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Con solo ver su cara transmitía felicidad. Su rostro era significado de familiaridad. Por ello, cuando ese 11 de agosto de 2014 el mundo se enteraba de su muerte, todos sus fans fueron un poco más tristes. La vida fue un poco más injusta para ellos. Hace una década murió Robin Williams, uno de los actores que marcó época en el cine.

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Nacido el 21 de julio de 1951 en Chicago, Robin fue uno de esos actores y comediantes para los que el hacer reír al otro era más importante, aún cuando por dentro todo no estuviera bien y lo llevara a tomar la decisión de acabar con su vida.

Pero, en lo que dejó huella sin duda fue en el mundo de las artes con papeles icónicos en películas como Buenos días, Vietnam, La sociedad de los poetas muertos, Hook: El capitán Garfio, El hombre bicentenario, Jumanji o Mente indomable, cinta por la que se llevó el Óscar a Mejor actor de reparto.

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Por ello, ahora que se cumple una década de esa decisión que tomó a causa de la demencia con cuerpos de Lewy, cuyos síntomas son similares a los del Alzheimer y el Parkinson, es necesario recordar a ese hombre de la sonrisa eterna que hizo al mundo un poco más feliz.

Maestro de la improvisación

La escuela de Robin Williams es la de la comedia y para resaltar en el exigente mundo del espectáculo norteamericano se necesita una chispa y una improvisación por encima de lo convencional. Eso fue algo que llevó al cine, al punto de ser su sello.

De acuerdo con el director de cine barranquillero Roberto Flores Prieto, inclusive ponía en aprietos a veces a los compañeros de escena porque podía salir con cualquier cosa, en personaje, pero “podía irse a otro territorio y si se encontraban con actores que eran muy de aferrados al texto la pasaban mal, pero cuando encontraban actores o actrices bien parados era un gran compañero de escena”.

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Otra de las características que resaltó el cineasta es que el trabajo de Robin Williams era un trabajo honesto, lograba sacar todas las emociones en el momento preciso y lo hacía de la manera que debía hacerlo.

“Era muy auténtico y él estaba a flor de piel. En ese sentido, su risa era risa, su llanto era llanto, su dolor era dolor verdadero, era un tipo muy auténtico y eso es algo que en cualquier expresión artística es difícil. Es como cuando no han pasado cinco segundos de un instrumento y tú sabes quién está tocando, o en pintura, por una pincelada o la forma de la espátula sabes de quién es el cuadro. Así era Robin Williams”, comentó el cineasta a EL HERALDO.

En ese sentido, explica Flores, Robin tenía una cosa que es muy importante en la vida, y era la capacidad de reírse de sí mismo, de no tomarse tan en serio todo y eso hacía que uno pudiera tomar riesgos de cualquier tipo, tanto de hacer un papel en una película taquillera o hacer algo por amor al arte.

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“No estaba obsesionado con esa idea de ‘¿qué van a pensar de mí como actor?’, sino que iba y se mandaba y se arriesgaba. Además que él era un “payaso”, por su forma de hacer reír, incluso tiene una película, Patch Adams, en la que interpreta a un payaso, pero no hay nada más fuerte que cuando un payaso llora y él lo lograba increíblemente”.

Cortesía Richard Harbaugh/AMPAS

Los héroes del común

Si se ven los personajes que interpretó Robin Williams a lo largo de su carrera, generalmente eran personas del común que a través de sus historias lograba resaltar a esos héroes que normalmente no son vistos en la sociedad.

Para Óscar Arias Díaz, Doctor en Comunicación, docente e Investigador de la Universidad del Norte, “los personajes de Robin Williams son un retrato de aquellos héroes del común. Profesores, padres, escritores e incluso seres invisibles como el personaje de Retrato de una obsesión de 2002. En este orden es hacer extraordinario aquello que parece ordinario”.

Es así como la nostalgia y los distintos personajes dentro del rango de esta leyenda, que nos dejó prematuramente hacen que todavía esté en el colectivo popular.

“De igual manera, su obra en volumen y calidad hace que todavía se encuentre vigente en distintas plataformas, canales de televisión, entre otras ventanas de exhibición”, añadió el investigador.

Y este hecho hace que haya tenido un rango actoral de muchos géneros y en todos se movía de la mejor manera, con absoluto profesionalismo.

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Contratar a habitantes de la calle

A lo largo de su carrera Robin Williams fue conocido siempre por su gran corazón, pero uno de los gestos que más demuestran la calidad humana que tenía era que exigía a las producciones en las que trabaja que se contratara a un determinado número de habitantes de la calle.

Cuando recibí los requisitos de Robin Williams quedé sorprendido. Él tenía una cláusula en la que solicitaba que por cada evento o película que hiciera, la compañía contratante tenía que tomar también los servicios de personas sin hogar para ponerlas a trabajar”, dijo el productor Brian Lord, quien en su momento reveló el hecho.

Cortesía Richard Harbaugh/AMPAS