“Llega a El Boliche, que allá lo consigues…”, “lo que no encuentres en El Boliche, no lo encuentras en ningún lado…”; “la pieza que necesitas, la encuentras en El Boliche…”. Estas tres frases siempre han estado en la memoria colectiva de los barranquilleros, al menos en las viejas generaciones que siempre han asociado a ese sector deprimido del Centro de Barranquilla con talleres de metalmecánica y chatarrerías.
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Esta semana volvieron a ser recordadas esas frases, al menos así lo manifestaron usuarios de redes sociales, pero no precisamente por un ingenio de manos expertas en la elaboración de piezas industriales sino por una ‘ligereza’ de uno de esos habitantes anónimos de esta zona, quien revivió a uno de esos fantasmas de la ciudad: el ‘cococho’.
El pasado martes, pasadas las 4:30 de la tarde, cuando el comercio estaba a punto de finalizar en este tradicional punto en donde también hay una histórica plaza de mercado, una terminal de buses intermunicipales que viajan a pueblos del Magdalena y Bolívar, y decenas de negocios ambulantes, varias personas empezaron a sentir complicaciones en salud por beber alcohol metílico o metanol mezclado con agua para emborracharse.
Personas que estaban en la calle 29 con carrera 40, punto donde se originó la emergencia, señalaron a un hombre —hoy uno de los fallecidos por ingerir la mortal bebida— como el responsable de la elaboración del ‘cococho’ “pasado de piña”, tal y como manifestaron testigos.
Horas después del suceso, las mismas personas que vieron caer a los bebedores en El Boliche, uno por uno, señalaron que todo empezó con la mezcla de un bidón de agua con chorros de metanol para ir “armando el trago”. Todo fue “al ojo”, indicaron.
“Esa es una costumbre acá (en El Boliche). Consiguen el alcohol de madera (metanol o metílico) en las ferreterías, lo mezclan con agua y lo venden. Es como si fuera un aguardiente, un aperitivo, ese es un ‘cococho’. Acá lo toman los bicitaxistas, coteros, carretilleros, indigentes, vendedores, mecánicos y recicladores, cualquier persona lo toma para emborracharse”, sostuvo un vendedor informal de la zona.
El precio de una botella plástica tamaño personal con la bebida embriagante ‘artesanal’ cuesta entre 2 mil y 3 mil pesos. Es la solución barata para quien quiere “pegarse los tragos”, aseguró.
Pero también, según la fuente, en El Boliche hay otras formas de embriagarse a bajo costo.
Dejó claro que este no sería un ‘cococho’ sino más bien unas mezclas de alcohol antiséptico, ese de uso medicinal, con gaseosa, con cerveza o con cualquier bebida azucarada, en polvo o líquida, que se atreviese.
“Vaya a los negocios de venta de trago de por aquí para que vea que venden alcohol antiséptico, más que en una farmacia. Están en vitrina (exhibidas) como si fueran botellas de trago”, apuntó.
Lo manifestado por el conocedor de la zona coincidió con lo evidenciado por las autoridades Distritales y de Policía, tras los primeros operativos de control en zonas priorizadas, en el marco del cerco institucional para la atención de la emergencia por consumo de licor artesanal. Algunos de los locales revisados no cumplían con los requisitos para funcionar y allí se encontraron decenas de botellas de alcohol antiséptico para la venta junto con cerveza y otras bebidas alcohólicas. Aunque los responsables de los negocios negaron su ingesta entre los clientes y manifestaron que su venta era para “desinfección”, personas que estaban en el lugar confirmaron las bebidas artesanales a partir de la mezcla de ese alcohol al 70 % o 65 % de pureza con otros líquidos.
El otro ‘cococho’
Las Nieves y Rebolo, dos populosos barrios del suroriente de Barranquilla, no han dejado ser el epicentro de las fábricas clandestinas de licor adulterado, de acuerdo con registros —incluso históricos— de la Policía Metropolitana.
El señalamiento quedó evidenciado esta misma semana cuando, a raíz de la situación de El Boliche, investigadores de la Sijín volvieron a realizar certeros operativos en cuatro viviendas de la zona, logrando incautar gran cantidad de insumos y elementos para la elaboración del llamado licor adulterado conocido como ‘cococho’.
La institución armada informó que durante el procedimiento se incautaron diversos elementos utilizados para la producción y distribución de licor adulterado. Entre los objetos decomisados se encontraron 215 botellas vacías de whisky, 45 botellas vacías de aguardiente, un tanque con manguera y licor adulterado, un recipiente plástico de color blanco también con licor adulterado, además de 10 botellas de aguardiente con contenido, una botella de whisky y 13 botellas de Ron igualmente con licor.

Asimismo, se hallaron 180 estampillas falsificadas de diferentes marcas, 120 tapas y 105 dosificadores, elementos comúnmente utilizados para simular la autenticidad del producto y facilitar su comercialización ilegal.
Según las investigaciones y labores de inteligencia, este licor adulterado estaría siendo distribuido en casetas y establecimientos informales de los sectores suroriente y suroccidente de la ciudad y en el municipio de Soledad.
Pero un dato que hoy muestra el poder de esta industria clandestina fue expuesto por el propio comandante de la Policía Metropolitana, general Edwin Urrego: “una de la viviendas allanadas ya había sido objeto de una medida cautelar de embargo, secuestro y suspensión del poder dispositivo”, afirmó el general Urrego.
