Mario Vargas Llosa fue objeto este viernes de un homenaje en la Casa de América de Madrid, una institución que visitó en innumerables ocasiones y en la que hoy recordaron al Premio Nobel de Literatura quienes más lo conocieron: amigos escritores, su editora y un “lector” que trató de aprender con sus libros cómo se escribe una novela: Leonardo Padura.
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“Yo creo que Mario está íntimamente ligado a esta Casa de América. Es uno de los fantasmas que ya habitan desde hace tiempo la Casa de América”, dijo el escritor español J.J. Armas Marcelo, que fue “testigo” de cómo el tratamiento por “la leucemia que padecía” hizo a Vargas Llosa, que falleció el pasado abril, “perder la memoria y la movilidad” en los últimos años de su vida.
Armas Marcelo, junto a los también escritores Leonardo Padura (Cuba) y Rubén Gallo (México) y la editora colombiana Pilar Reyes tomaron la palabra en este homenaje organizado por el Festival Hispanoamericano de Escritores, la Comunidad de Madrid y Casa de América, lugar en el que Vargas Llosa se estrenó en 1995 con la presentación de ‘La orgía perpetúa’ y donde apareció por última vez en septiembre de 2021, en el Festival Hispanoamericano de Escritores.
Un “gran manipulador”
“Yo no fui amigo, no fui editor, no fui colega de trabajo de Mario Vargas Llosa. Yo siempre fui un lector de Mario Vargas Llosa, un lector que trató de aprender algunas cosas con un escritor que en cada libro daba una lección de cómo se escribía una novela”, dijo en el homenaje Padura, Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2015, quien revivió las tres veces que coincidió con el autor de ‘Conversación en la catedral’.
Se detuvo en la última de ellas, en el festival Escribidores que se celebró en Málaga en 2023, donde Padura le dijo “mire, maestro, déjeme decirle algo”: “El problema con su literatura es que usted es un gran manipulador, un gran manipulador literario’”, recreó.
Y puso como ejemplo lo que le sucede cuando lee ‘La guerra del fin del mundo’, sobre la guerra de Canudos.
Según “va avanzando la novela, Mario Vargas Llosa nos va manipulando de una forma que estamos convencidos de que los rebeldes van a ganar”.
“¡Y sabemos que no ganaron! (…). Eso yo creo que es uno de los ejercicios más importantes que puede hacer la literatura: tener la capacidad de llevar al lector por donde el escritor quiere, y eso lo consiguen los grandes escritores”, valoró Padura.
Literatura subversiva
Pilar Reyes contó también algunos de sus encuentros más significativos con Vargas Llosa, a quien conoció en 1998 por la publicación de ‘Los cuadernos de don Rigoberto’ (1998).
La editora habló de las “conversaciones fabulosas” que tenían cuando terminaba de escribir un libro y, aunque se detuvo en la última vez que se vieron, dijo que la conversación “más emocionante” que tuvieron fue cuando le dio el manuscrito de su última novela: ‘Le dedico mi silencio’ (2013).
Vargas Llosa era “absolutamente consciente” de que esa era su última novela porque ya no tenía la “energía” que requería sumergirse en una nueva obra de ese calado, pero sí manifestó a Reyes su intención de escribir un libro sobre Sartre, a lo que ella le dijo “vas a terminar donde empezaste”, y él contestó: “Ojalá me alcance la vida para hacer esto”.
“No lo pudo terminar”, lamentó la editora, poniendo el acento en que Vargas Llosa “se preguntó mucho para qué sirve un escritor y para qué sirve la literatura”, preguntas que “no todos los escritores se hacen”.
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Aunque las “ideas políticas” de Vargas Llosa “fueron cambiando”, Reyes cree que “siempre tuvo la convicción de que la literatura era subversiva”.
“Porque crea ciudadanos, y crear ciudadanos con opiniones es crear gente que no traga entero”, añadió la editora.