El Heraldo
Juan Evangelista Herrera Cañate entrena todos los días en el gimnasio del estadio Metropolitano. Rafael Polo
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“El golpe más duro que recibí fue no poder seguir peleando”: Juan Evangelista Herrera

Juan Evangelista Herrera Cañate dedica todos sus días a enseñar boxeo debajo del estadio Metropolitano. Durante sus años como púgil fue bicampeón nacional minimosca.

En un deporte como el boxeo, donde los apodos de los púgiles destacan por ser rimbombantes, rudos y llenos de poder, el ser llamado Juanito es algo que, a priori, no tendría mucho sentido, pero que para Juan Evangelista Herrera Cañate nunca tuvo importancia. El barranquillero, de 68 años, desfogó con sus nudillos toda la fuerza e ira que su pseudónimo no tenía para ser bicampeón nacional y lograr el subcampeonato de los Juegos Bolivarianos y del primer torneo Centroamericano, disputado en La Habana, Cuba. 

Hoy, después de años ligados al deporte de las narices chatas, su rostro genera nostalgia. Un mal diagnóstico médico lo obligó a abandonar los cuadriláteros como actor principal y se refugió en  el segundo plano, en la parte de atrás de la esquina del ring. Su rol, después de figurar como gran promesa colombiana, pasó a ser el encargado de dar los consejos a los que se ‘matan’ a golpes dentro del cuadrilátero. “El golpe más duro que recibí en mi vida fue no poder seguir peleando. Me cortaron las alas”, dijo.

P.

¿Qué hay de la vida de ‘Juanito’ Herrera?

R.

 Las cosas no han cambiado mucho. Me la paso viajando al gimnasio del estadio Metropolitano. Allá tengo unos muchachos que tienen ganas de aprender de este deporte y que se han acogido a mí, pese a que dejé de trabajar  en la Liga de Boxeo del Atlántico, de donde me echaron. Los muchachos me dicen que no hay problema, que ellos confían en mí y entre todos ellos recogen dinero para ayudarme con los pasajes. Me esfuerzo todos los días para ayudarlos.

P.

¿Se siente frustrado por no estar en la Liga de Boxeo?

R.

En realidad mi mayor intención es ayudar a los jóvenes porque es algo que me satisface, pero siento mucha decepción porque el deporte aquí está muy desorganizado. En la Liga de Boxeo del Atlántico se llevan a los que ellos quieren, no a los que verdaderamente saben. Para que yo entrara me exigieron una cantidad de requisitos, pero después que yo salí meten a cualquier persona sin que tengan idea de cómo se maneja esto. Estoy muy molesto con los hermanos Torres porque no me han dado la cara de la razón de mi salida. Cuando me ven bajan la cabeza.

P.

¿Cuál es el balance que tiene del deporte de las narices chatas?

R.

Desde la muerte de Billy Chams el boxeo ha desmejorado mucho. Con su apoyo yo estuve en el inicio de Cuadrilátero. Empezamos con cinco boxeadores solamente: Fidel Bassa, Tomás Molinares, Rafael Pineda, Rodolfo Blanco y Álvaro Mercado. Todos ellos pelearon título mundial y cuatro lo pudieron ganar. Eso ya no pasa ahora. El problema es que los apoderados de los púgiles los ponen a pelear con ‘Juan de Los Palotes’ y ganan fácil para luego venderlos en Estados Unidos. Las negociaciones las hacen por 20 mil dólares y les terminan dando solo 2.000. Por eso muchos buenas talentos se han perdido en el camino.

 

P.

¿Por qué le llaman ‘Juanito’?

R.

Esa expresión se creó en 1968 en una final donde yo estaba peleando contra un muchacho de Bogotá apellido Meza. En el último asalto yo me recosté a las cuerdas donde estaba la mesa técnica. Estaba agotado y estaba recibiendo unos golpes muy fuertes. En ese momento una dirigente de la Liga llamada Marina de Díaz comenzó a golpear a la lona y decir: “tira, Juanito, tira”. Desde esa vez todos me llaman así.

P.

Comenzó practicando béisbol. ¿Por qué lo dejó?

R.

Comencé en el boxeo aficionado a raíz de una decepción que tuve con el béisbol. Una vez fui preseleccionado en 1967 al primer torneo infantil a realizarse en Medellín. Éramos dirigidos por el desaparecido Rafael Arrieta, ‘El Capi’, y faltando una semana para el viaje nos sacaron del preseleccionado injustamente a Adolfo Palmera y a mí. Eso me decepcionó. Me llené  de dolor.

P.

¿Cómo fueron sus inicios en el boxeo?

R.

