El Heraldo
Aspecto del conversatorio que tuvo lugar en Cartagena. Cortesía: Hay Festival de Cartagena 2023
Cultura

Leandro Díaz, más allá de lo que se ve en pantalla

Alonso Sánchez Baute, autor del libro que retrata la biografía del juglar, conversó con Silvia Hoyos y el libretista Rafael Noguera sobre la vida del fallecido cantautor guajiro.

“Hablar de mi pena no tiene mayor misterio porque, con solo verme, la gente se da cuenta de que soy ciego. Todos creen que no poder ver es una tragedia. Y lo es. Pero la mente es más flexible que el bambú y desde que uno nace, aprende a vivir con lo que le falta. (…) Toda moneda tiene dos caras”, dijo Leandro Díaz en una frase plasmada por Alonso Sánchez Baute en la obra homónima a la vida de su protagonista, ‘Leandro, cuya vida y obra quedaron plasmadas con sensibilidad quirúrgica en un texto lanzado oficialmente en 2019.

En la comodidad que solo brinda la confidencia, Alonso Sánchez Baute recordó a quien fuera el autor de varias de las letras más poderosas, profundas y descriptivas del antiguo vallenato, del viejo, que se gozaba en las parrandas con la improvisación del vocalista, el pregonar de la caja, el chirrido consonante de la guacharaca y la armonización conductora del acordeón del valle. 

En el marco del Hay Festival de Cartagena de Indias, Sánchez Baute dialogó con Rafael Noguera, la mente detrás del libreto de la telenovela que hoy se emite por RCN, y también con la periodista Silvia Hoyos.

El tema fue Leandro, pero especialmente, ese lado desnudo y oculto de quien fuera un revolucionario de la canción vallenata por su inexplicable descripción de la belleza física que nunca le fue revelada, pues el compositor fue ciego desde su nacimiento en 1928, en Barrancas, hasta su muerte, el 22 de junio de 2013 en Valledupar.

“En la historia de Leandro, Ivo –uno de sus hijos–  juega un papel importante. Él me entregó un papel con los nombres de las personas clave para conocer a Leandro y escribir el libro.

Además, él me contó que Leandro fue rechazado al nacer de ahí nace toda una historia de maltrato por parte de su padre, quien lo devolvió a su madre tras el nacimiento y desde entonces nunca quiso reconocerlo”, relató Sánchez Baute. 

El odio del padre enfrentado al respeto de un país entero

Canciones como ‘Matilde Lina’ y ‘La diosa coronada’ fueron algunas de las primeras aproximaciones de Carlos Vives a la canción vallenata.

Muy cerca de ese joven samario estaba un Rafael Noguera consagrado a dos pasiones: la ingeniería civil, que ejerció hasta llegar a la jubilación, y la escritura en forma de libretos para múltiples formatos, entre ellos la televisión. 

Aspecto del conversatorio entre Alonso Sánchez Baute, Silvia Hoyos y Rafael Noguera. Cortesía: Hay Festival de Cartagena

Esa cercanía con un joven Carlos Vives, entonces apasionado por mezclar el rock con el vallenato, fue también la primera aproximación de Noguera a la obra de un artista que años después le representaría inspiración y trabajo.

 “Leandro superó en vida el menosprecio de la gente desde mucho antes de su muerte. Sus temas eran éxitos gigantes y sus temas se metieron como clásicos”.

“Hay un momento clave en la carrera de Leandro. Él se descubre querido por la gente en 1985, cuando Gabriel García Márquez en ‘El amor en los tiempos del cólera’ introduce en el epígrafe una canción de Leandro. En ese momento él sabe que tiene un reconocimiento. Todo eso construye la historia que vemos en pantalla”, detalla Noguera. 

La tía Erótida
En la telenovela, la tía Erótida es interpretada por la cartagenera Aida Bossa. cortesía: RCN

Ya sabemos que Abel Duarte rechazó a Leandro Díaz hasta el último suspiro. Entonces, eventualmente Alonso Sánchez Baute descubre que hay una figura que encarna el amor –más allá de la expresión maternal de María Ignacia, madre de Leandro–, y fue la tía Eródita. 

“Ella estaba acostada en una hamaca. No se quiso levantar nunca de ahí para atenderme. Imagínenla. Era una mujer de 92 años, cansada, y de pronto comenzó a contarme cosas que iban alimentando ese interés cada vez más literario. Yo pensaba ‘carajo, esto por qué no se ha contado’. Leandro tenía como siete años cuando supo que era ciego. Yo hablé de la ceguera y él preguntó. Entonces supo lo que era ser ciego. Especulo que antes creía que todos éramos iguales a él”, reveló Sánchez Baute. 

Además, mencionó que la tía Erótida que “muchos momentos del Leandro que la gente hoy ve en pantalla nacieron del relato de esa mujer”.

La construcción de lo que se ve en pantalla

Según Noguera, hay contrastes entre realidad y ficción anexados en la obra para una mayor atracción. “La tía Erotida debería desaparecer cuando Leandro crece, pero en la historia le damos un papel más largo y más sufrido, en el que ella siempre escoge entre la vida o el amor”, cuenta. 

Y seguidamente detalla: “Con respecto a su papá, él siempre intentó en algún momento ayudar a su papá, que fracasó con el algodón, y el viejo no quiso esa ayuda. Pero en la novela no queríamos el resentimiento, y con Onofre hicimos un arco de transformación largo, larguísimo, en el que el papá aprende que se equivocó por cómo lo repartió entre sus hijos y que desperdició mucho cariño”.

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