El Heraldo
Gerardo sufrió raspones. El vehículo quedó en el lodo.
Colombia

“Fueron las cuatro horas más largas de mi vida”: patrullero samario que sobrevivió

Asegura que no ha podido conciliar el sueño, que recuerda las palabras de tranquilidad que le dio su amigo, a quien lo hallaron muerto a 30 kilómetros del sitio en donde fueron embestidos por la avalancha.

Sentado en una mecedora en el patio de su casa en el barrio La Tenería, en el sur de Santa Marta, el policía Gerardo Segundo Cuao Gutiérrez, de 21 años, muestra los raspones que sufrió en sus manos y en la cabeza, después de que la patrulla en la que brindaba ayuda fue arrastrada más de 400 metros, tras la avalancha provocada por los desbordamientos de los ríos los Mocoa, Mulato y Sancoyaco, en Mocoa, la capital del Putumayo, entre la noche del viernes 31 de marzo y la madrugada del 1 de abril.

Con la mirada perdida, el joven todavía no cree el milagro de ser uno de los sobrevivientes.

Gerardo Cuao, patrullero adscrito a la seccional de Infancia y Adolescencia, describió que las inundaciones en Mocoa -donde reside desde hace un año y medio-  son “normales”, por lo que estaban acostumbrados a atender emergencias en los barrios, pero el aguacero de ese día fue como presenciar el fin del mundo.

“A eso de las 11:50 p.m. llegó una señora a la estación y nos informa que tiene a su hijos, de 12 y 4 años, y a su madre de 70 encerrados en la casa. Que el agua les daba a las rodillas y del desespero botaron las llaves”, dijo.

“Luego nos dirigimos  a la casa  y en medio de la situación, lo que hicimos fue coger piedras, palas, y seguetas para darle al candado, para liberar a las tres personas. Los retiramos de la casa y les dimos las recomendaciones de evacuación por lo que se venía venir”, narró el afectado. 

Recuerda que se subió al carro el patrullero Desiderio Ospina para atender otra emergencia a 200 metros de donde estaban, pero no habían avanzado mucho cuando la avalancha pasó por encima de la casa y les dio varias vueltas en medio de lodo, fango y piedras.

Los uniformados no se reponían de la sacudida cuando un árbol les cayó encima, dificultando su movilidad. “Mi compañero me tiró un brazo encima y me dijo que fuéramos fuertes, que de esta íbamos a salir”, manifestó.

Aturdidos por los golpes, el patrullero Ospina escuchó los gritos despavoridos de una niña de 12 años. Luego aprovechó que su lado no estaba bloqueado y se bajó para salvar a la pequeña y tras ponerla a salvo, la fuerza de la corriente terminó por llevárselo

“Fueron las cuatro horas más largas de mi vida, el agua estaba muy fría y ya estaba llegándome al cuello”. El samario cogió el radio y empezó a pedir ayuda y varios minutos después llegaron los socorristas de la Defensa Civil, Cruz Roja y Policía, quienes trabajaron desde las 12:30 a.m. hasta las 4:30 a.m. del sábado para sacarlo de las latas retorcidas de la camioneta.

Todavía no se explica que haya salido ileso. Cuando lo llevaron al Hospital José María Hernández le pusieron un suero y lo estabilizaron. Luego pidió que lo condujeran al comando de la Policía. “Solo había un radiooperador. Yo no tenía heridas graves, así que me puse el uniforme deportivo y luego estuve atendiendo las llamadas a la línea 123”. 

Asegura que no ha podido conciliar el sueño, que recuerda las palabras de tranquilidad que le dio su amigo, a quien lo hallaron muerto a 30 kilómetros del sitio en donde fueron embestidos por la avalancha.

Ya en casa, su abuela Mercedes Guerrero lo besa, lo abraza, le dice que lo ama. Ella asegura que si no fuera por la intervención de Dios su hijo -porque “yo lo crié”- no estuviera echando el cuento.

Mercedes dice que pasó días de angustia por no tener entre sus brazos a aquel muchacho que partió hace tres años del hogar para servirle a la ciudadanía. 

Ahora Gerardo trata de descansar, tras ser incapacitado por 10 días. Espera volver pronto a Mocoa y aportar su grano de arena para reconstruir a esa ciudad que por poco fue borrada de los mapas. 

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