Tras la operación de la Fiscalía que desmanteló una nueva estructura criminal dedicada a la explotación sexual de mujeres, en la que fueron halladas 23 mujeres de nacionalidad venezolana y 26 más de origen colombiano, el pasado domingo en la madrugada en tres locales nocturnos ubicados en el sector de la Bomba El Amparo con fachadas de discoteca, un usuario ocasional de este tipo de servicios le contó a EL HERALDO que uno de los ganchos que más atraía a los hombres que frecuentaban estos lugares era el bono del 2x1: una boleta en la que se ‘rifaban’ los servicios sexuales de dos mujeres por el precio de una.
El hombre, de unos 47 años, refirió su experiencia en una noche en la que fue invitado a uno de estos tres establecimientos que podrían ser objeto de extinción de dominio como estrategia para combatir la explotación sexual de mujeres y menores desde que se inició la ‘Operación Vesta I’, que terminó con la captura de alias ‘La Madame’ y 18 personas más, entre ellas varios extranjeros.
'¿No encontraron droga?'. Fue lo primero que preguntó al conocer los primeros detalles del operativo adelantado por el CTI de la Fiscalía, Armada Nacional y Migración Colombia.
El usuario de uno de estos lugares entregó detalles de la dinámica del establecimiento al interior cada noche. 'Eso se comercia con naturalidad, es un secreto a voces', inició su relato.
'Cuando uno requiere un servicio estas mujeres están entrenadas para hacerte consumir e incluso llegar a insinuarte que si quieres algo más fuerte ellas mismas te lo pueden buscar. Allí todo se mueve de forma organizada. Cuando uno entra le ofrecen un bono para una rifa posterior donde el ganador se puede hacer merecedor de los servicios sexuales de dos mujeres por el precio de una'.
Hace una pausa en su descripción mientras observa a detalle el video que publicó la Fiscalía sobre el allanamiento y precisa un detalle que confirma su narración.
'¿Ves al hombre que sale de esa habitación con tres mujeres? Muy seguramente se ganó una de esas promociones', dijo mientras sonríe.
'Unas hacen karaoke, otras el show central de striptease. En las habitaciones regularmente se arregla el precio, te pueden cobrar $250 mil. Una vez de curioso, por saber un poco más de cómo se mueve eso allá dentro, le pregunté a una de ellas más detalles, es más, me dijo que era amante de un miembro de la Policía, pero que no le cobraba. Ya cuando comienzas a preguntar de más se van molestando', sostuvo.
Aseguró que la gran mayoría de las mujeres se mantienen ataviadas solo en sus diminutos bikinis, caminando por los estrechos pasillos de estos tres lugares, como se ve en una gran parte del video oficial.
'Ellas dicen que la mitad es para el dueño del negocio. El tiempo para ellas es oro, deben atender varios clientes por noche para cubrir como la cuota que les ponen', contó.
El pasillo secreto
Una de las estructuras que más llamó la atención de los agentes del CTI de la Fiscalía y de la Armada Nacional la noche del domingo cuando se hizo el operativo que terminó por descubrir la siniestra forma de explotación sexual contra mujeres venezolanas y colombianas en tres locales de entretenimiento para adultos en la Bomba El Amparo, fue el pequeño conducto que a simple vista parecía ventilar los apretados pasillos y pequeñas habitaciones donde las trabajadoras sexuales residen y atienden a sus clientes, pero que en realidad servía de vía de tránsito o de escape en momentos de apremio para las mujeres cuando necesitaban evadir algún control, esconderse o pasar a los otros dos establecimientos nocturnos que fueron intervenidos por la Fiscalía.
El lugar quedó al descubierto de los agentes al notar que al pie de esta pequeña ventanilla había una escalera metálica recostada por donde subía cualquier persona que necesitara esconderse en el tejado del inmueble, salir incluso a la calle o pasar a las otras discotecas.
El fiscal responsable de la operación en la lucha contra las redes de prostitución, Mario Gómez, confirmó este detalle en el que los tres locales se conectan por el pasillo descubierto a un nivel superior por las azoteas que comunicaban con los otros dos establecimientos e incluso a una calle adyacente.
A simple vista para cualquiera de las trabajadoras sexuales el espacio es suficiente para meterse a gatas por la rendija e incluso para un hombre de contextura normal que requiriera esconderse o evadir un operativo como el que se realizó el pasado fin de semana, y que dejó al descubierto los tratos inhumanos a los que eran sometidas más de 23 mujeres de nacionalidad venezolana y unas 25 colombianas, quienes vivían allí mismo en unos pequeños cuartos donde con apuros cabe un colchón doble de 1.60 metros de largo con 1.20 metros de ancho y un pequeño espacio para medio caminar.
Hay algunas habitaciones un poco más grandes para clientes que lo exijan o requieran más de una compañía para la estadía, como quedó registrado en el video que publicó el ente acusador donde de una habitación salieron tres mujeres en bikini y un hombre con una garrafa de licor en la mano.
Consultado por este medio, el director regional de Migración Colombia, Néstor Castro, explicó que las 23 mujeres venezolanas fueron trasladadas hasta sus instalaciones ubicadas en el barrio Pie de la Popa para precisar sus identidades, pero que se debe surtir un proceso extenso para determinar si podrían ser o no deportadas del país.





















