Los servicios de algunas profesiones pueden pasar desapercibidos durante el transcurso de la vida; sin embargo, existen otros oficios que por tradición, superstición o estética son requeridos al término de esta, como la tanatopraxia.
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Este trabajo consiste en hacer presentable la más enigmática consecuencia de la vida: la muerte.
Dionisio José ‘el Mono’ Yánez Bernal, de 59 años, es un veterano de la tanatopraxia. Un curtido en el uso del formol y el bisturí para retardar el proceso de descomposición de los difuntos.
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Con más de 40 años en la tarea de diseccionar cadáveres, es considerado de los primeros tanatólogos del departamento de Córdoba, con un ojo tan agudizado en la experiencia, que puede conocer el estilo de vida de una persona, con tan solo un par de tajos.
'Cuando uno ve un cadáver sabe enseguida cómo eran los hábitos de la persona. Si era fumador tiene los pulmones negruzcos y ‘encauchetados’; si era tomadora de ron, tiene el hígado duro y verduzco, y si comía muy salado, los riñones se le ponen cristalizados', explica rápidamente como si revisara una tabla de referencia.
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‘El Mono’, como lo llaman por cariño sus amigos en las funerarias, nació en el municipio de Cereté y llegó a Montería hace más de 4 décadas atraído por el oficio de preparar cadáveres para la última despedida.
Este fue un objetivo que le tomó paciencia, dedicación y determinación, pues para esa época había muchos tabús y misterios al respecto. Aprendió sobre la importancia de los rituales de despedida y la necesidad de elaborar el duelo para el más allá.
{"titulo":"'El día que no pueda tocar acordeón, ni cantar, ese día moriré'","enlace":"https://www.elheraldo.co/sociedad/el-dia-que-no-pueda-tocar-acordeon-ni-cantar-ese-dia-morire-995365"}
'Con la muerte, la piel de las personas se pone pálida y rígida, algunas reflejan en su rostro muecas de dolor, miedo o asombro, por eso utilizamos maquillaje y otras técnicas para que los difuntos se vean frescos mientras son despedidos por sus seres queridos', dice Dionisio, rodeado de los elementos que usa para hacer presentable la muerte.
Y es que ‘la parca’ puede ser considerada como una expresión democrática, pues pone en igual condición a jóvenes, viejos, ricos, y pobres; en general a personas de cualquier raza o credo.
{"titulo":"Las 30 ‘vacasquilla’ que se pasean por el Malecón","enlace":"https://www.elheraldo.co/sociedad/vacasquilla-una-exposicion-para-contemplar-en-el-malecon-del-rio-995361"}
'Aunque los costos de un cortejo fúnebre pueden variar, a todos los difuntos se les realiza el mismo procedimiento, primero se inicia con los elementos de protección personal, porque no se sabe de qué falleció, luego se alista la instrumentología y los químicos correspondientes, dentro de los que se destaca el formol, y se le extraen los gases con una hidroaspiradora. Luego se lava para la desinfección de la piel', explica.
Anteriormente todo lo realizaban manual. Hacían un corte en forma de Y en la parte del tórax y el abdomen para extraer fluidos, y vísceras para luego suturar. Todo era a base de inyecciones, pero ahora cuentan con una máquina que con solo hacer un pequeño corte en el abdomen extrae los órganos susceptibles de acelerar la descomposición del cuerpo.
La cita la pone el muerto
Para morirse solo se necesita estar vivo, por eso Dionisio no tiene horarios definidos en su rutina.
'Toca estar listo las 24 horas del día para cuando solicitan un traslado o recoger un cuerpo. Las personas llaman a donde están afiliados y reportan el fallecimiento. A veces los muertos son retirados de residencias familiares, hospitales, clínicas, Medicina Legal, calles, carreteras y sitios rurales', indica.
Los días de descanso al lado de su esposa y sus tres hijos, dos niñas y un varón, han estado sujetos al repentismo de la muerte, o más bien, a la fugacidad de la vida.
Los inicios
En su pueblo, la tanatología no era una carrera reconocida y no había universidades o institutos que ofrecieran la preparación necesaria. Lo único que podía hacer era leer sobre el tema en bibliotecas y revistas especializadas. Además, era difícil encontrar alguien con quien contrastar sus ideas y creencias, lo que lo llevó a labrar su propio camino en solitario desde que tenía 18 años y su padrino instaló cerca a la casa de su padre una funeraria.
Actualmente, un tanatólogo puede devengar un salario mínimo, aunque algunos se pueden ‘rebuscar’ realizando servicios independientes.
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'Eso antes valía plata, antes uno por un solo difunto podía cobrar hasta $120 mil, pero ahora eso está por el suelo, porque las funerarias monopolizaron todo y quieren pagar $50 mil pesos'.
La tarea de alistar la última despedida demora unos 90 minutos.
'Una vez en el Hospital San Jerónimo de Montería, hace como 25 años, llegué a trabajar porque habían ingresado a una adulta mayor, pero resulta que ella se despertó en la morgue; entonces, al ver que se estaba moviendo, todo el mundo salió corriendo, pero aunque la trasladamos nuevamente a urgencias, a las 3 horas falleció, decían que tenía los niños en cruz', relató.
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En otra ocasión, Dionisio fue solicitado para un servicio a un pueblo que se llama El Tomate, en Canalete, a preparar a una señora. 'Eso está como a 3 horas.
Cuando llegamos nos pidieron que comenzáramos a trabajar, pero la señora estaba viva. Yo le dije que no había llegado allá a matar a nadie, pero la familia me explicó que la señora tenía los niños en cruz y la oración del Santísimo. Yo tenía miedo de que se fuera a meter algún demonio por la aguja; entonces, fueron a buscar a un sacerdote que la rezó y a los dos días falleció la señora', narró entre risas.
