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Sobre el aberrante crimen de la niña Yaileth Carolina De la Cruz se han conocido detalles que confirman que Gustavo Adolfo Candama Lozano actuó con sevicia.

‘El monstruo’ de La Chinita, como ya se le conoce a este joven de 21 años, no tuvo escrúpulos cuando atacó a la menor de tres años y siete meses de nacida en un lote enmontado de este sector de la ciudad, donde además dejó abandonado el cuerpo sin vida.

Un fiscal que conoció piezas clave del proceso aseguró que Candama Lozano puede ser considerado un sicópata, que muy seguramente recibirá una de las condenas más fuertes de las que se hayan aplicado en el país, desde que entró en vigencia la Ley de Infancia y Adolescencia.

Otro fiscal consultado sobre el caso sostiene que será dentro del proceso de investigación que se determinará si el joven actuó con premeditación, cuando la noche anterior a la desaparición de Yaileth Carolina, tuvo contacto con la pequeña y un familiar de ella.

Leonor Méndez Julio, una de sus tías, confirmó que ella estaba con la menor en una sala de Internet, al lado de su casa, cuando vio a El Soldadito atravesando la calle 17; se le acercó para preguntarle por un collar que él le tenía, pero no le respondió sobre tema. Según la tía de la niña, el sujeto solo “se quedaba mirando a Yaileth, la reparó de pies a cabeza y decía que estaba muy bonita. No le quitaba la vista de encima”.

Quién es el soldadito. Sobre la vida de Gustavo Adolfo Candama Lozano se conocen dos versiones: para unos era un joven calmado, de una buena familia, y para otros un drogadicto más de los que habitan en algunos sectores de La Chinita, Rebolo y La Luz.

Los detalles de lo ocurrido a la pequeña tiene asombrados a los vecinos de la calle 21 con carrera 23, donde vivió hasta el sábado por la mañana Gustavo, cuando se conoció de su captura por el horrible crimen de la menor de edad.

Antes de ese fatídico día, Gustavo Adolfo era conocido por sus vecinos como un joven estudioso, que prestó el servicio militar al terminar su bachillerato para poder ingresar a una institución de educación superior o trabajar. De hecho, después que terminó el servicio obligatorio lo comenzaron a llamar El Soldadito.

Su madre es una mujer que trabaja en una firma de confecciones que, según vecinos, ha luchado por sacar adelante a sus tres hijos, uno de ellos menor de 12 años.

Con mucho esfuerzo logró matricular a su hijo mayor en una universidad de la ciudad, información que fue confirmada por sus vecinos.

Muy extrañados por lo ocurrido, algunos aseguraron que Gustavo Adolfo era un muchacho muy calmado que cursó hasta quinto semestre de ciencias naturales y educación ambiental hasta el año pasado, cuando abandonó sus estudios para sumergirse en el mundo de las drogas.

Otra cosa es lo que afirman los vecinos de la familia de la pequeña Yaileth Carolina.

Estos conocían a El Soldadito como una persona que consumía alucinógenos debajo del puente ubicado en el sector conocido como El Pekín, justo al lado de la vivienda donde residía la niña.

Pese a este antecedente, de acuerdo con la versión de los vecinos, el joven tenía una relación muy cercana con la familia de la niña, pues frecuentaba la vivienda y se le veía conversando con varios de ellos.

En ese sentido, se conoció que era amigo de dos tíos de la pequeña, inclusive, de la madre de la menor. Además se conoció que un familiar vio cuando el sujeto le brindó la paleta a la niña, pero se tuvo que marchar hacia el trabajo y solo se percató de su desaparición cuando lazaron la voz de alerta.

Esta sería la razón por la que los vecinos no advirtieron del peligro que enfrentaba la menor, cuando la vieron agarrada de la mano del sujeto que horas después, al parecer, bajo los efectos de sustancias alucinógenas, la accedió carnalmente y le quitó la vida.

Por Redacción Judicial