Otra víctima de aquellas trampas mortales y silenciosas que habitan algunas zonas de la ciudad. Esta vez la afectada fue Luz Marina Rincón, de 62 años, quien salió a caminar como normalmente lo hace en las mañanas por los alrededores del barrio en el que habita, pero, un registro que, al parecer, no estaba señalizado frenó su andar.