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El olor inconfundible del café acompañó las letras magistrales de Gabriel García Márquez durante gran parte de su vida, especialmente a comienzos de la década de 1950 cuando escribía, precisamente, para EL HERALDO su columna La Jirafa.

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Allí, cuando ‘Gabito’ tecleaba en su máquina de escribir en la antigua sede de esta casa editorial, en la calle 33 con carrera 40, era uno de los clientes fieles al café ‘El Maizal’, ubicado al frente de la redacción.

Acompañado de los periodistas de la época, García Márquez se sentaba a tertuliar en el café y cuando el momento lo ameritaba pedía que se lo llevaran hasta su escritorio.

Y es justamente toda esa relación con el café ‘El Maizal’ y con quien le llevaba las tazas hasta su escritorio, que el director barranquillero Hernando Olivares, quien precisamente era hijo de la dueña del lugar, toma para recrear una historia en su película Un café para Gabo, que empezará a rodarse en Barranquilla el próximo mes de marzo.

'Gabo y lo que fue después el Grupo de Barranquilla con Germán Vargas, Alfonso Fuenmayor y Álvaro Cepeda iban a tomar café. Se reunían ahí en las mañanas, cuando la redacción estaba suave. En la tarde, cuando ya estaban sobre el cierre y estaban con la ansiedad y la cosa, llamaban a mi mamá por teléfono. ‘Emita, Emita, manda los cafés’. Entonces, mi hermano mayor les llevaba los cafés a la redacción del periódico', contó Olivares.

Por ello, tomando como inspiración esas idas y vueltas de su hermano hasta la redacción de EL HERALDO y llevarle el café crea esta película que mostrará esa relación entre el joven periodista y el pequeño mesero.

La historia

Esta película estará enmarcada en dos épocas puntuales. La primera será la vida de García Márquez en los años 50 y luego en la Barranquilla del 2014, cuando el Nobel de Literatura muere.

'En la película, al mesero que sirve el café le gusta la poesía y Gabo se convierte en su mentor y comienza a enseñarle a escribir. Luego se gana un concurso intercolegial y se va para Estados Unidos, se queda allá y regresa 50 años después, cuando Gabo se muere, y se reencuentra con su madre con la nostalgia de cómo los tiempos cambian'.

En ese sentido, la película arranca en Nueva York cuando el protagonista se entera de la muerte de su mentor y 'hay un flashback largo hacia la Barranquilla de los 50, la época de EL HERALDO, del Grupo de Barranquilla, cómo se va gestando, la relación de Gabo con el muchacho, hasta que la película vuelve al 2014'.

Por ello, el cineasta barranquillero quería que la cinta tuviera ese sabor costeño y realizó en el mes de diciembre un casting con diferentes colectivos teatrales y artísticos de la ciudad para tener esa cuota local en su filme.

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Su relación con Gabo

La relación de Hernando Olivares con Gabriel García Márquez no solo se limita a esa cercanía de su madre y su hermano a través del café, sino que el propio cineasta fue pupilo de Gabo cuando el cataquero era profesor en la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños, de Cuba.

Hasta allá llegó Olivares para formarse como cineasta, y tan misteriosa como es la vida lo reunió con el amante del café de su madre.

'Cuando yo me voy para Cuba, Germán Vargas Cantillo me dice: Gabo está necesitando dos libros para terminar El general en su laberinto. No los consigue en México porque esos libros fueron publicados por el mismo autor. Él me entrega los libros y el día que yo llego, sábado, me están esperando para llevarme a la Escuela. Allá hablé con la directora y me dijo que los libros se los daría personalmente a Gabo al día siguiente'.

El domingo caluroso llegó. Gabo, puntual, apareció a las 4 de la tarde preguntando por lo que necesitaba, sin antes sacar ese lado caribe y ‘mamador de gallo’, característico de este lado del mundo.

'Me comienza a decir ¿tú quién eres? Yo le dije yo me llamo fulano de tal. ¿Y tú qué haces en EL HERALDO? Yo soy colaborador, yo escribo. Pero esta escuela no es para periodistas, esta escuela es para cineastas, tú tienes es que ir para otra parte'.

Allí, acorralado, sin entender que en realidad Gabo le estaba 'mamando gallo' sacó su defensa que desarmó al Nobel.

'Me siento acorralado y le digo, ‘¿usted no se acuerda de mí? Yo te conozco a ti. Y entonces me dice, ¿tú quién eres? Le digo, ¿usted se acuerda de Emita, la de los tintos? Ah, sí, claro, Emita. Y se me queda mirando así de pronto y me dice, ¡tú eres el mono!'.

Luego de eso, Olivares explica que sus clases de guion fueron pieza fundamental para su carrera y trabajar en este homenaje.