Bajo el inclemente sol que enciende las calles del Centro Histórico de Barranquilla, se encuentran madres trabajadoras marcadas de lucha, resistencia e impacto.
Hoy, El Heraldo enaltece su rol como mujeres valientes, quienes salen todos los días a buscar el sustento para sus hijos e inclusive nietos, sin olvidar que muchas de ellas han sido marcadas por la violencia, el abandono y la escasez. Pero esto no ha sido impedimento para empoderarse y buscar un mejor camino.
Estas madres tienen algo en común, más allá que a todas les ha tocado trabajar desde muy jóvenes, sus vidas no han sido fáciles y entre miles de obstáculos ellas no se rinden.
Mujeres reales
Si te paseas por el Centro encontrarás a Carmen Téllez, Alejandra Albarrán, Zuldary Isidro, Nelly Díaz y Rubiela González, y como ellas hay muchas más que con una sonrisa le ponen el sello a cada uno de sus emprendimientos. Son ejemplos vivientes de lo que es ser una madre ‘echada pa’ lante’, sin importar las circunstancias.
Además están alejadas de ser el prototipo de lo ‘ideal’ y son destacadas como mujeres reales.
Carmen Téllez
Desde los 12 años comenzó a trabajar en el Centro, vende jugos, pasteles, fritos y las típicas picadas de chorizo con patacón. Y aunque nos recibió con una sonrisa enorme, lo cierto es que su vida ha tenido varias heridas emocionales, pues el fallecimiento de sus padres ha sido dificil de afrontar para ella. El día de Carmen no tiene descanso, pues se levanta a las 4:00 a.m. termina a las 11:00 p.m. todos los días para preparar las cosas para su negocio.
'Estar aquí no ha sido fácil, he aguantado muchas cosas como maltrato, humillaciones y de todo, pero todo es por un propósito y el mío es sacar adelante a mis hijos y darles lo que yo no he tenido' apuntó.
Alejandra Albarrán
La venezolana Alejandra Albarrán, de 30 años, vende medias de todo tipo y no tiene un puesto fijo, pues camina el Paseo Bolívar con su canasta verde. Ella tiene tres hijos de 9, 7 y 4 años.
'Ser madre para mí no es un sacrificio, amo trabajar y amo ver felices a mis hijos cuando le puedo comprar las cosas que necesitan', dijo.
Revela que cuando emigró fue muy difícil, pero desde que llegó no ha dejado de trabajar para algún día tener un almacén de ropa.
Zuldary Isidro
La barranquillera, de 46 años, tiene dos hijos y cuenta con quince años en el negocio de la venta de ropa, ahora mismo se encuentra ubicada en el centro comercial Aladino, pero no solo tiene una sede, pues en el antiguo Tía tiene otro local.
La emprendedora Zuldary empezó con quinientos mil pesos, pensó que fracasaría y tuvo miedo al intentarlo, pero siguió adelante y ahora ve el resultado de sus ahorros.
Su idea principal era poderles ofrecer el estudio universitario a sus hijos, y lo cumplió.
'Ser organizada y disciplinada me ha ayudado mucho, pues nunca pensé tener un carro y ahora lo tengo, mis hijos estudian en la universidad y estoy muy contenta que por mi emprendimiento ellos han salido adelante y ellos me han enseñado a no renderime porque todo lo que hago es con amor', destacó.
Los obstáculos los han enfrentado con valentía, en un momento cuando estuvo la pandemia, Zuldary pensó en un momento rendirse, pero tomó fuerzas y en ese tiempo inauguró su sitio virtual.
'Quiero tener más locales no solo de ropa, tengo ganas de comerme el mundo'...'Les he demostrado a mis hijos que no hay nada imposible, que se puede salir adelante y me gusta que ellos sepan que tienen una mamá que no se rinde' manifestó.
Nelly Díaz
La única vendedora de coco del Centro, o como es mejor conocido su negocio 'La flor del coco donde se chupa sabroso', es Nelly Díaz, oriunda del municipio de Achí, Bolívar, no solo es madre sino que también es abuela.
Su vida ha tenido varios contratiempos, pues desde pequeña ha tenido que lucharse la vida. Llegó a Barranquilla a la edad de 15 años, donde ha trabajado en la limpieza, vendedora de casi todo tipo de cosas y su especialidad, el coco.
Empezó vendiendo coco afuera del cementerio Calancala, luego pasó a la carrera 35 con 45 para luego establecerse en la esquina de Paseo Bolívar. En el negocio tiene 23 años.
'Me gusta mi trabajo, como yo agarro el machete, parto el coco, no hay nadie', expresó.
Además de vender coco también es modista, le apasionan las telas y los diseños, pues con lo que se gana en la venta de cocos lo utiliza para confeccionar.
Ella no tuvo las oportunidades en su momento, pero con su gran entrega ha podido ayudar a sus hijos y ahora más que todo a sus nietos.
'Mis nietos son mi adoración, sigo trabajando por ellos'...'Les digo a las madres que hay que ser emprendedoras y que sean unas mujeres luchadoras, guerreras, porque todo lo que cosechen dará frutos', finalizó.
Rubiela González
Con 59 años, Rubiela no ha dejado de trabajar. Con su cara tierna y bondadosa nos recibió la vendedora de tarjeteros.
Destaca que siempre ha estado vendiendo desde vitamina C hasta bocadillos, pero nunca ha dejado de emprender y de creer en Dios. Con su fe intacta y sus ganas de trabajar ha podido ayudar a sus hijos.
'Me siento feliz de que mi hijo mayor este trabajando y que yo pueda ayudar a mi otro hijo que está estudiando, los amo con todo mi corazón y es por eso que siempre vengo a trabajar'... 'Me siento capaz de seguir trabajando por muchos años más' confesó.
Estas mujeres reflejan el rol de la madre trabajadora. En el Centro encontrarán muchas más historias de vida de mujeres emprendedoras como ellas, valientes y dignas de admirar.





















