Colgar botas de Navidad cada diciembre es algo muy común en los hogares. Los cuelgan en las puertas, en una repisa, en una pared o si tiene chimenea.
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Su objetivo es dejar listo el lugar donde Papá Noel depositará regalos, dulces o pequeños detalles. Pero esta costumbre, tan popular hoy, tiene una historia más antigua y emotiva.
El relato que da vida a esta tradición nace en plena Edad Media. Según la leyenda, un hombre cayó en la pobreza tras la muerte de su esposa. Vivía con sus tres hijas, quienes se enamoraron, pero ningún pretendiente tenía dinero suficiente para asumir los gastos del matrimonio.

Santa Claus, un hombre que ayudaba mucho a las personas, enterado de la situación, decidió ayudar de manera discreta. La noche de Navidad dejó caer tres monedas de oro por la chimenea.
Las piezas rodaron hasta caer dentro de unas medias que las jóvenes habían dejado secando junto al fuego. A la mañana siguiente, las muchachas encontraron el inesperado regalo que les permitió cumplir sus sueños y comenzar una nueva vida.

¿Por qué se cuelgan las botas en la chimenea en Navidad?
Aunque se tiene radiadores y calefacción moderna, la tradición sigue siendo la misma. Históricamente, los calcetines se colocaban en la chimenea por dos motivos principales que era para que se secaran y porque Santa Claus entraba por la chimenea.
Según la tradición, Papá Noel accedía a los hogares a través de la chimenea. Colocar ahí los calcetines garantizaba que los viera enseguida y dejara los regalos dentro de ellos.

Aunque la chimenea ya no es un elemento común en la mayoría de las casas, la costumbre no se ha perdido. También han adoptado dejarle comida o bebida para Papá Noel.
En Francia, los niños dejan sus zapatos bajo el árbol para que Santa Claus los llene de dulces y juguetes. Cada cultura adapta el gesto a sus costumbres, pero el propósito siempre es celebrar la magia navideña.




















