Aquí estoy mirando la sesión de Meditación del plantel del Liverpool en el Templo Budista Ekoin en Tokio. Están Lucho Díaz y Darwin Núñez inmersos en el mercado de jugadores que se mueve, como el de las bolsas de valores, entre la oferta y la demanda.
Un monje ha dirigido la sesión después de haber intercambiado palabras con el DT Arne Slot y saludar, de mano, a los jugadores.
En el video, montado por el equipo inglés, se ve a Lucho con esa tranquilidad de quien ha andado por el recto camino de la vida bien vivida, después de haberle ganado a esa vida las incomodidades y privaciones del comienzo.
Siempre me ha dado la impresión que Lucho, además de ser el gran jugador de fútbol que es, mentalmente es muy fuerte. No se detiene en maledicencias y minucias. No se unta de los decires de las lenguas triperinas, ni se deja atrapar por las malas energías. Siempre claro, siempre limpio, siempre eficiente, siempre rendidor, con familia unida y bien constituida lo que le ha permitido ser exitoso y seguirlo siendo sin ser tocado por las inmundicias de las aves de mal agüero.
Cuando partió al Porto que por qué a Portugal, la quinta Liga de Europa y no al Real Madrid. Cuando fue adquirido por el Liverpool que por qué Inglaterra, pues no sabía inglés, y a ese equipo lleno de estrellas que no le permitiría jugar regularmente. Y ahora que ir del Liverpool al Bayern Munich es un retroceso. ¡Dios mío, Dios mío!
En Portugal fue figura y goleador del Porto. En Liverpool figura e ídolo de la hinchada que hasta canción propia en la tribuna le cantan (His name is Lucho, He came to score, score, score. He’s Luis Diaz, he’s from Barrancas, Now he plays for Liverpool)
Y sí, finalmente, va al Bayern Munich, el mejor equipo de Alemania y uno de los grandes del mundo, seguirá siendo el mismo triunfador que salió del Barranquilla FC y se consolidó en Junior. Y en el idioma que le ha puesto la vida: portugués, inglés y ahora alemán. Que no es la lengua lo importante, sino su calidad.
Mientras Lucho genera en Europa todas las buenas sensaciones de un jugador de fútbol espectacular, por algunos lares interioranos hay gente que se muere de rabia como el Bobinche.
Es como si la envidia y la mala vibra les generara alergia en cierta parte del cuerpo...