Casi todas las personas tienen varios lunares en la piel, y aunque puedan parecer simples manchas, en realidad son agrupaciones de melanocitos, las células encargadas de producir la melanina que da color a la piel.
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Su presencia puede ser de nacimiento o desarrollarse con los años, especialmente durante la niñez y adolescencia, periodo en el que la exposición al sol influye de manera decisiva en su aparición.
Según especialistas en dermatología, la mayoría de las personas acumula entre 10 y 40 lunares a lo largo del cuerpo, y lo habitual es que sean completamente inofensivos. Sin embargo, factores como el tipo de piel influyen en cuántos pueden formarse.

Las personas de tez clara, cabello rubio o pelirrojo y ojos claros, suelen presentar más lunares debido a su baja producción natural de melanina, lo que las hace más vulnerables a los efectos de la radiación ultravioleta. Asimismo, quienes han sufrido quemaduras solares en la infancia tienen mayor probabilidad de desarrollar nevus adicionales.
Aunque la mayoría son benignos, los dermatólogos insisten en la importancia de observarlos de vez en cuando. Algunos cambios pueden ser señales de alerta y, en casos poco comunes, derivar en un melanoma.
Así puede identificar los lunares peligrosos
Para identificar signos sospechosos se utiliza la conocida regla ABCDE: asimetría, bordes irregulares, color desigual, diámetro mayor a 6 mm y evolución o cambios recientes.
Si un lunar pica, duele o sangra, el chequeo con un especialista es indispensable. Además de los nevus tradicionales, muchas personas notan la aparición de pequeños puntos rojos en el cuerpo con el paso del tiempo.

Estos no son lunares propiamente dichos, sino angiomas o “puntos rubí”, pequeñas dilataciones vasculares superficiales. Su origen está más relacionado con la edad, la genética y la exposición solar acumulada que con la melanina.
Suelen aparecer con mayor frecuencia a partir de la mediana edad y son más comunes en personas de piel clara. A diferencia de otros tipos de lesiones pigmentadas, los puntos rubí son completamente benignos y no evolucionan hacia cáncer de piel. Pueden aumentar en número, pero no representan un peligro.
¿Cuándo consultar al dermatólogo por un punto rojo?
Aunque no implican un riesgo médico, sí conviene ver a un especialista si crece rápido, sangra fácilmente, cambia de color o forma; produce molestias o picazón.

Un diagnóstico profesional ayuda a descartar otro tipo de lesiones. No es necesario retirarlos a menos que generen incomodidad, sangrado frecuente o afecten la estética del paciente. Cuando se decide eliminarlos, las técnicas más utilizadas en dermatología son el láser vascular y la luz pulsada intensa (IPL).





















