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La Fundación Barranquilla+20 continúa fortaleciendo la presencia y la incidencia de las mujeres colombianas y del mundo en la COP30, llevando un mensaje urgente: no se puede permitir ningún retroceso en la agenda de género dentro de las negociaciones climáticas.

Aunque han pasado más de treinta años desde el inicio de este proceso global, la igualdad de género sigue siendo tratada como un tema secundario, pese a que las mujeres de territorios indígenas, rurales, costeros y urbanos populares están entre las más afectadas por la crisis climática.

Desde el inicio de la COP30, la delegación ha participado en side events, diálogos de incidencia y articulaciones estratégicas con redes y organizaciones de América Latina y del mundo. La agenda incluye encuentros sobre gobernanza del agua, biodiversidad, juventudes y acciones para fortalecer las capacidades de defensoras del territorio.

Cada participación ha buscado elevar la voz colectiva de las mujeres y exigir que sus experiencias, saberes y propuestas sean incorporadas de forma vinculante en las decisiones climáticas. La directora de la Fundación Barranquilla+20, Xiomara Acevedo, destacó la importancia del momento actual dentro de las negociaciones.

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“La justicia climática depende de que tengamos un nuevo texto sólido para el Plan de Acción de Género y Clima. Las mujeres del mundo esperamos un plan realmente operativo, con herramientas claras para su implementación, que incluya temas esenciales como los cuidados; el reconocimiento de las mujeres afrodescendientes, indígenas y de los territorios; y la generación de datos desagregados por sexo, género y edad. Necesitamos un plan que durante los próximos nueve años cierre brechas estructurales que ya existen y que la crisis climática profundiza. Solo así podremos avanzar con un enfoque de justicia climática basado en derechos humanos, equidad y en el reconocimiento de las presentes y futuras generaciones”.

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Por su parte, Laura Marrero, negociadora de género y delegada de Uruguay, se refirió al estado de la negociación y a los desafíos que enfrenta el texto final.

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“La negociación no está siendo sencilla. Algunos países están intentando introducir menciones que no fueron acordadas anteriormente o incluir consideraciones nacionales que no reflejan el consenso construido en años previos. Por eso varias delegaciones estamos articulando esfuerzos para evitar retrocesos y asegurar que el texto mantenga los avances logrados en el reconocimiento de los impactos diferenciados que enfrentan las mujeres en sus territorios. Nuestro objetivo es conseguir un plan más ambicioso y con acciones claras que realmente mejoren la calidad de vida de quienes más lo necesitan”.