El silencio y la tristeza se apodera de las calles del barrio Evaristo Sourdis.
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La trágica noticia corrió como la pólvora tras la muerte del patrullero José Daniel Valera Narváez, un joven barranquillero de tan solo 24 años que acompañaba a los otros doce uniformados que fueron atacados por un dron bomba, que explotó contra el fuselaje del helicóptero modelo UH-60 Black Hawk de la Policía Nacional.
El ataque ocurrió en horas de la mañana del jueves 21 de agosto en medio de una operación de erradicación de cultivos ilícitos al mando de la Policía antinarcóticos, en zona rural del municipio de Amalfi, Antioquia.
Para cumplir con dicha misión fueron necesarios dos helicópteros que llegaron simultáneamente al territorio rural, donde la tropa que iba a realizar el operativo realizó el debido descenso.
Sin embargo, cuando las aeronaves se disponían a regresar por los uniformados para realizar la extracción, estos avisaron desde tierra por medio de radio que estaban siendo atacados por criminales.
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Desafortunadamente, un dron bomba usado por el frente 36 del Estado Mayor Central (EMC) de las disidencias de las Farc, terminó explotando contra uno de los helicópteros, causando la muerte de 13 oficiales, entre esos, el patrullero José Daniel Valera Narváez.
Sentado en una silla, debajo de un árbol buscando apaciguar las ráfagas de calor, con la mirada cabizbaja, aún confuso por la situación y con la voz entrecortada, Henry Valero Castro, padre del uniformado, narró a EL HERALDO cómo se enteró de la dura noticia de que su hijo había muerto en combate.

“Yo hablé con él (José Daniel) el miércoles 20 de agosto. Ese fue el último día que conversamos. Como siempre, le dije: ‘Hijo, bendiciones’. Y él me respondió: ‘Amén, papi’… Nos comunicábamos por WhatsApp porque en Caucasia la señal se pierde. El jueves (el día del atentado) no pude hablar con él, y ya en la tarde me dieron la triste noticia. Al principio no me la querían decir, después fue mí otro hijo quien me llamó: ‘Papi, siéntese… a José Daniel lo derribó un dron, estaba en el helicóptero’. No sabíamos si estaba herido o muerto, sino hasta la noche que vino una patrulla de la Policía y confirmó lo peor”, detalló el padre.
Asimismo, el progenitor reveló que su hijo había pedido el traslado a Barranquilla desde hacía dos años, ya que no le gustaba estar en el monte debido a la inseguridad y los riesgos que traía el conflicto en el territorio.
“Mi hijo se graduó en el 2018 en el IED José Raimundo Sojo, de ahí en el 2020 empezó en la Escuela de Policía Antonio Nariño… Mi hijo iba para cinco años en la institución pero últimamente no quería volver al monte. Como había hecho el curso antinarcóticos, siempre estaba en operaciones, pero él me decía: ‘Papi, yo ya estoy aburrido de esto, quiero pedir el traslado para la Costa o dar la baja para trabajar en vigilancia’, afirmó.

Entre lágrimas, Valera recordó a su hijo como una persona excepcional, muy querida y familiar, dado al cariño de los vecinos por su bondad y servicio.
“Era una persona servicial. Cada vez que llegaba aquí a Barranquilla era popular con todo el mundo, con los amigos, con los vecinos. Ha sido muy duro porque era un excelente hijo, siempre estaba pendiente de mí. Me decía: ‘Papi, ¿ya almorzó? Si no, vamos a almorzar’. En diciembre me compraba ropa, me ayudaba con los gastos”, expresó su padre, en medio del dolor.

Sobre el atentado en Antioquia, el director de la Policía Nacional, mayor general Carlos Triana, aseguró desde Medellín que los atentados contra la Fuerza Pública y la población civil son respuestas a los operativos que han desarrollado contra el narcotráfico.
“Estamos de luto por esos 13 policías y dos caninos asesinados…”, “en honor a ellos (policías asesinados) seguiremos trabajando por los colombianos”.
El alto mando confirmó que los autores de este hecho son los miembros del frente 36 de las disidencias de las FARC, hoy con fuertes nexos con el narcotráfico.