El Heraldo
Luis Rodríguez Lezama
Judicial

Así fue el desarme de hombre que amenazaba con quitarse la vida

EL HERALDO conoció cómo fueron los momentos de angustia que se vivieron en el almacén Alkosto, norte de Barranquilla.

Jamás olvidarán lo que vivieron dentro del almacén. Una mala decisión y todo se pudo haber convertido en un caos. Cada gota de sudor que derramaron los que ayudaron, como las del hombre que amenazó con dispararse, denotaron la tensión que se vivió en el lugar.

Sin embargo, a pesar de que los segundos se transformaron en siglos, Leonardo Acuña, de 51 años, fue desarmado y de esa manera culminó la odisea que tuvo en vilo a Barranquilla este lunes festivo.

Plan en marcha

“Gran parte del tiempo nunca se quitó el arma del cuello. En algunos momentos hicieron oraciones por los altavoces de la tienda. Todo eso para buscar que el hombre se calmara y poder quitarle el arma”, contó un uniformado que estuvo presente en la mediación.

Fueron al menos seis horas en las que Acuña, con la pistola apuntando hacia su cabeza, anunció que pudo pasar lo peor. El caso ocurrió desde el mediodía del lunes y se extendió hasta la noche en el interior de una sede de Alkosto, ubicada en la calle 98 con carrera 51B. El almacén fue desalojado y solamente permitieron el ingreso de los parientes del hombre y personal de la Policía.

“Empezaron a llegar más familiares y amigos. Conforme fueron arribando, se les permitió que entraran. La mamá habló con él un rato. Luego, al ver que todo siguió igual, a la señora le dieron una silla de ruedas y comenzó a dialogar con él por los altavoces”, agregó el policía.

De acuerdo con la fuente, hubo momentos en los que Acuña, quien fue miembro de la institución armada, se guardó la pistola, pero cuando notó que uniformados se le acercaban, volvía y sacaba el arma.

Leonardo habló por celular con familiares y conocidos, quienes le pidieron que se calmara y se dejara llevar por los que estaban presentes. Asimismo, al lugar llegaron psicólogos y trabajadores sociales, aparte de expertos en armamento para ver si existía la posibilidad de reducirlo con una pistola taser.

“El taser no nos sirvió porque el tipo nunca sacó el dedo del disparador, entonces al nosotros dispararle con el taser, como los músculos se contraen, se podía accionar el arma de él”, explicó el uniformado en diálogo con EL HERALDO.

Vulnerable

El cansancio de Acuña se hizo visible y con su llegada el hombre comenzó a mostrarse más vulnerable, pues hasta pidió agua. Al inicio no se la quiso tomar, pero pasado un tiempo comenzó a ingerirla. 

“Una sobrina que estuvo ahí fue vital. En un instante ella se le acercó y le dijo que guardara el arma”, aseveró el policía.

Tanto los uniformados como familiares, al ver que el hombre poco a poco accedió, le pidieron que bajara por una rampa hacia el primer piso.

Fin a la odisea

“Él bajó despacio con las manos arriba. En un momento un oficial lo distrajo, él volteó y en ese momento uno de los policías se le abalanzó encima y se le subió en el pecho, le agarró las manos y pidió que alguien asegurara el arma. Luego lo redujeron y lo esposaron”, detalló la fuente.

En ese momento, la angustia acabó. Leonardo Acuña fue conducido a un centro asistencial, donde lo evaluaron y pasó la noche.

“Es trasladado inicialmente a un centro asistencial, pero de igual manera también se presentó ante la Fiscalía General de la Nación por el delito de pánico”, dijo el general Diego Hernán Rosero, comandante de la Mebar.

Este medio conoció que el arma de fuego con la que se pretendió disparar Acuña era de su propiedad.

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