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Por estos días, la vida del capitán David Santiago Pedreros López y la abogada Lina Marcela Martínez Durango transcurre entre ilusión, nervios, planes y una felicidad serena que ambos describen como “un conjunto de emociones revueltas que finalmente encuentran un consenso de alegría”. La reciente revelación del sexo de su bebé se convirtió en un hito íntimo y simbólico: la confirmación de que, después de una etapa difícil, la vida les ofrecía una nueva oportunidad para volver a creer.

Ella, monteriana; él, bogotano. Dos orígenes distintos que nunca fueron barrera, sino aprendizaje. Han sabido armonizar diferencias culturales y de trayectorias vitales para caminar juntos con una convicción compartida: que el amor, cuando es consciente y comprometido, se convierte en proyecto de vida.

No fue casualidad: fue una diosidencia

Hay encuentros que parecen escritos por el azar, pero que en realidad responden a algo más profundo. El de David y Lina ocurrió en un aeropuerto, entre el ruido de las despedidas y la prisa de los vuelos. Ella atravesaba un momento emocionalmente complejo y no pudo contener el llanto. Él se acercó con un gesto sencillo, humano, sin saber que minutos después sería el piloto de su vuelo ni que ese acto espontáneo marcaría el inicio de la historia que hoy los define.

David habla de diosidencias: esos encuentros guiados por Dios que llegan cuando más se necesitan. “Yo solo quería que estuviera bien”, recuerda él. Lina lo resume con una frase que aún la emociona: “Fue como un ángel que apareció justo cuando más lo necesitaba”.

Una historia hecha de reconstrucción

Lo que siguió no fue un romance precipitado, sino una construcción pausada entre dos personas que venían de procesos personales exigentes. Se acompañaron, se escucharon, se sostuvieron. Con el tiempo, nació entre ellos un vínculo profundo que se fortaleció en medio de una prueba inesperada: la pérdida de un bebé que ni siquiera creían posible concebir.

Ambos habían recibido diagnósticos médicos que advertían dificultades para ser padres. Por eso, la noticia del embarazo los sorprendió y los llenó de esperanza. La pérdida fue un golpe duro, pero también un punto de inflexión. “Ese momento nos unió más”, cuenta Lina con serenidad. “Nos obligó a preguntarnos si queríamos caminar juntos incluso cuando dolía. Y la respuesta fue sí”.

David lo expresa con la claridad de quien ha elegido conscientemente: “Este hogar, a pesar de todo, cada vez crece más y se ve más bonito”.

La sorpresa que les devolvió la luz

Contra todos los pronósticos, la vida volvió a abrirse paso. Y esta vez llegó con nombre propio: Lena.

Hoy, la emoción los desborda. “Estamos expectantes, felices y un poquito nerviosos”, confiesa Lina. “Es un territorio nuevo, pero profundamente hermoso”. Las familias han acompañado cada paso con ternura: es el primer nieto para los padres de David y una nueva ilusión para los de Lina.

Durante la revelación del sexo del bebé, las emociones se mezclaron con reflexiones profundas. David lo dice sin artificios: “Uno siempre quiere ser el mejor papá del mundo”. Lina complementa con una convicción ética que atraviesa su vida personal y profesional: “La mejor enseñanza es el ejemplo. No se puede exigir lo que no se practica”.

Amor, valores y una unión que se fortalece

Esa visión compartida de la vida también ha marcado los hitos de su historia como pareja. David le pidió matrimonio a Lina en un escenario tan simbólico como inolvidable: una isla privada del Caribe colombiano, alquilada especialmente para la ocasión, rodeados de sus familias. Un gesto que representó no solo el compromiso entre ambos, sino la unión y el respaldo de quienes han sido parte fundamental de su camino.

Posteriormente, el 28 de diciembre de 2024, contrajeron matrimonio en el recién inaugurado y exclusivo restaurante Don Ernesto, en una celebración íntima, elegante y profundamente familiar, acompañados por sus amigos más cercanos. Tras la boda, emprendieron una luna de miel que los llevó a recorrer lugares inolvidables, una experiencia que, más allá del viaje, les permitió afianzar su vínculo, compartir miradas sobre el mundo y reafirmar la convicción de caminar juntos, con mayor solidez y complicidad.

Fue un tiempo que selló, con sencillez y profundo significado, la decisión de construir un hogar basado en el respeto, la lealtad y el amor consciente.

La familia que imaginan

La llegada de Lena ha despertado sueños aún más grandes. “Definitivamente queremos que no sea hija única”, dice Lina con una sonrisa cómplice. “Nos gustaría que crecieran juntos, que se acompañen”.

En casa, Tokio Ramón y Kioto Elpidia, sus dos perros, ya forman parte esencial de esa dinámica de cuidado y afecto. “Ellos nos enseñaron, día a día, el valor de la responsabilidad y la ternura; llegaron a nuestras vidas para llenarlas de más alegría”, afirma Lina.

El servicio, la excelencia y el propósito

En paralelo a su vida familiar, Lina Marcela Martínez Durango continúa consolidando una trayectoria profesional ampliamente reconocida. Doctora (PhD) en Ciencias Jurídicas y Políticas por la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, España, es abogada administrativista con una sólida experiencia en contratación estatal, defensa de los derechos de las minorías étnicas y trabajo jurídico-académico, con especial énfasis en las comunidades indígenas del Caribe colombiano.

Especialista y magíster en Derecho Administrativo en modalidad de investigación, Investigadora Senior reconocida por MinCiencias, Lina ha sabido articular la excelencia académica con un impacto social tangible. Actualmente lidera el Área de Derecho Público y es fundadora del semillero de investigación “Tendencias Jurídicas Contemporáneas” de la Universidad de la Costa (CUC), en Barranquilla.

Su vocación, explica, siempre ha sido el servicio: “Usar el conocimiento no para el beneficio personal, sino para que algo mejore en la vida de alguien más, especialmente de quienes históricamente no han tenido voz”.

David Santiago Pedreros López, piloto comercial, egresado de Panam International Flight Academy en Estados Unidos, comparte esta visión desde una perspectiva más pragmática y metódica. Apasionado por la aviación, cuenta con habilitación A320 (Type Rated Airbus) en el Airbus Training Center de Fort Lauderdale, así como estudios en ingeniería aeronáutica y de sistemas, y un marcado interés por la formación de nuevos talentos en el sector aeronáutico.

“Más que mi trabajo, la aviación es el espacio en el que me siento pleno”, afirma. Y añade: “Para ser un buen piloto se deben cumplir tres reglas básicas: pasión, dedicación y compromiso. Solo así es posible mantenerse actualizado y priorizar el pilar fundamental de nuestra profesión: la seguridad”.

De manera coherente, Lina y David comparten una visión común sobre la vida y la crianza: “El estudio es fundamental, pero el carácter y los valores lo son aún más. Esa es la herencia que queremos dejar a nuestros hijos”.

El vuelo que apenas comienza

Lo que inició como un encuentro fortuito en un aeropuerto se ha transformado en una historia de amor consciente, resiliente y profundamente humana. Pronto serán tres. Y quizá, con el tiempo, más.

Caminarán juntos como lo han hecho desde el principio: con fe, propósito y la convicción de que la familia, cuando se construye sobre valores sólidos, es el proyecto más importante de todos.

“Será un aprendizaje constante”, dice David con una sonrisa tranquila. “Pero con las bases correctas, ya tenemos gran parte del camino recorrido”.

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