Cristina Campuzano leyó Delirio cuando el libro apenas comenzaba su recorrido por los lectores y las estanterías del país. Era el año 2004 y la novela de Laura Restrepo acababa de ganar el Premio Alfaguara. Campuzano lo leyó por gusto, sin imaginar que dos décadas después estaría encarnando a uno de los personajes más complejos del universo Londoño: Sofía Portulinus.
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“Cuando supe que iban a hacer la serie, me lo volví a leer y redescubrí la historia. Claro, 20 años después, y también aluciné”, cuenta la actriz bogotana, que da vida a la tía Sofi en la adaptación audiovisual de Delirio, ya disponible en Netflix.
La serie, protagonizada por Estefanía Piñeres, Juan Pablo Raba, Salvador del Solar, Paola Turbay, Juan Pablo Urrego y Campuzano, se mete de lleno en los laberintos emocionales de la novela original, en especial en esa delgada línea entre la cordura y el desvarío.
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El guion, según Cristina, fue “una gran adaptación” que le permitió, desde el inicio, entender con claridad la psicología de su personaje. “Me sumergí en la historia desde el principio. Fue muy fácil entrar, muy fácil entender a los personajes. Y muy fácil disfrutarla”, dice.
Pero el vínculo de Cristina con Delirio no empezó desde el personaje, sino desde el afecto por la historia. “Uno de los personajes que a mí siempre me gustó, sin saber qué iba a hacer cuando lo leí, fue el de la tía Sofi. Me parecía un personaje bellísimo. Que haya terminado haciéndolo me parece maravilloso”, dice, con algo de asombro aún en la voz. “Soy bogotana, entonces lo recibí con mucho cariño, con mucha curiosidad. Laura escribe de una forma que te mete en la psicología de los personajes”.
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Construir desde adentro
Aunque el equipo creativo de Delirio tuvo sesiones de trabajo previas al rodaje para conversar sobre los personajes, Cristina aclara que su método de aproximación al papel siempre parte de lo íntimo. “Por personalidad y por escuela, siempre construyo mis personajes desde adentro. Tú lees el guion ya pensando en cómo lo vas a hacer, imaginándote, sintiendo cómo recibes el personaje”.
Ese trabajo interno se fue completando con lo que surgía en las mesas con los guionistas Andrés Burgos y Verónica Triana, y los directores Julio Jaramillo y Rafael Martínez. “Fue como una historia construida entre todos. En esas reuniones se definía cómo entendíamos a los personajes, cómo ellos lo leían, y cómo entre todos los íbamos formando. Eso fue muy valioso”.
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El personaje fue tomando forma con cada ensayo, con cada lectura. “Tú sin entender por qué, vas adquiriendo la postura del personaje, le vas dando un tono, vas entendiendo su gestualidad. Es como que el personaje se va encontrando solo. Es un proceso creativo muy bonito, pero a veces inexplicable”, asegura.
“Yo entiendo a la tía Sofi”
En esa exploración emocional y vital, Cristina se fue encontrando con similitudes inesperadas con su personaje. “Hoy tengo la edad del personaje. Cuando leí el libro la primera vez, no. Pero ahora sí. Entonces entiendo muchas cosas: su soledad, el amor que tiene por su familia, incluso por Carlos Vicente —el personaje de Salvador del Solar— entiendo por qué se queda. Por qué, siendo una mujer tan libre, decide regresar a la casa familiar y sacrifica su vida amorosa”.
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La lectura que hace Campuzano de Sofía es que “el gran amor de ella es su familia, por encima del amor romántico”. Y en ese punto, se encuentra a sí misma.
“Yo también soy una mujer libre, alegre, positiva. La tía Sofi es divertida, es un personaje que tiene humor dentro de la historia. Tenemos muchos puntos en común”.
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Ponderar la salud mental
Tanto la serie, como la novela, no le huyen a uno de los temas más incómodos en la historia familiar: la salud mental. Campuzano celebra que la serie lo ponga sobre la mesa sin rodeos.
“Más allá del talento que tenemos en este país, lo más valioso de la serie es que toca el tema de la salud mental. Sigue siendo un tabú. Obviamente ya es mucho más abierto que en la época de la historia de Delirio, pero aún es un tema que hay que seguir conversando”.
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Para ella, normalizar el diálogo sobre las enfermedades mentales es urgente. “Siento que todavía es un tema un poco avergonzante. Y es real. Hoy el nivel de ansiedad y de desórdenes emocionales es impresionante. Si tú lo miras a nivel de salud pública, la cantidad de personas que sufren de condiciones mentales o emocionales es muy alta”.
Pero más allá de las estadísticas, lo importante es el eco emocional que genera una historia como esta. “Todos tenemos nuestras propias dolencias. Nuestra propia ‘holgura’, como yo le digo. Yo creo que todos, como seres humanos, tenemos una psique muy complicada. Y no siempre encontramos dónde hablarlo”.
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