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Lucero Giraldo no cabe de la dicha al pasar por el callejón de la carrera 59 con calle 59, en el norte de Barranquilla, y ver cómo la pieza que tejió en trapillo hace parte de una galería de arte al aire libre en el sector patrimonial del barrio El Prado.

“Eso es una maravilla, eso para mí es una alegría muy grande porque nunca pensé que esto llegara, este arte de entretenimiento, que inicialmente lo es de entretenimiento, porque es un arte que se utiliza para mucho”, cuenta la emocionada mujer.

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Giraldo es oriunda de Medellín, actualmente se desempeña como estilista y también hace parte del Club de Tejedoras que, en alianza con las artesanas de Arte y Tejido de Chorrera, corregimiento de Juan de Acosta (Atlántico), le dieron vida a la obra ‘Barracudas al Vuelo’.

Se trata de un proyecto que se inspira en las pinturas que el maestro Alejandro Obregón diseñó en los años 60, dedicadas al esplendor del Caribe.

Cartas de colores

Jeisson Gutierrez/EL HERALDO

Durante dos días, 64 tejedoras trabajaron en 82 barracudas, de estas 16 son las más grandes, alcanzando una dimensión máxima de 1,80 x 70 metros, reutilizando trapillos donados por un almacén de pantalones y contando con 14 cartas de colores basados en los retazos que recibieron.

“Esta actividad me ha servido también para la salud y para entretenerme. Para mí ha sido muy bonito, maravilloso. Y ahora que hay tanto turista en Barranquilla, más todavía, porque vienen y ven todo el arte. Se trabajaron los colores fuertes, tanto amarillos, rojos, se trabajaron los rosados y los azules”, manifiesta Giraldo, de 62 años, quien recuerda que aprendió a tejer en el colegio, gracias a una asignatura donde le enseñaron manualidades.

‘Barracudas al Vuelo’ se dio en el marco de Ixel Moda y Barranquilla es Moda 2025, e incluyen barracudas macro, emergentes, colgantes y piezas personales. Fueron instaladas de tal manera en el icónico callejón de Gases del Caribe.

Puesta en escena

Jeisson Gutierrez/EL HERALDO

Gran parte de las piezas cuelgan de la fachada de la edificación, dando una ilusión óptica de estar volando, ayudadas por el viento que se siente fuerte en esta época del año. Mientras que otro grupo ‘emerge’ de las zonas verdes, como si las barracudas hubieran sido alcanzadas por las redes de los pescadores.

“Tuve la fortuna de conocer al maestro Alejandro Obregón y era inspirador verlo, porque sus ojos, su cabello, sus bigotes y la indumentaria que llevaba era colorida, era caribe. Entonces él era una persona que irradiaba lo que promovió, ese arte moderno, introdujo a Colombia en el Expresionismo. Siempre he pensado que hay que lograr que las nuevas generaciones, que no conocen mucho su obra, puedan palpar la combinación de trazos, colores y diseños tan importantes que él pudo hacer para representar lo que tenía su mundo colorido interior”, dice María Mercedes Botero.

En ese sentido, Merce dirigió el proyecto junto con Martha Pérez y Mery Pérez. Yamelis Molina, artesana de Chorrera, coordinó. Y como artistas invitados estuvieron: Alex de la Torre, Karina Berdugo, Andrés Ribón, Valentina Ribera, Angie Mansur y Claudia Buitrago. Todos ellos, en conjunto, lograron materializar la obra colectiva.

“Como este es el Parque de Los Fundadores, que tiene el concepto de los primeros tiempos de la Scadta, el vuelo... y Barranquilla es una ciudad de mucho vuelo, yo dije: fusionemos estos dos conceptos. Primero estudiamos la obra y luego nos reunimos dos días enteros a desarrollar la técnica. Aquí no se compró ni un pedacito de hilo, todo es reutilizado. Nos dieron retazos de las telas y eso es un arte que vale la pena promover, porque es sostenible”, explica Botero.

Jeisson Gutierrez/EL HERALDO

En este arte, las participantes no dejaron nada al azar y se fijaron en cada detalle. Con los trazos en crochet, lograron representar, incluso, las escamas de las barracudas. Bordearon el hierro que marcaba la figura y, posteriormente, cada una dejó su sello: ninguna se parece a la otra pieza.

Al analizar dichos trazos con detenimiento, las técnicas no son las mismas, algunas barracudas fueron tejidas a partir de líneas y otras a partir de redes. Esos detalles son los que identifican a cada una de sus autoras.

“Es un sello personal. Cuando ellas quieren llenar y tienen una estructura que tiene unas ciertas divisiones, su movimiento es totalmente distinto al que ella quiso, a que esta tejedora quiso, jugó con líneas y aquí jugó con cadenetas formando movimientos”, destaca Martha Pérez.

Un talento garantizado

Es de resaltar que son mujeres emprendedoras, cuyo talento con las manos garantizan la calidad del trabajo. Y eso se refleja en la durabilidad de las barracudas tejidas y que son expuestas al clima y al viento. Más de 15 días después, lucen intactas.

Así han logrado abrirse mercado en el extranjero. Solo las artesanas de Arte y Tejido de Chorrera tienen espacio en ocho países actualmente, según destaca Mery Pérez, docente de las tejedoras.

Jeisson Gutierrez/EL HERALDO

“Cómo una tarea que te enseñó tu abuelita para aplacarte, porque nos aplacaba a todas las niñas, éramos muchas primas, nos aplacaba en la casa para tejer, iba a resultar en una cosa tan maravillosa como es esto. No solamente es un arte, sino que les ayuda en el diario vivir. También su salud mental, porque hay muchas personas que llegan no para comercializar, sino para aplacar su ansiedad, su sistema nervioso y compartir”, expresa la profe.

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A través de este arte, están creando comunidad y están trabajando en su bienestar, con coloridos resultados que hoy son una galería a cielo abierto en la ciudad.