Barranquilla acoge todas esas manifestaciones y a todas esas personas que traen esas manifestaciones y les da la oportunidad de mostrarse y proyectar su espectáculo o su tradicionalidad. Aquí todos encuentran un espacio para expresar sus raíces', dijo el director musical y tamborero, Camilo Niño.