“Estamos el día de hoy verificando por qué motivo, si ese inmueble tenía ya una medida cautelar de extinción, estaba siendo utilizado o continúa siendo utilizado para realizar la misma conducta punible”, agregó.
Por otro lado, fuentes de la Policía reiteraron cómo funciona la red criminal de la elaboración y expendio del licor adulterado desde los dos barrios en mención, pero que también, por riesgos, hoy se extiende a otras zonas de Barranquilla y Soledad.
La empresa delictiva trabaja en horas de la noche y por la madrugada, basados en “pedidos” que se hacen dos y tres días de anticipación.
Hay whisky reconocido, aguardiente reconocido, ron reconocido e incluso tequila mexicano o importado que se ha vuelto muy comercial en la ciudad con ocasión del interés por la música regional mexicana.
Este licor adulterado o ‘cococho’, distinto al que se hizo en El Boliche, se elabora con alcohol etílico que se consigue en la industria química local, casi que sin ninguna restricción.
Para preparar el licor, al menos el whisky, el alcohol se mezcla con un color caramelo, esencias amaderadas y agua pura. La mezcla suele hacerse en baldes, canecas y ollas, sin ningún tipo de condiciones higiénicas.
Luego, la mezcla líquida es filtrada con medias veladas y pasa al proceso de envasado y etiquetado, el cual se obtiene de la industria litográfica. Ese es otro negocio, como lo es la elaboración de tapas y dosificadores.
El costo de una botella de Buchanans Master de 750 ml, con un valor de 170 mil pesos aproximadamente en un expendio de licor, en el bajo mundo o de ‘cococho’ puede costar 30 mil a 40 mil pesos.
Hoy, según la fuente, hay evidencia que en barrios del Suroccidente de Barranquilla, como La Manga y El Bosque, se estaría elaborando este licor adulterado.
Los dos alcoholes
La ingesta de licor adulterado en Barranquilla o el mal llamado ‘cococho’ ha sido una práctica que ya tiene varios años y que, pese a los operativos adelantados por las autoridades, no ha podido ser controlada. Está vigente. Se consume en muchas partes y se masifica en fechas especiales. Es una poderosa industria clandestina.

Las dos formas evidenciadas de consumo de licor artesanal se dan en sectores populares con la venta de botellas que simulan ser bebidas originales, de marcas reconocidas, pero también aparecen las bebidas artesanales como la preparada en El Boliche que solo se hace con alcohol metanol o alcohol para madera y agua.
Esta última preparación y su consumo ya ha dejado en el pasado tragedias similares como la ocurrida esta semana: una en 1989 y otra en 2004, con decenas de muertos y afectados con pérdida de la visión y otros males.
Hoy adultos mayores recuerdan que probablemente las dos tragedias anteriores fue por una confusión o error en la elaboración del ‘cococho’. Algo así como que no se usó el alcohol que se necesitaba para la mezcla.
El ingeniero Osvaldo Olimpo del Castillo, histórico presidente de la Asociación Colombiana de Ingenieros Químicos (ACIQCA), en diálogo con EL HERALDO, explica que una botella de licor común y corriente contiene alcohol etílico (etanol) como principal componente, y es muy distinto al alcohol metílico (metanol) o industrial, o de madera, como se le conoce comúnmente y con el se hizo la mortal mezcla de El Boliche. Y el que, al parecer, se usó en los otros dos dolorosos eventos de años atrás en Barranquilla.
“Ese alcohol metílico es tóxico, por supuesto. Se llama alcohol de madera porque inicialmente se obtenía de la madera seca, se destilaba para trabajarlo, para usarlo como solvente”, expone inicialmente el experto.
Y continúa, casi como en una clase de química, en que ese alcohol se transforma en formaldehído “que es lo que normalmente o comercialmente se llama formol. El formol es el que se usa para aplicarle a los a los muertos, para preservarlos o se usaba, ya no se usa. ¿Por qué razón? porque es tóxico, porque es peligroso para las personas que están haciendo ese trabajo, incluso cancerígeno. Entonces, se evita usar eso y ya se están usando otro tipo de otro tipo de sustancia”.
Cuando el metanol es consumido por el ser humano en forma de bebida embriagante, de acuerdo con el ingeniero, deriva en compuestos químicos que atacan directamente el pH de la sangre.
“El organismo no alcanza a metabolizarlo. Invade el torrente sanguíneo y al invadir el torrente sanguíneo baja el pH de la sangre. Entonces el pH de la sangre es algo supremamente delicado. La persona corre peligro de un paro respiratorio ¿verdad? es lo que se llama la acidosis (acidosis metabólica severa). La acidosis desarrolla una cantidad de problemas. Vienen problemas cardiovasculares que son letales. Entonces controlar el pH, controlar la acidosis en la sangre es importante y es lo que hacen los médicos cuando llegan intoxicados a la clínica”, enseña Del Castillo.
El ingeniero advierte finalmente sobre los riesgos que tienen las personas que suelen comprar licor adulterado o mantienen esa práctica: “lo que hay que hacer es comprar en lugares autorizados o reconocidos”, apunta.
Por otro lado propone a las autoridades hacer una revisión a la forma cómo se venden ciertos químicos, entre estos el metanol.