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Crecer viendo las dificultades y precariedades que tenían que vivir algunas familias del sector de Las Granjas, ubicado en la localidad metropolitana, fue el motivo que hizo que la barranquillera Yuranis Morales Imitola tomara la decisión de trabajar por la seguridad alimentaria de las decenas de niños y niñas que tenían –en la mayoría de los casos– que acostarse sin comida en sus pequeños estómagos.

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Fue entonces que la joven que soñaba con cambiar la realidad de este barrio comenzó, con recursos propios, un comedor comunitario que actualmente atiende a 110 niños gracias a la Fundación Hogares de Vida, la cual creó en el 2022.

'Soy una joven de 24 años apasionada por el servicio social y me encuentro estudiando licenciatura de humanidades y lengua castellana. Soy fiel creyente en el liderazgo comunal y que sí se puede trabajar tejido social', expresó la joven.

Yuranis no ha estado trabajando sola, ya que en medio de tantos esfuerzos por conseguir ayudar y tocar todas las puertas posibles de personas cercanas y otras no tan cercanas conoció a Eduardo Zamudio, quien tras conocer la labor que se venía realizando decidió unirse a este proyecto.

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Actualmente, Eduardo y Yuranis son una pareja de esposos que ven y tratan a estos 110 niños como si fueran sus propios hijos, por lo que a diario buscan estrategias para mejorar su calidad de vida y evitar que se dejen llevar 'por un camino equivocado'.

'Yo llevo aproximadamente seis años en esta labor social y ver más allá todas las necesidades que existen fue algo muy bonito, pero muy fuerte. Hice un trabajo de investigación, percibí que había muchos niños desescolarizados, por lo que decidí hacer algo al respecto ya que todo apuntaba a que esto ocurría debido a que no tenían a alguien que velara por sus alimentos', dijo Imitola.

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Indicó que la crisis alimentaria por la que atraviesan millones de niños y niñas, la desnutrición y el alcance de sus cifras de mortalidad por los niveles de complejidad reclama acciones oportunas.

'Ver que lo que desayunaban era Frutiño con pan fue muy fuerte, por lo que iniciamos con una olla comunitaria en un andén ya que todavía no contábamos con un espacio propio, pero luego logramos, junto a mi esposo, que trabajamos por brindarle un lugar seguro', señaló.

La mujer contó que su población beneficiada pertenece a Las Granjas, Siete de Abril y Santa María, las cuales son comunidades que habitan en invasiones y no cuentan con lugares ni condiciones de vida dignas.

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En el comedor no hay límite de edad y el único requisito es que los niños estén vinculados a alguna institución educativa en aras de mostrarles todos los beneficios que traerá su formación en su futuro y el de la sociedad.

Sostener la alimentación para 110 niños no ha sido fácil, por lo que se han implementado diferentes estrategias tales como centros de acopio, recolección de donaciones de alimentos perecederos y no perecederos, recolección de ropa, juguetes y otras actividades.

Labores de impacto

Eduardo Zamudio, esposo de Yuranis, sostuvo que al conocer la labor que se venía realizando no dudó ni un momento en contribuir para mejorar la calidad de vida de estas familias.

'Atendemos a 60 de nuestros niños en el horario de la mañana, ya que estudian en el horario de tarde y los que estudian en la mañana vienen al salir de sus clases', resaltó.

Zamudio contó que la fundación se ha convertido en un espacio acogedor, ya que aunque no sea el horario de la entrega de los alimentos, los niños llegan a cualquier hora del día a jugar, hacer sus tareas y compartir con sus amigos.

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'Realizamos talleres de paz, les mostramos los valores, deberes, estimulamos la parte manual y realizamos todo tipo de actividades. Siempre estamos haciendo actividades lúdicas, los hemos llevado a cine y pronto iremos al zoológico', aseveró.

Asimismo, dio a conocer que gracias a la realización de un bingo lograron recolectar $5 millones, los cuales fueron destinados para adecuar la vivienda de una de las familias de Las Granjas, que se encontraba pasando por momentos difíciles.

'La casa no tenía espacios óptimos, los hijos de la señora tienen problemas cognitivos y a uno de ellos estuvo a punto de llevárselo el ICBF, pero gracias a todo el esfuerzo que hicimos eso no ocurrió y hoy disfrutan de un hogar dignificado', sostuvo Zamudio.

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Los voluntarios del comedor de bienestar comunitario de la Fundación Hogares de Vida han sido parte fundamental para que se logre el éxito de la entrega de alimentos.

'Hemos visto los cambios que han tenido nuestros niños desde el cambio físico hasta el cambio de comportamiento y todos están felices en nuestro lugar seguro', añadió.

Mencionó, además, la necesidad de que las entidades territoriales abran espacios donde se den y garanticen el bienestar de los niños y su seguridad alimentaria.

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'Este tipo de iniciativas se deben replicar y que se brinden de pronto incentivos o estímulos para replicar esos mismos proyectos, porque a veces sabemos que hay muchos procesos que complican tal vez este tipo de iniciativas cuando se hacen desde entidades territoriales, pero sí organizaciones sociales o privadas reciben este tipo de estímulos sé que sí se puede ayudar, porque esa es la idea, y una muestra de eso es lo que nosotros actualmente tenemos y estamos brindando a la comunidad', comentó.

Yuranis y Eduardo extendieron la invitación a todas las comunidades, entidades privadas y públicas para que se unan y realicen donaciones en aras de seguir sosteniendo y brindando una óptima alimentación a estos niños.

'Nos hace felices llegar a nuestra fundación': niños beneficiarios

Dentro de las metas de los colaboradores de este proyecto está buscar el apoyo del Estado, debido a que piensan que de esta manera se podría generar un mayor alcance y todos los niños que necesiten una seguridad alimentaria en la ciudad puedan tenerla.

Las personas que deseen hacer parte o contribuir a esta linda y desinteresada causa social, pueden contactarse y conocer más del proyecto a través de la página de Instagram de la fundación.

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La alegría y las sonrisas que no se borran de los rostros de los 110 niños que cobija este plan de seguridad alimentaria es el premio y satisfacción de todo aquel que visita este comedor comunitario.

Las raciones de alimentos cuentan con todos los estándares necesarios y que aportan la nutrición correcta que estos requieren.

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Algunos niños comentaron que disfrutaban llegar hasta este espacio debido a que en muchos de los casos esta era la única comida a la que tenían acceso durante todo el día.

'Somos muy felices y comemos superdelicioso y esperamos que este beneficio llegue a más niños que lo necesiten para que puedan tener una rica comida', afirmaron.