El estadio Metropolitano Roberto Meléndez se transformó este lunes en un templo de fiesta y pasión rojiblanca para celebrar el cumpleaños 101 del Junior de Barranquilla. Desde temprano, una marea de hinchas comenzó a colmar cada rincón del escenario, teñido de rojiblanco, con banderas, cánticos y sonrisas que presagiaban una linda noche.
Emotiva bandera en honor a Berthica De Carbonell, “la eterna dama del fútbol”
El entusiasmo se respiraba en el ambiente, con familias enteras que acudieron al llamado del club, respaldando masivamente al equipo de Alfredo Arias en su duelo frente al Atlético Bucaramanga, por la jornada 7 de la Liga II-2025.
La celebración comenzó a ritmo de Carnaval. La Reina, Michelle Char, embajadora eterna de la alegría barranquillera, fue la encargada de abrir la fiesta con su presencia, contagiando de energía cada tribuna con sus movimientos y carisma. Con gracia y tradición, realizó el saque de honor, marcando así un inicio simbólico y festivo de la velada.

En el entretiempo, el artista barranquillero Altafulla tomó el relevo y puso a cantar al público con varios de sus éxitos, consolidándose como uno de los momentos más vibrantes de la noche, gracias al reconocimiento que ha ganado tras su participación en el reality ‘La Casa de los Famosos’.
Pero el clímax llegó cuando el cielo de Barranquilla se encendió. Una lluvia de fuegos artificiales iluminó el Metropolitano, pintando de rojo y blanco la noche caribeña. Las explosiones de luz arrancaron ovaciones y gritos de emoción, envolviendo a todos en una atmósfera mágica que solo el Junior sabe generar. Cada chispa parecía símbolo de los más de cien años de historia que el club atesora.
Para redondear la fiesta y pensando en el futuro rojiblanco, los niños pudieron ingresar gratuitamente al estadio, compartiendo con sus familias una experiencia que seguramente marcará su amor por el equipo.
El único lunar de la fiesta fueron los disturbios que se presentaron durante el juego, cuando integrantes de las barras de Junior corretearon en más de una oportunidad a fanáticos del Bucaramanga, parando el juego en la segunda parte. El miedo de varios aficionados que no tenían nada que ver con lo que ocurría obligó a muchos a refugiarse en la zona de prensa.
Entre tambores, aplausos y un sinfín de emociones, la hinchada tiburona vivió una jornada inolvidable.