Yo estaba con un grupo de amigos donde ahora está el Amira de la Rosa en el año 68. Estábamos jugando béisbol y pasó la selección de Atlántico de boxeo con una bulla muy grande y nosotros nos fuimos corriendo atrás de ellos. El equipo de esa época llegó al coliseo Humberto Perea para tomarse fotos y ahí estaba yo viéndolos junto a Eduardo Barragán y Alfonso Cáceres, y cuadramos volver al escenario a que nos dejaran pelear. Dicho y hecho, al día siguiente fuimos a entrenar, pero el portero del coliseo no nos dejó entrar y nos pidió 10 pesos. Yo me fui para el parqueadero del ‘Sears’ a recolectar el dinero y luego llevárselo para entrar. Así comenzó todo.

P.

¿Cuántos títulos obtuvo en su carrera?

R.

En aficionado logré dos títulos a nivel nacional, en 1968 y 1969. A nivel internacional fui subcampeón de los Juegos Bolivarianos en Venezuela y subcampeón del primer torneo Centroamericano realizado en La Habana, Cuba. Yo estaba para grandes cosas, pero todo poco a poco se fue desmoronando para mí.

P.

¿Cuál es la pelea que más recuerda?

R.

¡Uy! Una con Carlos Arturo Osorio. Era mi cuarta pelea profesional y se pactó a doce asaltos. En mis anteriores combates yo no había pasado de los cuatro episodios y eso me generaba temor. Cuando el día llegó, yo me sentí bien hasta el sexto round, pero ya después estaba muy cansado. Fue un martirio. En el último asaltó me pegó un golpe que me hizo caer a la lona, pero ya yo tenía un buen registro de los anteriores, así que no me preocupé. Al final los jueces me levantaron el brazo y me dieron como ganador, pero el público me abucheó. Se formó un botellerío en el viejo Humberto Perea.

P.

¿Qué le dijo Carlos Osorio luego de eso?

R.

Él era un veterano ante mí. Había participado en muchos campeonatos con el ‘Baba’ Jiménez y boxeadores de esa talla. Luego el 31 de enero del 73 volvimos a pelear y me sentí ganador absoluto de la pelea. Lo mandé varias veces a la lona, pero los jueces decidieron empate. Él mismo reconoció que yo había ganado, pero me dijo que no iba a entregar el fajón (risas).

 

P.

¿Qué le quedó faltando en su carrera que hoy en día lamenta?

R.

No poder ir a los Juegos Olímpico de México. Yo fui escogido para representar al país junto a otro grupo de muchachos, pero al final el Comité Olímpico no dio el dinero y no se pudo cumplir el sueño. Tengo una frustración muy grande porque ese es el máximo anhelo de todo deportista. Luego pude ir a los Juegos de Múnich, pero me salió la problemática en la cabeza que fue el comienzo de mi fin. Siento que me hicieron un daño irreparable.

P.

Me imagino que ese es el golpe más duro que le han dado…

R.

El día que los médicos detectaron que supuestamente tenía un tumor cerebral ha sido el más doloroso. De ese golpe aún no me he podido recuperar. Sigo tirado en la lona y contra las cuerdas. El golpe más duro que recibí fue que me quitaran la posibilidad  de seguir peleando.

P.

¿Qué pasó después de eso?

R.

No pudo competir en un nacional en Ibagué. Fui varias veces a Bogotá a que me revisaran, pero solo me mandaban unos frascos de Epamin que reclamaba en la 30. Mandé varias cartas, pero simplemente dejaron las cosas así. Un neurólogo llamado Jaime Ruíz me revisó y me dijo que no tenía absolutamente nada, pero el problema era que no era médico del estado y en ese tiempo eso era lo que valía. Luego del cambio en la constitución del año 91 todo cambió y esos médicos estuvieran pagando todo el daño que me hicieron en mi vida. Esa fue la única pelea que perdí. Es lo que más me mortifica.

P.

¿Cuándo cree que es hora de tirar la toalla?

R.

  Ya yo estoy pensando en quitarme los guantes. Estoy esperando que se den unas cosas con Indeportes para ver si ayudo a nuevos boxeadores. Aquí el deporte está muy mal. De resto, seguiré yendo al gimnasio a ayudar a las nuevas promesas.

P.

¿Qué piensa de los boxeadores colombianos?

R.

En el país, como tal, no hay nada. Los buenos de nosotros están afuera. A Eléider Álvarez le quedan tres o cuatro defensas más. Es muy bueno. Pero como tal el ídolo que ha tenido Colombia se llama Bernardo Caraballo. Pambelé es el más grande desde todo punto de vista, pero el mejor boxeador que ha tenido Colombia se llama Bernardo Caraballo. La técnica que tenía Caraballo era perfecta. Dentro del ring era un espectáculo.

P.

¿Quién es su boxeador favorito?

R.

 Para mí es Floyd Mayweather. A la gente no le gusta, pero no saben que el arte de este boxeo es dar más golpe de los que se reciben. Eso es algo que él lo hace a la perfección. Yo siempre seré de Mayweather.

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