La tarde de este martes, el barrio donde creció Albeiranis Paola, la niña de 7 años asesinada por su padre en Soledad, se llenó de globos blancos, carteles y miradas apagadas. Entre rezos y sollozos, familiares, vecinos y compañeros de escuela acompañaron el féretro blanco que avanzó lentamente por las calles, en un acto marcado por el dolor colectivo.
En un video conocido por este medio se observa el momento en que el ataúd es rodeado de niños que sostienen globos blancos y adultos que, con el rostro desencajado, expresan su rechazo a esta tragedia que ha estremecido a todo el Atlántico.
La madre de la menor, visiblemente destrozada, fue acompañada en silencio por sus seres cercanos durante el recorrido hacia el cementerio.
Un llamado urgente
Aunque el agresor ya no enfrentará la justicia, pues murió tras causarse heridas luego del hecho, el caso de Albeiranis ha encendido nuevamente las alarmas frente a la violencia vicaria, considerada una de las expresiones más graves de violencia de género.
En un comunicado reciente, la Defensoría del Pueblo advirtió que esta tragedia “pudo prevenirse” y reiteró que es necesario fortalecer las medidas de prevención y protección para mujeres y niños en riesgo.
La entidad recordó que la menor habría manifestado anteriormente que no quería estar con su padre, subrayando la importancia de escuchar y creer a las niñas y niños cuando expresan temor o rechazo hacia un agresor.
El último adiós
Durante el sepelio, vecinos del sector –todavía conmocionados– describieron a Albeiranis como una niña alegre y rodeada de cariño en la comunidad. Sus compañeros de escuela caminaban en silencio, algunos cargando flores blancas, otros aferrados a la mano de sus padres.
El féretro fue despedido entre aplausos y oraciones, mientras los globos blancos ascendían lentamente, simbolizando la inocencia arrebatada y la urgencia de que este crimen no sea olvidado.
La comunidad espera que el caso de Albeiranis se convierta en un punto de quiebre para que las instituciones respondan con mayor firmeza ante las señales de riesgo que, como alertó la Defensoría, no pueden seguir siendo ignoradas.



















