Un titán de esmeralda cayó desde el espacio sideral a un vecindario de murales y grafitis que empieza a brotar en el Barrio Abajo. Nació en la imaginación de Kid Kreol & Boogie, para pintarle un pasado a la isla en que nacieron.
Si los vieras bailando el rap ‘Así es el velorio de un coleto’, en el patio de la Alianza Francesa, no los distinguirías de ningún otro. Pantalonetas, camisetas negras, barbas sembradas de incipientes canas y pases a rodilla flexionada. Como cualquier local.
Pero, a menos de que un historiador de ocasión tenga pruebas para desmentirlo, son los primeros hijos de la isla francesa de Reunión en poner sus pies en Barranquilla. Y están dejando una huella a lo grande: un mural de unos 30 metros.
Un gordo de melena amarrada a la cabeza y collar de cráneos diminutos le coloreaba de rojo las venas al titán al mediodía. 'En Reunión no tenemos ninguna historia ni mitología antes de la esclavitud', decía Boogie, Yannis Nanguet, explicando los matices que esconde su pintura.
Antes de tropezarnos en la fiesta, conversamos unos 40 minutos allí, a la sombra del gigante. Una palabra se repetía con claridad para describir su isla, en el mano a mano de ingleses de acentos atropellados: 'a mix', 'a mix'. Mezcla en la comida, mezcla en las lenguas, mezcla en las tradiciones, mezcla en la música.