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El temblor de la cólera hace palpitar las manos de Deivy Cepeda. Entrado en años, quien es el padre de Valencina Cepeda Rodríguez advierte que el temple guía sus decisiones, pero el dolor corroe el espíritu tras el inesperado arrebato del ser que era más amado: su propia hija.

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Su voz, aunque serena, denota la veta de determinación de quien está dispuesto a afrontar hasta las últimas consecuencias en pro de conseguir justicia. A su lado, el brillo de las lágrimas deja ver el evidente dolor de Lourdes. Ambos son adultos entrados en años, con las arrugas en las manos que a veces no son de vejez, sino de esas que acuden como testimonio de los que han trabajado duro en ganarse la vida.

Los dos llegaron a EL HERALDO para hablar sobre los nuevos detalles conocidos en relación con el caso de su hija.

Contexto

El martes 9 de abril una ambulancia llegó hasta uno de los conjuntos residenciales de Villa Campestre para dar atención a Valentina Cepeda Rodríguez.

En la víspera de su cumpleaños 23, la joven se dedicaba a la enseñanza infantil y era instructora de yoga. Desde allí fue conducida hasta la Clínica Portoazul Auna, donde falleció el miércoles 10 como consecuencia de dos infartos fulminantes.

Se requirió la presencia de los médicos porque, a eso de las 9:00 de la mañana su pareja, Álvaro Felipe Rivera Ramírez, la habría encontrado con una sábana en el cuello. Al menos esa fue la primera versión que este entregó a las autoridades.

Sin embargo, para familiares y amigos, hay algo que no encaja, y todo comienza por las evidencias en el cuerpo de Valentina pues, según los padres de la joven, no vieron señales de un surco de presión, sino un único hematoma en la parte derecha de su cuello.

Sabor de engaño

— ¿Qué pensó de él, de Álvaro Felipe Rivera, cuando lo vio por primera vez?
Yo siempre lo sentí falso.

Creyente de la lectura que es capaz de hacer con respecto al componente energético de cada persona, Lourdes compone en su memoria una conversación sostenida a mediados del año pasado, tras el mes de junio, en el tiempo donde la pareja había iniciado a saborear las mieles del amor.

'Ellos se conocieron en junio', recuerda la mamá. 'Un día de julio él llega a la casa y nos empieza a explicar con ese aire de quien presume mucho las cosas cómo es su vida. Nos dijo que Dios la puso en su camino, que él leía mucho la Biblia, y que Valentina era su última oportunidad para ser feliz', manifiesta.

Sin sonrojarse, o más bien impulsada por el poder de quien cuenta lo vivido con claridad milimétrica, también señala sobre Rivera: 'Siempre le dije a mi hija que él era un hombre falso, pero ella me decía que yo la sobreprotegía. Después entendí que él era un manipulador'.

Cómplice de esos sentimientos, el padre recuerda que su hija pudo haber sido seducida debido a su falta de experiencia con otras personas. 'Nosotros le dábamos todo a ella', asegura, 'pero él llegó ostentando otro tipo de objetivos y objetos. Decía que todo lo que podíamos darle, él estaba listo para dárselo al doble'.

La llamada

Aunque los hechos en los que se produjo la muerte de Valentina ocurrieron el martes 9 de abril, sus padres permanecían en alerta máxima desde el sábado 6, puesto que la joven, entre las 9 :00 y las 10:00 de la mañana de ese día, los había llamado para confesarles que había sido víctima de una agresión física.

Antes de eso, los padres de la joven habían tenido conocimiento de dos hechos previos de agresión verbal en contra de su hija. Una más era la gota que rebosaba la copa de la paciencia.

'Él siempre lograba convencerla y ante eso no pudimos hacer nada', manifiesta el padre. 'Ese día (el sábado), él le propinó un par de cachetadas y por eso un bracket se le pegó a la parte interior del labio. También la insultó varias veces. Nosotros nos fuimos para allá inmediatamente', cuenta el padre.

Sin embargo, al llegar a la casa, el ambiente estaba en una tensa calma.

Los progenitores llegaron con la voluntad de llevarse consigo a Valentina, pero esa acción, que tal vez habría salvado la vida de la joven, fue evitada por ella misma.

'Le dijimos que le pagábamos un hotel. Ella después salió con una amiga y después regresó con él, pero ya en ese punto la relación estaba acabada', explica su padre.

La otra llamada

El martes de la tragedia, los padres de Valentina estaban preparándose para ver a su hija, pues la acompañaban en el proceso de la división de bienes en la vivienda. Unos eran de ella y otros de su pareja.

'Me llega una llamada confirmando una ambulancia. Yo pensé que era para él, porque (Rivera) sufre por una rodilla, entonces acepté, pero la muchacha que llamaba me explicó que era para Valentina', manifiesta su papá.

Lo que siguió después fue trágico para la familia.

Al llegar a la Clínica Portoazul, el médico que les brindó atención fue sincero al afirmar que la joven había llegado sin signos vitales. 'El documento que nos entregaron en la clínica hablaba de lesiones por estrangulamiento en cuello, pero cuando entré a mirarla, no vi ningún surco de presión, solo una inflamación en el lado derecho, como si le hubiesen hecho una presión', explicó el padre.

El hematoma

Ese hematoma sería el producto de un movimiento de jiu jitsu, arte marcial practicada por Rivera Ramírez, del que ya antes Valentina había sido blanco. Esto, según información recopilada por sus padres, quienes han seguido investigando el caso para entregar todos los detalles posibles a la Fiscalía.

Cabe mencionar que, hasta el momento de esta publicación, la familia no ha recibido el dictamen de Medicina Legal que esclarezca si se trató de un suicidio o de un asesinato.