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La batalla del año: Tyson Fury noqueó en 11 a Deontay Wilder

En una guerra sin cuartel, Tyson Fury retuvo el título mundial del peso pesado tras fulminar a un inagotable Wilder. Olek Usyk a la espera.

Asombrosa. Desorbitante. La pelea del año. Una batalla de sangre y sudor fue la que protagonizaron Deontay Wilder y Tyson Fury, quienes midieron fuerzas en el cumplimiento de la trilogía más esperada del boxeo durante este 2021.

La victoria fue para un Tyson Fury que combinó la fuerza de sus puñetazos con el respaldo de su peso corporal, factores que impuso sobre la humanidad de un Deontay Wilder que, dando la más respetable de las muestras de honor a su apodo, el 'bombardero de bronce', soportó el castigo hasta que en el onceavo asalto las fuerzas, demacradas por los golpes, no continuaron con la misión de aguante.

La pelea fue emocionante desde la previa. Se retrasó durante algunos minutos hasta que el espectáculo previo vio la luz. Wilder, vestido de nativo americano, saltó a la escena con un traje sencillo de colores negro y rojo. Fury, por su parte, y fiel al excentricismo que ha catapultado su fama, optó por emular una vestimenta de rey gitano, rindiendo un tributo a los orígenes de su apellido británico.

Sobre el cuadrilátero las emociones no se hicieron esperar. Bomba va y bomba vino desde el primer instante con un Wilder incisivo, frenético, cargado de energía, quien enfocó las primeras de intercambio en el voluminoso cuerpo de su contrincante. Fury, más concentrado, optó por el movimiento de cabeza y cintura para esquivar y en más de una ocasión su mano izquierda, en forma de jab, dio las primeras señales de alarma al retador americano.

Los gritos nunca dejaron de hacer vibrar al AT%T Arena de Las Vegas, Nevada (Estados Unidos). Pero el gran estrépito se hizo sentir en el tercer asalto, cuando una poderosa mano de Fury aplicó la primera dosis de cloroformo sobre un Wilder que encontró consuelo en la lona. Recibió el conteo y recuperó el aire. Sin embargo, el británico soltó de su interior una potencia que, a uno más débil, lo hubiese enviado al hospital, pero Wilder resistió el castigo y la campana, oportunamente, evitó el final temprano.

Con la llegada del cuarto parecía que el nocaut sería sentencia de lo irremediable para Wilder, pero no, todo lo contrario. El Bombardero, inspirado por el recuerdo del sacrificio durante sus semanas de campamento, sacó a la luz lo mejor de su repertorio y entonces su mano derecha impactó con fiereza la cabeza de un Fury que visitó la lona en dos ocasiones. Bomba va y bomba viene. Y entonces la campana salvó no a Wilder, como hacía tres minutos, sino a un Fury desconcertado por la arremetida con tintes de paliza que le había caído encima.

El quinto episodio fue para tomar aire y a partir del sexto Fury optó por una estrategia de desgaste progresivo que resultó exitosa: combinar puños con la imponencia de su peso corporal. Conectaba una serie de manos e inmediatamente posaba su cuerpo sobre la humanidad de un Wilder que poco a poco fue perdiendo energía. En el séptimo el púgil americano, cuya única caída anterior había sido ante el propio Fury, volvió a estar contra las cuerdas. En el décimo vino un nuevo desplome a raíz de una derecha diseñada para poner fin a la contienda, pero no. Wilder podía soportar más.

Cuando parecía que el aguante de Wilder le permitiría alcanzar las tarjetas se aproximó sobre su humanidad un nuevo derechazo que esta vez fue definitivo. Wilder fue a la lona y el juez de la reyerta solo tuvo que levantar las manos en señal irremediable de que todo estaba acabado y el cinturón del Consejo Mundial de Boxeo se quedaría en poder de Tyson Fury. Se sembró el suspenso, pero el color volvió paulatinamente a las mejillas de un Wilder desorientado, casi inconsciente, que poco a poco fue entendiendo que el final había llegado.

De este modo, el 'rey de los gitanos' defendió exitosamente por primera vez la corona que le arrebató al propio Wilder en el año pasado y ahora se postula como el principal candidato a próximo rival de Oleksandr Usyk, quien semanas atrás destronó a Anthony Joshua. Así las cosas, y después de décadas de inadvertencia, el peso pesado vuelve a despertar el interés de propios y ajenos al pugilismo. 

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