
La vorágine de partidos de Sudamericana, y luego la Semana Mayor, no dio tiempo para comentar, como se merecía, a la noticia del anuncio oficial del retiro como pelotero activo de Édgar Rentería.
La finalidad de este escrito es resaltar a un deportista ejemplar, a una figura inconmensurable en el mejor béisbol del mundo. Hablar de Rentería es referirse a un pelotero que se ganó el respeto de todos en las Grandes Ligas. Hasta antes del Niño de Barranquilla, los colombianos no habíamos experimentado lo que era ver a un compatriota en una Serie Mundial —mucho menos que pudiera ganarla dos veces, batear el hit de oro y convertirse en Jugador Más Valioso—, verlo actuar en un Juego de Estrellas —participó en cinco— y ganar Guantes de oro y Bates de Plata.
Gracias a Édgar nos volvimos fanáticos de los Marlins y del famoso slogan que popularizó el narrador cubano Felo Ramírez: “Están ganando los Marlins”.
Gracias a Édgar nombres como el de Jim Leyland, Tony La Russa, Bobby Cox, Terry Francona, Bruce Bochy y el del hombre del palillo —Dusty Baker— se volvieron familiares para nosotros. Y cómo no si tuvieron el privilegio y acierto de dirigir y moldear a un pelotero de sus quilates.
Gracias a Rentería se avivó nuevamente la vieja rivalidad beisbolera entre Barranquilla y Cartagena, entrando siempre en el terreno de las comparaciones entre él y Orlando Cabrera. Esa discusión llegó al punto máximo en la Serie Mundial de 2004 entre los Bravos de Atlanta y los Medias Rojas de Boston, que ganaron estos últimos por barrida.
Gracias a Édgar hoy tenemos más peloteros en la Gran Carpa, con la posibilidad de que ese número aumente este año. Édgar se encargó de mostrarles el camino.
Por todo lo anterior, Édgar Rentería no merecía un adiós con poco ruido, pero entendemos que él lo quiso así, porque así es una personalidad. El mejor homenaje que le puede rendir Barranquilla es sentirse orgulloso de sus logros y, sobre todo, de su calidad humana. Y a nuestras autoridades pedirle una vez más la construcción de un estadio de béisbol que lleve su nombre. Esa es una vieja deuda que tienen con este gran deportista.
Por Manuel Ortega P.
Editor Deportes