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Los viajes al espacio, incluso de corta duración, son un desafío para la salud, con cambios a muchos niveles, aunque gran parte se normalizan al regreso.

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Lo anterior lo determinó un estudio liderado por un centenar de instituciones científicas y cuyos resultados publican varias revistas del grupo Nature.

Viajar al espacio induce cambios moleculares, celulares y fisiológicos y plantea innumerables retos biomédicos al cuerpo humano, que serán cada vez más relevantes a medida que más personas se aventuran.

Los investigadores han usado datos de estancias de hasta un año en la Estación Espacial Internacional (EEI), pero la novedad es el análisis de los datos recopilados en ‘Inspiration 4’, la primera misión privada con una tripulación únicamente de astronautas civiles.

En 2021, dos mujeres y dos hombres pasaron tres días a 590 kilómetros de la Tierra (unos 200 por encima de la EEI), donde realizaron diversos experimentos y tomaron muestras de sangre, saliva, heces o biopsias de piel.

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Esa misión de corta duración en órbita terrestre baja provocó cambios a múltiples niveles, algunos de los cuales reflejaban los de vuelos de mayor duración, aunque “no supuso un riesgo significativo para la salud de la tripulación”.

Vuelta a la normalidad

La mayoría de los cambios en la química de la sangre, las proteínas o en la expresión génica vuelven “a la normalidad en unos meses” tras el regreso, destacó Chirstopher Mason, de la Escuela de Medicina de Nueva York, firmante de varios artículos.

Aunque un 95 % de los marcadores vuelven a su valor de referencia en los meses posteriores al final de la misión, algunas proteínas y genes parecen activarse solo durante la recuperación y persisten al menos tres meses.

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Esto sugiere que la readaptación a la Tierra activa, una serie de mecanismos reparadores que ayudan a recuperar, el estrés fisiológico impuesto por la exposición al entorno espacial.

Atención a los riñones

Entre los estudios, uno encabezado por el University College de Londres, advierte de que la estructura y función de los riñones se ve alterada por la radiación, tanto solar como galáctica (la del espacio profundo), hasta un punto que podría poner en riesgo una misión a Marte.

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La investigación simuló con ratones la exposición a radiación galáctica similar a la que se sufriría en un viaje a Marte y el resultado fue daños permanentes y pérdida de función de los riñones.

Esta investigación ocurre de cara a los que serán vuelos comerciales al espacio.